De tu nombre sale música
Música popular y tabaco parece ser un matrimonio ya difícil de saber el momento en que se unieron. Por su exquisitez, ambos han dado placer a quienes los consumen. El tabaco es herencia de «indios y adaptación de negros y blancos; producto mestizo», tan mestizo como la música popular cubana. En fecha tan temprana como el siglo xviii, en un baile y copla conocido como el chuchumbé, el habano cubano se prestaba a la chanza del pueblo, que así se expresaba: ¿Qué te puede dar un fraile/ por mucho amor que te tenga?/ Un polvito de tabaco/ y un responso cuando mueras. La «música afrocubana es fuego, sabrosura y humo», así han existido y existen, grandes músicos, compositores e intérpretes, que han degustado el tabaco. Uno de ellos es el tenor italiano Enrico Caruso, a quien le deleitaba fumarlos sobre todo cuando estaban recién torcidos, porque sabían mejor. Así lo comprobó en su recorrido por las fábricas La Corona, H. Upmann y Partagás, donde se le rindió un homenaje por el éxito alcanzado en sus presentaciones en el teatro Tacón. Allí había interpretado la ópera Aida, de Giuseppe Verdi, hecho que testimoniaba su única visita a La Habana en 1921.
En una de esas industrias el tenor cantó La Donna é Móbile, de Rigoletto; y los trabajadores quedaron tan emocionados con su voz que durante diez minutos sonaron sus chavetas en las mesas, y además le arrojaron una lluvia de alrededor de mil tabacos Romeo y Julieta. Caruso, diligente, se agachó para recogerlos aludiendo: «sería un insulto a estas damas y caballeros que me los han dado de un modo tan tropical y segundo, porque son muy caros». Al enterarse del incidente, el dueño del establecimiento -que estaba de viaje en Niza-, ordenó que se publicaran las fotos de la celebridad en su fábrica, y le envió al hotel un bello humidor lleno de tabacos con su nombre inscrito en los anillos. Muy impresionado quedó el italiano por este gesto, y siguió hasta su fallecimiento fumando los preferidos tabacos.
Pero el habano no solo se degusta, también se hace canción. Una de las más famosas, Tabaco verde, de Eliseo Grenet, ha sido puesta en la voz de conocidos cantantes, tanto líricos como cultores de la música popular. Su letra reza así: La vega se pierde/ en sus gasas de nieblas azules,/ el cielo brillante/ su lumbre consume:/ la linda veguera/ es fruto en pulpa y en zumo;/ y eleva el tabaco su aroma/ en mil espirales de humo./ Tabaco verde en flor,/ en tu mirada es/ gama de esperanza,/ color de añoranza/ matiz de altivez./ Tabaco verde en flor, en tu sonrisa es/ humo que se riza/ y se sutiliza/ en tu palidez./ La vega fulgura bañada / en el sol tropical/ y al ver de las nubes se viste/ de azules y granas/ y tú serás/ como el tabaco verde en flor./ Un sopor de vida/ en la tierra encendida/ y amada de Dios. El tango no dejó de tener en cuenta a los aficionados al peculiar aroma. Sarita Montiel, nacida en la tierra de Don Quijote, encarnó una sensual versión de Fumando espero, de Félix Garzo y Juan V. Masans, aparecida en el filme español más taquillero de su época: El último cuplé. En algunos de sus versos se dice: Fumar es un placer/ genial, sensual,/ fumando espero/ al hombre que yo quiero/ tras los cristales/ de alegres ventanales,/ y mientras fumo,/ mi vida no consumo/ porque, flotando el humo/ me suelo adormecer.../Por eso estando mi bien,/ es mi fumar un placer...
De Benny Moré es el son montuno Se te cayó el tabaco: Se te cayó el tabaco/ mi hermano se te cayó... Y de Agustín Ribot, la guaracha Pancho tabaco: Pancho tabaco/ se sacó la lotería/ y ahora no trata a nadie...
A Silvestre Méndez le decían, por su apego a los puros, Tabaquito; Amadeo Roldán no se quitaba el habano de la boca; tampoco lo hacía Gonzalo Roig, el autor de Quiéreme mucho, ni Compay Segundo quien además de ser tabaquero de oficio, nunca dejó de fumar. Otros grandes seguidores del mundialmente reconocido producto fueron el compositor húngaro Béla Bártok; el compositor y director de orquesta norteamericano Leonard Bernstein; el austriaco Arnold Schönberg; el argentino Carlos Gardel (también interpretó Fumando espero); la francesa Edith Piaf; los españoles Isabel Pantoja, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Paco de Lucía, Paco Ibáñez, y tanto otros músicos célebres que entre notas y humo han disfrutado del inigualable placer.