Alfaro: Memoria ritual
En Memoria ritual el artista plástico cubano Ángel Alfaro Echevarría, realiza un viaje histórico e imaginario con el objetivo de ofrecer una visión artística del mundo yoruba. En su disposición narrativa el texto aborda momentos esenciales en el devenir de los pueblos de África, especialmente en la conformación del imaginario mítico y artístico. En ese proceso presenta un juicioso recorrido que lleva hasta el complejo sistema de la Santería cubana o Regla de Osha, con la ilustración sobre los orígenes del mundo de los Orishas y los rituales en que se vivencia este universo mágico-religioso. De otra parte, el viaje poético de Memoria ritual recrea, mediante la imaginería del dibujante y pintor, el mundo mítico objeto de la indagación, ofreciendo al lector de nuestro tiempo una visión maravillosa de ese sistema religioso.
El viaje inicia con la valoración de la oralidad como medio fundamental para la conservación y la transmisión de la memoria cultural africana. La presentación de cantos y la recreación de expresiones poéticas muestran que es precisamente a través de la tradición oral de los yorubas, como puede el investigador abrir las puertas de ese mundo de los dioses que actúan cotidianamente orientando la vida de las relaciones entre los hombres, y las de éstos con el mundo de la naturaleza.
El decurso continúa con la consulta de textos escritos sobre África y sus civilizaciones: quizá haya sido Heródoto quien nombró por primera vez a África, antes de la era cristiana. El historiador Pierre Bertaux precisa que en el “año 146 a. C., después de la destrucción de Cartago, los romanos constituyen con la parte de su antiguo territorio, que corresponde al actual norte de Túnez, una nueva provincia, la provincia África”. Gracias a la expansión del Islam aparecieron relatos sobre esas tierras; la historia destaca textos de viajeros y cronistas árabes que elaboraron descripciones sobre la parte occidental del continente, más allá del desierto, entre los años 900 y 1300.
Desde el punto de vista de la geografía y de la etnografía la palabra África ha tenido contenidos diversos a través de la historia. Los romanos utilizaron ese nombre para referirse solamente al norte del continente. Los griegos llamaron etíopes (aithiops) a los hombres de “rostro negro” o “cara quemada”, que habitaban al sur del Sahara. El nombre de Etiopía, “el país de los negros”, se utilizaba en la antigüedad para nombrar los territorios de Nubia, junto al Nilo. Así mismo, los portugueses tomaron de los beréberes el nombre de Guinea para designar la región del África occidental. De esta manera se establecía la diferencia entre la región llamada África, donde habitaban hombres de raza camita y semita y la región de Etiopía, o la Guinea habitada por gente de raza negra.
Los textos históricos señalan que los escritos africanos sobre África son casi inexistentes antes de lo que llamamos época moderna. No obstante, los africanos dejaron huellas de sus formas de vida mediante la expresión artística. Para destacar esas otras maneras de escribir la historia, el autor de este libro sigue imaginariamente el rumbo de los pueblos de África “en una barca solar del Sahara a Nigeria”. Ese devenir incluye el viaje de Orula, el Orisha sabio, quien va por tierras de antiguas civilizaciones enviado por Olofi, el creador de todo lo existente; Orula toma de los egipcios el saber sobre el mundo y sobre los dioses.
Mientras en Egipto se inscribía la memoria a golpe de cincel sobre la piedra, al oeste otros pueblos se desplazaban con sus ganados, siguiendo el curso de las aguas por el desierto. Esos pastores legaron también pinturas rupestres con escenas de su vida trashumante, escenas que en la llamada Pintura del Sahara se conocen como período bovidiano. El trasegar por el desierto creó formas de relación comercial que posibilitarían encuentros entre gentes del Mediterráneo y del Valle del Nilo con poblaciones negras que tiempos atrás, abandonando las zonas desérticas llegaron a las sabanas y selvas del Golfo de Guinea.
Junto a las mercaderías que transportaban esos grupos humanos, llegó también en el primer milenio antes de Cristo, la técnica del hierro; acontecimiento que facilitó el surgimiento de la Cultura Nok ubicada en Nigeria entre el año 500 a. C. y el 300 d. C. De gran importancia para la historia del arte son las figuras escultóricas Nok en terracota, que representan cabezas humanas, cuyos caracteres constituyen la escritura en imágenes del África negra. En las máscaras del arte yoruba actual se han observado indicios de los rasgos del estilo Nok.
Al sureste de Nigeria, en el Estado de Oyó la ciudad de Ifé fundada aproximadamente en el año 850, es considerada el lugar de origen del grupo étnico yoruba que tiene ramificaciones a través del Reino de Dahomey y Togo hasta Ghana. En el imaginario religioso la ciudad de Ifé es sagrada: en ella los dioses descendieron del cielo para poblar el mundo y el primer rey allí establecido llamado Odudúwa, es también el primer ancestro divinizado, cuya descendencia gobernó los siete reinos del imperio yoruba.
El autor destaca el florecimiento del arte escultórico en Ifé entre los siglos xi y xv d. C. Las obras clásicas son una serie de cabezas reales en terracota y en metal: latón, cobre y bronce. El arte de los bronces de Ifé fue transmitido a la ciudad de Owo, y de allí al reino de Benin donde tuvo notable desarrollo entre los siglos xv y xvi. Otro pueblo de artistas, escultores y orfebres fue el de los Ashanti de Ghana, quienes se expresaron también a través de la talla en madera de objetos cotidianos y de carácter ritual, modalidad que caracteriza en general al arte africano. A partir del siglo xvi y hasta el siglo xix, se estima que quince millones de seres humanos fueron arrancados de diferentes regiones de África, mediante la trata de esclavos. El autor de Memoria ritual, presenta las rutas de la esclavitud hacia América e indaga en la procedencia geográfica y étnica de los desarraigados. El texto ilustra cómo con los distintos grupos de esclavos legaron sus dioses, sus ritos y mitos, sus bailes, sus cantos y toques, su visión de los orígenes y de la creación del universo, así como sus concepciones acerca de la naturaleza.
Con base en la consideración del largo proceso de transculturación de la memoria ritual de los pueblos yoruba, llevada a cabo en el contexto de la historia de Cuba, el autor nos explica quiénes son los Orishas, cuáles son sus orígenes y cómo se constituye el sistema religioso sincrético de la Santería cubana. Al mismo tiempo, el dibujante-pintor ilustra con la imagen y los atributos de cada deidad, con los Patakíes o narraciones poéticas que los identifican y con las prácticas rituales a ellos debidas. De esta manera va más allá de su tarea informativa y se nos presenta como un texto artístico que bien puede convertirse en ofrenda.
Memoria ritual: Ángel Alfaro Echevarría, Universidad Francisco José de Caldas, Bogotá, 2007.