El vino con los cinco sentidos
La Rioja es sinónimo de una de las grandes mecas mundiales del vino. Dentro de ella, una de sus tres subzonas, la Rioja Alavesa, es tierra de los grandes vinos de Crianza, Reserva y Gran reserva. A través de sus rutas se propone una manera singular de disfrutar una maravillosa experiencia cultural y enogastronómica.
Nuestro viaje, guiado por expertos de la Ruta del Vino de Rioja Alavesa nos lleva por esta región de añejas tradiciones vitivinícolas a través del embrujo de su paisaje: un mar de viñedos salpicado de bodegas, unido al patrimonio cultural y arquitectónico de villas medievales que aún conservan el sabor de su paso por la historia. Un paisaje cambiante y singular, que gracias a la iniciativa de instituciones públicas y la empresa privada, ofrece actividades enoturísticas, culturales y gastronómicas todo el año. El hombre, su tierra y su vino: estos son los rasgos de la Rioja Alavesa, una comarca de 300 km2 en Euskadi, custodiada al sur por el río Ebro y al norte por la imponente sierra de Cantabria.
Las fiestas del vino
La primera gran cita dedicada al vino es la del Uztaberri Eguna, en febrero, en la localidad de Lapuebla de Labarca, con jornada de puertas abiertas en las bodegas que nos permiten conocer los primeros vinos jóvenes del año. La Semana Santa es también otra de las citas en la comarca, con diversas manifestaciones religiosas en sus pueblos y villas.
El verano y el buen tiempo concentran muchos eventos en localidades y bodegas, y a las celebraciones populares se unen otras como Música entre Viñedos, y la representación por los propios vecinos de la obra El lugar de Samaniego, que refleja los orígenes de esa región. Durante esos meses suceden las fiestas patronales, también con visitas teatralizadas y actos lúdicos, culturales y deportivos. Entre estos últimos figuran las Olimpiadas Rurales, celebradas por primera vez en 2012 en Leza y Navaridas.
El final del verano, en septiembre, marca el inicio de la vendimia en Rioja Alavesa, cuando las viñas tiñen el paisaje de colores ocres y rojizos, y el trabajo en campos y bodegas alcanza su apogeo. Comienza con la gran Fiesta de la Vendimia, derroche de alegría y color, cada año en una localidad distinta, que incluye música, danza, gastronomía, catas populares y toda la cultura y tradición de esta tierra. Para 2013 tendrá lugar en el pueblo de Villabuena de Álava. Gracias a las actividades y experiencias que bodegas y otros establecimientos adheridos a la Ruta del Vino de Rioja Alavesa ofrecen durante septiembre y octubre es posible, incluso, participar en algunos momentos del proceso.
Para las denominadas «Experiencias Top» –proyecto pionero de la Agencia Vasca de Turismo, Basquetour–
en Rioja Alavesa se han seleccionado entre otras vivencias «La Cultura del vino, bodega a bodega», que nos acerca a los protagonistas, enólogos y bodegueros en estos templos que devienen auténticas obras de arte, llevados por el Enobús, bus turístico del vino que recorre Rioja Alavesa cada sábado, entre marzo y octubre, con diversos itinerarios. En la «Gymkhana Enogastronómica», los participantes, divididos en grupos, compiten resolviendo distintas pruebas relacionadas con el gusto, el olfato, la memoria o las habilidades culinarias en la invención y elaboración de distintos pintxos.
Enoturismo, del vino a la arquitectura y la historia
Se afirma que esta región produce vinos desde hace más de mil años, pero en la actualidad la Rioja Alavesa se ha reinventado, conjugando métodos de elaboración tradicionales con la más moderna tecnología. En la zona conviven bodegas tradicionales –alrededor de 500–, otras en calados subterráneos –cuevas ubicadas bajo las casas donde antiguamente se elaboraba y almacenaba el vino–, y las de vanguardia, con diseños de afamados arquitectos.
Esta última característica da lugar a otro aspecto de interés, denominado «La cara más vanguardista de Rioja Alavesa», con ejemplos que van desde la arquitectura estilo chateâu de Bodegas Campillo, hasta las espectaculares obras firmadas por creadores de talla internacional como Frank Gehry, Santiago Calatrava o Philippe Mazières. Todas conviven en equilibrio y sus formas caprichosas se integran en el entorno dando lugar a un paisaje singular.
Además de la cultura del vino existen múltiples posibilidades de ocio y turismo activo, desde admirar dólmenes medievales como el de «La Hechicera», en Elvillar, hasta pasear por sus lagunas de gran riqueza ornitológica, visitar bodegas, realizar catas comentadas y maridajes de vino con música o con estrellas, o asistir a una cena teatralizada con el personaje de Samaniego y sus fábulas.
Vínculo entre vino, turismo y gastronomía
Como diría Sir Francis Bacon, «vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer». A todo esto se agrega en Rioja Alavesa la gastronomía, otro de los grandes pilares de la oferta turística, con platos y elaboraciones típicos vasco-riojanos y de vanguardia, así como productos autóctonos en los que no falta el aceite de oliva virgen extra de la variedad Arróniz, exclusiva de la comarca.
El vínculo entre bodegas, turismo, gastronomía, arquitectura y arte está reinventando una de las comarcas más atractivas del panorama vitivinícola internacional. La Ruta del Vino Rioja Alavesa, con su peculiar trazado y sus múltiples actividades, ha consolidado a la Rioja Alavesa como destino preferente para el viajero que busca sabores, paisajes y sensaciones diferentes.
La ruta, que atraviesa los quince municipios que la conforman, recorre un mar de viñas y surcos en que la retina atrapa un mapa de villas medievales, de municipios sellados por la heráldica de testimonios históricos y culturales, bellas mansiones solariegas e infinidad de bodegas donde armonizan lo nuevo y lo antiguo, la artesanía y la modernidad.
La Ruta del Vino de Rioja Alavesa es un proyecto común de una comarca que reúne hoy 146 establecimientos, lo que la sitúa a la cabeza del enoturismo español. Desde su creación, hace una década, ha trabajado en la formación y sensibilización de todos los implicados, tanto de la esfera pública como de la privada. Por si fuera poco, su arquitectura, gastronomía, paisajes, cultura, historia, leyendas y arte, halagan los cinco sentidos y enriquecen al visitante.
La ruta del vino
«El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza».
José Ortega y Gasset
El interés generado alrededor del mundo del vino ha hecho surgir un proyecto común encabezado por bodegas, empresas ligadas al enoturismo, hoteles, restaurantes, museos, vinotecas y los municipios de la zona. La Ruta del Vino de Rioja Alavesa es un itinerario pleno de actividades para todo el año con apoyo de instituciones alavesas y vascas en un nuevo concepto de turismo.
A las experiencias en viñedos y bodegas, al propio atractivo paisajístico de la escapada, se agregan festivales especializados, fiestas populares y exposiciones, rallys de coches antiguos, maratones deportivos, excursiones a medida, casas rurales, locales acogedores para pernoctar o saborear una gastronomía fiel a sus raíces.
Las bodegas constituyen el corazón de la Ruta. Están ubicadas en calados ancestrales donde aún se mantiene la tradición artesana, o pertenecen a viticultores de tercera o cuarta generación que han adaptado sus instalaciones resguardando la autenticidad de los viñedos familiares. Hay otras centenarias, majestuosas y clásicas, y también las ultramodernas, diseñadas por algunos de los mejores arquitectos del mundo.
Bodegas, museos, alojamientos, restaurantes, enotecas; en total 146 establecimientos se han unido con el objetivo común de mejorar la experiencia del viajero que visite Rioja Alavesa. Se han tomado los criterios de la carta de calidad dictada por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) y de la Secretaría de Turismo, lo que les permitió entrar, desde enero de 2006, en el selecto Club de Producto «Rutas del Vino de España» como «Certificada».
Marketing en clave de enoturismo
Quince años atrás los expertos del turismo se preguntaban por las causas del escaso desarrollo del enoturismo en España, a pesar de su historia, cultura, gastronomía, clima, paisaje, arquitectura y vinos con excelente relación calidad-precio. Hoy la situación ha cambiado y, aunque despuntó más tarde que otros vecinos europeos como Francia, se ha avanzado bastante en este tema en el cual aún queda camino por recorrer.
Así, hay bodegas emblemáticas que actúan como verdaderos parques temáticos del vino, convirtiéndose en destinos por sí mismas. Las Rutas del Vino son otra muestra de la iniciativa. Dentro de ellas, las ofertas de Enobús turísticos como el de Rioja Alavesa constituyen capítulo aparte, por las facilidades que ofrecen al visitante y su buena relación calidad-precio.
¿Y qué dicen los que trabajan «a pie de obra» en las bodegas? Para Jesús Astorga, enólogo de Bodegas Loli Casado, el enoturismo es la llave de la comarca y su proyección a la comunidad. «Hay que esforzarse –expresó– porque las empresas de la zona hagan su aporte y que eso sea un complemento para toda la comarca. Hay que buscar los puntos fuertes de cada comarca, de diferenciación con las otras, hacer hincapié en ellos y así potenciar la zona y ser atractivos para ese turismo que se mueve cada vez más y quiere sorprenderse un poco en visitas cortas, de fin de semana o de puente, y llevarse una grata impresión de algo que no conocía».
Sobre sus aspectos divulgativos y económicos, los bodegueros entrevistados por este reportero, con diferentes expresiones, aportaron ideas similares, porque han descubierto que el enoturismo es otra forma de apoyo a la economía de la bodega, y en términos promocionales, cuando a los visitantes se les explica el trabajo del viticultor, todo lo que lleva la elaboración, la crianza, el almacenamiento, la importancia de la materia prima y de cómo se ha cuidado ese viñedo, apreciará mejor el contenido de cada botella.
De las impresiones e ideas recogidas se pueden obtener algunas inferencias: vender enoturismo no es vender vino, sino experiencias en torno a la cultura de este producto. Un recurso de vino no es en sí mismo un producto enoturístico, hay que trabajar de la mano y en el mismo carro, los profesionales del vino y del turismo, en alianza con hosteleros, restauradores, transportistas, y todo el que participe de la cadena turística. Ser un destino enoturístico significa también contar con una red de agentes trabajando de conjunto, así como la dinamización de los agentes locales junto con la formación turística de los viticultores y bodegueros. Los clientes son la clave, no el producto ni la distribución. Es preciso conocerlos, dialogar con ellos, generar productos a su medida y sobre todo abrir canales bidireccionales de comunicación para escuchar, conversar y reaccionar.
En última instancia, habría que aplicar la expresión de Irantzu Hijazo, técnica de la Ruta del Vino Rioja Alavesa: «Quisiera que la sensación que se lleven es que pueden venir, visitar pequeñas bodegas en contacto directo con el viticultor y conocer el trabajo y los valores que transmite esta gente, que representan bien lo que es Rioja Alavesa. Todos los esfuerzos que hacemos desde la Ruta del Vino no serían posibles si cuando el turista llega no se encuentra primero con profesionales y la gran amabilidad de las gentes de esta comarca. Quiero que vean eso y también que tenemos íconos, grandes bodegas y sitios singulares, en un decorado natural único, en un sitio que engancha y enamora».