Canal de Panamá, 3 veces sí
Por su estratégica ubicación entre los océanos Atlántico y Pacífico el Canal de Panamá ha influido decididamente en el desarrollo comercial y económico del pasado siglo, y ha proporcionado una vía más corta y mucho más barata entre estos dos océanos, suponiendo una revolución en el comercio mundial tanto para los países ya desarrollados como para los que antes de su construcción se encontraban en enclaves remotos.
Ya en la época colonial, Panamá era utilizada como ruta de tránsito por aquellos que emigraban dentro del continente americano. Cuando Vasco Núñez de Balboa descubre el Océano Pacífico en 1513, la creación de un canal que cruzara el Istmo se convierte en un sueño. El Rey Carlos V encomendó en fecha tan lejana como 1529 a Álvaro de Saavedra levantar los primeros planos y presupuestar los gastos tomando las medidas del río Chagres, que siglos después utilizaron los constructores. Sin embargo se considera el primer estudio serio realizado por los ingenieros flamencos enviados por Felipe II.
No fueron pocos quienes en los siglos XVI, XVII y XVIII presentaron diversos proyectos de rutas por Panamá. Pero la idea no comenzó a concretarse hasta 1879, cuando se celebró un congreso internacional en París con la presencia de los más eminentes ingenieros del mundo. En este congreso se presentaron catorce proyectos, aprobándose la construcción de un «canal interoceánico de nivel uniforme», desde el Golfo de Limón a la Bahía de Panamá, presentado por Wyse, Reclus y Sosa.
Así se daba el primer SÍ. El canal debía concluirse en ocho años, tendría 70 km de longitud, 8 m de profundidad, 22 de ancho en el fondo y 38 a nivel del agua. Wyse traspasó la concesión a la Compañía Universal del Canal Interoceánico fundada y dirigida por Lesseps. En diciembre de 1879, Lesseps y Wyse, con varios ingenieros civiles y secretarios, partieron de Saint Nazaire, después de que Lesseps consiguiera fondos al vender acciones del exitoso Canal de Suez, que acababa de construir. El 10 de enero de 1880 se inauguraron los trabajos en la Boca del Río Grande, bendecidos por el Obispo y patrocinados por ciudadanos ilustres de Panamá y el extranjero. Y el 21 de enero de 1882 empezaron los trabajos de excavación.
En varias ocasiones se interrumpieron y reanudaron los trabajos, por eso en 1894 se reemprendieron las labores con nuevos estudios y una Compañía Nueva del Canal, y en 1903, se firmó el Tratado Hay-Bunau Varilla, que otorgaba a Estados Unidos el derecho a construir y controlar a perpetuidad el Canal, así como una zona de 8 km a cada lado del mismo, a cambio de un pago inicial de diez millones de dólares y un canon anual de 250 000 dólares. No fue hasta el 15 de agosto de 1914 cuando por fin se abrió el Canal de Panamá, fruto de la genialidad francesa y del espíritu práctico de los norteamericanos. Fueron diez años, 75 000 hombres y mujeres trabajando, 400 millones de dólares y mucho ingenio puesto en función.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la evolución de los barcos y la modernización de la marina convirtieron al Canal en la alternativa más eficiente del transporte marítimo. Una nueva etapa comenzó en octubre de 1979, fecha en la que el Canal de Panamá operó bajo el Tratado Torrijos-Carter, firmado en 1977 entre Estados Unidos y la República de Panamá. Desde entonces hasta el mediodía del 31 de diciembre de 1999, la vía acuática funcionó según lo establecido en dicho Tratado, y a partir de ese día, con el segundo SÍ, la República de Panamá asumió la administración plena del Canal a través de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
El tercero y no menos importante SÍ lo dio el pueblo panameño el domingo 22 de octubre de 2006, cuando dijo SI a la ampliación del Canal de Panamá, en un plebiscito para decidir si la vía interoceánica se ampliaba. Este SÍ es un hito histórico para un país que nació y ha vivido casi exclusivamente en función del Canal. El que este dejase de ser la principal vía de cruce entre el Atlántico y el Pacifico sería de hecho Panamá La Vieja. El camino está abierto con el SÍ del 78% de los votantes. Ahora toca a los panameños darle el mejor uso.