La imagen del cosechero más famoso de la isla aparece en la marca Vegas Robaina.
Un bofetón que identifica a la marca Partagás.
Vista general de la fábrica Antonio Villaamil.
Los dueños mostraban con orgullo sus fábricas litografiadas. En la foto la fábrica Calixto López.

La industria del tabaco y los tabaqueros con su historia han sido factores significativos para el enriquecimiento de nuestra cultura nacional. Si bien la literatura y la música son nuestras primeras manifestaciones culturales, desde los albores de la colonización están vinculados al tabaco, el arte de cultivar, confeccionar y fumar los habanos, aprendido por los colonizadores directamente de los aborígenes en Cuba. Esos hombres recogieron y trasmitieron a futuras generaciones, quehaceres arraigados en la historia del pueblo cubano.

Sin embargo, no es hasta finales del siglo xviii y específicamente ya en el siglo xix, que se desarrolla la mejor presentación de estos productos para el mercado oficial de España: desde el mejoramiento de sus envases hasta la preocupación por las formas específicas de cada habano, conocidas con el nombre de vitolas. No podemos olvidar que desde 1717 hasta 1817, existió un largo siglo de estanco en el comercio del tabaco con otros países que trajo aparejado un período de letargo en la presentación general del tabaco elaborado. No es pues hasta la década del 30 del siglo xix, que se conocen algunas marcas y sus vitolas, exhibidas en los escaparates de las vitrinas del mercado londinense.

En la década del 40 de esa centuria se inicia la presentación de los envases con etiquetas litografiadas a una sola tinta sobre papeles de diversos colores para establecer la identidad plena de la marca de cada fabricante. De esta forma se evitaban los fraudes e imitaciones que ya se hacían contra los habanos y de paso se lograba una más bella presentación. A ello se unió la creación de los cajones y cajoncitos, destinados a contener esos productos, confeccionados con cedro para mantener el delicioso olor de los tabacos.

No olvidemos que desde los años 30, cuando comienza nuestro habano a invadir el mercado europeo, ya a los cajones y cajoncitos se les ponía una precinta (después filete), para evitar que por las juntas de los envases se escapara el aroma. Esta labor la realizaba un hombre que recibió el nombre de precintador (después fileteador), que también se dedicó a ornamentar los envases.

A mediados de este siglo surgió un artesano que confeccionaba estuches de maderas preciosas, tan exquisitos como el producto que contenía. Este hombre de apellido Rojas, llegó a realizar sus trabajos para el Barón de Rothchildt y otros miembros de las principales Casas europeas. Tal era su fama como artesano.

En los finales de la década del 50, la Reina de España Isabel II solicitó al Intendente de Hacienda de Cuba información para su homólogo filipino sobre la bella presentación de los habanos cubanos, en la que ya se utilizaban papeles calados como encajes y papeles (floretes), en colores impresos en Francia para lograr una distinción, no conseguida por otros tabacos torcidos en el mundo.

Los primeros artesanos de la litografía en blanco y negro fueron españoles, franceses y alemanes (1840) y poco tiempo después (1860), el cigarrillo cubano con la fábrica La Honradez, de los Susini (padre e hijo), dará un vuelco a esta industria, cuando se importa la Cromolitografía desde Francia, para confeccionar las más variadas etiquetas y envolturas destinadas a esa industria. Es decir, el color comienza en la presentación de esos productos 20 años antes que en el habano. Entonces los aprendices criollos supieron abrir bien los ojos desde los inicios, para sacarle lo mejor a las piedras y así decorar las etiquetas que salían de sus manos.

A finales del siglo xix una modalidad vino a enriquecer la imagen de los habanos, cuando los asturianos Hermanos Moré introducen la Cromolitografía sobre metal que le concede un sello de distinción a aquellos envases.

Con el polvo, el habano y otros derivados, y después con los cigarrillos, nos adentramos en la creación de los útiles para los fumadores: disfrute y comodidad de los que degustaban estos productos. Nos referimos a la larga lista de objetos y utensilios realizados de diferentes formas y materiales, a veces por los propios fumadores (hombres y mujeres) y otras, por artesanos dedicados a esas confecciones. No olvidamos tampoco la cómoda silla campechana (por Campeche, México), recreada por ebanistas, donde se sentaban nuestros hombres a inhalar exquisitos puros, y las estanterías con hermosas tallas en maderas preciosas, para exhibir en los certámenes nacionales y fundamentalmente internacionales, las diferentes muestras que las fábricas enviaban a los concursos. Numerosas medallas de oro, plata o bronce obtenidas en esta competencias aparecieron luego en los anversos y reversos de las etiquetas como confirmación de la plena identidad de nuestras marcas.

El tabaco cubano, su cultivo y elaboración, han enriquecido de manera notable, desde la más temprana época, el léxico del país con vocablos inherentes a esos procesos. De la fase agrícola tenemos: gavilla, tercio, cogollo, desbotonar, paca, deshijar, mancuerna, secadero y casa de curar, entre otros muchos. En cuanto a la fase industrial podemos mencionar: escogida, despalillo, torcido (brevas, panetelas, cazadores, corona, londres), así como anillado, envasado y fileteado. Referidos al diseño e impresión de las etiquetas encontramos los términos: envolturas, vistas, bofetón, tapaclavos, papeletas, etc. que pasan a las fábricas para vestir los diferentes cajones y cajoncitos dispuestos para el mercado.

En el mundo contemporáneo, la artesanía en madera o textiles, la orfebrería, la pintura de caballete, la talla en madera, el grabado en metal, la cerámica, la arquitectura, la literatura, la música, la fotografía y otras artes, entre ellas, el cine, se inspiran en estos productos salidos de las entrañas de la tierra cubana, para crear sus obras, por lo que el cultivo e industrialización del tabaco y sus derivados, han motivado, con el paso del tiempo, aportes sustanciales a la cultura cubana.