Estamos a las puertas del ya famoso año 2000. famoso aunque aún no haya hecho ningún mérito, y yo me sigo preguntando cada vez que subo a un avión por qué todavía no podemos transportar la materia como en las películas futuristas.

Se imaginan viajar sin hacer maletas, sin pensar en qué llevar, sin madrugar para llegar al aeropuerto a horas intempestivas, sin esperar, ni colas, ni compañeros protestones que se empeñan en pelear porque pusiste tu "equipaje de mano" antes que el suyo y por lo tanto no hay espacio, sin colas en las aduanas...?

Sería maravilloso hablar con tu agencia virtual, cerrar los ojos y estar allí, en tu destino, sin ojeras, ni el pelo revuelto, y sin esfuerzo, cual protagonista o diva de una super-producción.

Pero no, no crean que soy una defensora de este futuro frío y electrónico, lo cierto es que según terminaba de escribir este pensamiento, ya me estaba arrepintiendo. Porque a mí, a pesar de todo, me gustan las incomodidades del "pasado". ¿Y saben por qué? Porque, aunque soy tímida, me apasionan la complejidad de las relaciones humanas, el contacto con el folleto o la revista que nos da la llave para comenzar a soñar, el compartir con un compañero de viaje el café de la espera, la compra del duty free y las prisas por el mejor sitio.

Prefiero en realidad que las películas sigan siendo sólo eso, porque además los trajes galácticos me horrorizan, disfruto haciendo mi lista de ropa para cada día y transportando inmensas maletas, porque sin este peso nunca sentiríamos el placer de perderlas de vista.

Disfruten de lo "primitivo", sigan cogiendo una revista de papel como ésta, aunque si han decidido dar el paso hacia la modernidad, también estamos en internet. Nuestro trabajo es hacer trajes a medida, de corte clásico o corte galáctico, usted elige.

Sea como sea, ¡felices navidades a todos! en el Caribe y en casa, y un milenio lleno de maletas y nuevos amigos.