Herman van Hooff, Director de la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para América Latina y el Caribe
La Unesco tiene un lugar privilegiado en Cuba
Afirma Herman van Hooff, Director de la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para América Latina y el Caribe, que desde la Oficina UNESCO de La Habana se promueven nuevas ideas y conceptos que se traducen en acciones culturales concretas para la región
Arquitecto de profesión y master en la historia de dicha disciplina en su país natal, el holandés Herman van Hooff (Vught, 1952), ha consagrado desde muy joven su tiempo, energía y talento a la preservación de los valores e ideales que fundamentan la existencia de la UNESCO.
Con más de 20 años trabajando en la organización internacional, desde fecha reciente se encuentra al frente de la Oficina Regional de Cultura con sede en La Habana, a la cual confiesa que conoce desde hace más de 20 años, «porque mi labor en la UNESCO siempre ha estado relacionada con América Latina y el Caribe».
Franco y directo -alejado de todo formalismo protocolar- Herman van Hooff es de esas personas en las que el sentido práctico y dinámico, resultado del quehacer y la acción cotidianos, va acompañado de un pensamiento profundo, donde la cultura es el eje vital. «En 1986 fue mi primera visita a Cuba. Después volví varias veces en los años 90.
Desde entonces conozco la isla. Este es un lugar privilegiado para trabajar, particularmente con mis antecedentes. Por eso estar ahora a la cabeza de esta Oficina es realmente una oportunidad fantástica y también un desafío», confiesa.
«Esta es la más antigua filial de la UNESCO fuera de su sede en París. Fue creada en 1950 como Oficina para el Hemisferio Occidental, y después se convirtió en Oficina Regional para la Cultura en 1972.
Con una larga trayectoria, ha demostrado tener la capacidad para adaptarse a nuevas realidades y condiciones, tanto en la región como en las organizaciones del sistema de Naciones Unidas», explica.
«Aunque ahora hay nuevos desafíos a enfrentar, tenemos el deber, en primer lugar, de promover la cooperación entre los países de la región en materia de cultura.
«Por otra parte, realizamos múltiples funciones, en el campo de la Educación, de las Ciencias y en el de la Comunicación e Información, porque además de oficina regional para la cultura, coordinamos las acciones en un grupo o cluster de cuatro países que integran Cuba, Haití, República Dominicana y Aruba».
Van Hooff señala que la coordinación de acciones culturales en América Latina y el Caribe incluye tareas de comunicación e información, para lo que cuentan, entre otros recursos, con el Portal de la Cultura situado en Internet y redes como la Red Regional de Instituciones de Investigación sobre Religiones Afroamericanas, «porque la UNESCO es, ante todo, un laboratorio de ideas, y desde la Oficina Regional tenemos el deber de promover nuevas ideas y conceptos que se traduzcan en acciones concretas para la región».
El Portal tiene su origen en el Foro de Ministros de Cultura de América Latina y el Caribe que se celebra desde hace 15 años, y resulta una plataforma de excelencia para el diálogo entre los ministros de cultura de la región y la propia UNESCO.
En la plataforma de trabajo de la Oficina de La Habana tampoco faltan los temas referidos a los aspectos normativos de la conservación de la cultura y del patrimonio, como la Convención del Patrimonio Mundial, la más conocida, aunque existen otras mucho más antiguas y de una importancia enorme, como la Convención sobre el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales y la Convención Sobre la Protección del Patrimonio Inmaterial del año 2003, y de fecha más reciente la Convención sobre la Diversidad Cultural, y proyectos como el de Lenguas y Tradiciones Orales en Peligro en la Amazonia, el de Artesanía, y el de Educación Artística.
Otra de las iniciativas que impulsa la Oficina es el Proyecto La Ruta del Esclavo, lanzado hace ya algunos años pero que ahora ha sido reorientado, de gran impacto para aquellos países involucrados en la esclavitud y en sus implicaciones morales, históricas y culturales, principalmente en África y en el continente americano.
En cuanto al patrimonio mundial, que tiene más de cien sitios culturales y naturales inscritos en América Latina y el Caribe —ocho de ellos en Cuba— se analiza constantemente su estado de conservación e implementan planes de acción para mejorar sus condiciones y minimizar el impacto sobre ellos, en especial de fenómenos como el turismo.
«Por eso pienso –apunta van Hooff- que es importante hablar de la relación entre cultura y desarrollo, cultura y turismo, así como de las industrias culturales, que indirectamente resultan temas medulares en la Convención Sobre la Diversidad Cultural.
«No hay dudas de que existe un gran potencial para trabajar en proyectos muy específicos a fin de promover y desarrollar las industrias culturales.
En Cuba, por ejemplo, hemos desarrollado un proyecto en Trinidad, en coordinación con las autoridades, para promover el bordado de los textiles.
Esta es una forma de recuperar esa expresión cultural, y a la vez generar empleos y recursos, dar dignidad a la gente, y también ofrecer un producto genuino a los visitantes que llegan a aquel importante sitio patrimonial».
El destacado experto asegura que cuando se habla de cultura y turismo no se puede olvidar que «la cultura es un concepto mucho más amplio y profundo, es mucho más que los monumentos que vemos en la ciudad. No podemos desconocer la importancia que tiene el turismo para el desarrollo económico de la región y del Caribe en particular, pero lo que buscamos es un turismo responsable, que contribuya al entendimiento mutuo, al diálogo fructífero entre los visitantes y los que viven en esos lugares; un turismo que debe respetar las identidades culturales, las características de las gentes, de los espacios, y que debe contribuir al desarrollo socioeconómico y cultural de los países.
«Hay que conciliar y resolver esos intereses, porque también sabemos que el turismo puede tener un impacto negativo sobre las comunidades, o sobre los monumentos que se visitan.
Por eso un turismo que va de la mano con una buena gestión de los recursos culturales y naturales que tenemos, tendrá resultados altamente positivos para todos», enfatiza.
«Aunque el turismo cultural gana cada vez más adeptos, hay que educar al turista para que su paso y disfrute por los lugares visitados resulte de la manera más sana posible.
Aquí pueden jugar un gran papel los medios de comunicación, pero no puede dejar de mencionarse el papel de la educación en general a favor de estas ideas.
«Por eso creemos que la educación patrimonial debe ser incluida en los programas docentes de las instituciones educacionales a todos los niveles. Ya la UNESCO ha desarrollado algunas iniciativas interesantes en este terreno.
Tenemos un programa educativo sobre el patrimonio mundial dirigido a los jóvenes, que consiste en una carpeta orientada a los maestros e instructores para estimular acciones de protección al patrimonio. Sensibilizando a los jóvenes de hoy estaremos educando a los turistas de mañana», afirma van Hooff.
Este arquitecto, devenido en defensor de la diversidad cultural y el patrimonio tangible e intangible de la Humanidad, confiesa estar encantado en Cuba, pues «es un país con una política cultural muy bien desarrollada, con una visión amplia, que está muy en sintonía con las misiones de la UNESCO.
«La cultura incluye las expresiones culturales, las religiones, los modos de vida, y también las artes, la arquitectura, los monumentos. Creo que Cuba refleja plenamente esto en su política cultural, con un marco legal e institucional que le facilita reaccionar rápidamente ante nuevos conceptos, ideas y acuerdos a nivel internacional
. De ahí la acertada forma en que el país ha dado respuesta a la Convención del Patrimonio Mundial, a las declaraciones de las Obras Maestras del Patrimonio Inmaterial.
«Por citar algunos ejemplos de Obras Maestras, en Cuba tenemos la «Tumba Francesa de la Caridad del Oriente» y en la República Dominicana «La Hermandad de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella» y «El Teatro Cocolo Danzante de San Pedro de Macorís» conocido por «Los Goyulas».
El director de la Oficina de la UNESCO en La Habana afirma que Cuba también es conocida mundialmente por algunas personalidades emblemáticas en la conservación del patrimonio, como la doctora Marta Arjona —recientemente fallecida— y el historiador Eusebio Leal, mientras que en el campo del Patrimonio Inmaterial destaca la figura del Dr. Miguel Barnet, Presidente de la Fundación Fernando Ortiz.
«Ellos son personas reconocidas mundialmente por sus capacidades técnicas y sus funciones. Lamentablemente la doctora Arjona ya no está entre nosotros, pero yo veo a estas personas como reflejo de un cuerpo grande de técnicos y profesionales muy bien capacitados, que trabajan a favor de la cultura en Cuba.
Eso, junto al apoyo que brinda el gobierno a la Oficina de la UNESCO en La Habana, a través de una cooperación permanente con la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO y de un gran número de contrapartes a nivel nacional y local, posibilita que trabajemos y vivamos aquí en una situación muy privilegiada».