RAE* ¿y ahora qué bolá?
* Real Academia Española
Los que se quedaron sin aliento / ¿qué bolá?, cantaba el grupo de rap Los Orishas en París antes, mucho antes del primer mensaje de twitter que Barack Obama lanzara en la red social apenas el Air Force One tocó tierra en una histórica visita de tres días a Cuba, la primera de un presidente estadounidense en ochenta y ocho años.
En la otra Isla del Encanto sesionaba con todo éxito el VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), con la presencia de los reyes de España y el principio de la creatividad en nuestro idioma. Nuestros académicos y otras ilustres personalidades estaban inundados de la «puertorriqueñidad» —como explica en esta edición el escritor cubano Alexis Díaz Pimienta—, inmersos en trascendentales debates, aderezados por el craso error de la TV de Puerto Rico que, al correr por titulares un cintillo, anunciaba a su «magestad».
Don Felipe, con plena sabiduría, destacó en su discurso inaugural que es la primera vez que un congreso panhispánico «se celebra en un país tan íntimamente ligado al conjunto de los Estados Unidos, y va a dedicar una atención especial al diálogo de las lenguas: del español con todas las lenguas originarias de cada país; del castellano con el eusquera, el catalán y el gallego; y, naturalmente, del español como lengua en contacto aquí con el inglés».
Obama había escrito en perfecto español en su cuenta, de seguro gracias a sus asesores de comunicación: «¿Qué bolá, Cuba?». Mas ya la habíamos escuchado una y otra vez a los cubanos por medio mundo. La BBC de Londres le dedicó un audiovisual en las calles de La Habana. Aparece hasta en un emergente Diccionario Urbano en internet. Y quizás fue el ABC quien más se acercó a esclarecer que esta expresión significa: ¿Cómo estás, Cuba?
Pocos explicaron a la audiencia que se trataba —puro mestizaje— de una costumbre muy generalizada en el argot popular. Igual sucede con la palabra «asere», que proviene de un dialecto africano y fue incorporada por creyentes de la religión yoruba y de las distintas religiones africanas. Asere quiere decir amigo, hermano, socio. «Qué bolá» es como si te dijeran qué tal, cómo estás, qué cuentas de nuevo.
Son causalidades que empoderan por siempre a nuestro idioma como la segunda lengua de comunicación internacional, hablada por más de quinientos millones de personas en todos los continentes. Y que coinciden con el homenaje que se brinda a Miguel de Cervantes en los cuatrocientos años de la publicación del segundo tomo de El Quijote, quien bebió tanto en el habla popular de La Mancha, que hoy es motivo de estudio hasta de la Biblioteca Británica.
Es la prueba, en palabras del rey de España en San Juan, de que «el español, que convive armoniosamente en su territorio con infinidad de idiomas y expresiones culturales, contribuye a fortalecer y garantizar la misma diversidad cultural mundial». Y ello se confirma sabiamente «desde la cohesión y la fuerza del propio “territorio de La Mancha” —como lo llamó Carlos Fuentes— que compartimos de manera solidaria tantas naciones hermanas».
Yo sigo prefiriendo la canción del grupo Havana Abierta cuando nos convidaba en aquellas noches del Madrid de los noventa a lo que ni soñaba la campaña de comunicación y marqueting del presidente número cuarenta y cuatro de Estados Unidos. El estribillo sorprendía a nuestros oídos españoles: ¡Qué bolá, asere, qué bolá! / Mi hermano, ¿cómo te va? / ¿De dónde tú me llamas? / ¿Dónde tú tás? / ¡En la luchita, que no hay más ná!
Como decía Faustino Oramas —El Guayabero, un trovador legendario amado por Cuba— al desandar desde su Holguín toda la Isla: ¡Santa palabra!