Habana Hip Hop con acento criollo
El hip hop suena cubano, ¡sí señor, cómo no! Tal como sucedió con el jazz y el rock, esa expresión urbana, nacida en las comunidades afronorteamericanas tres décadas atrás, se introdujo en el tejido cultural cubano a tal punto que cobró carta de identidad insular.
Si en un principio el contacto fue imitativo, el rap, estilo musical que define el hip hop, apostó entre nosotros por el mestizaje como valor medular de un movimiento cada vez más amplio en número y que, al mismo tiempo, necesita ser cada vez más exigente.
No se trata tan solo de afirmar una corriente identitaria ni de la búsqueda de un apellido que conceda ciudadanía a una cultura musical importada, sino de pensar y sentir el rap desde una perspectiva integradora, a tono con el verdadero sentido de su universalización. Un atisbo de esta apreciación se halla en la manera en que los jóvenes cubanos bailan los temas rapeados: nada que ver con la breakdance neoyorquina; las coreografías se confunden con los pasos de la rumba más auténtica.
Las proyecciones exitosas internacionales del ejercicio rapero insular no deben verse únicamente como resultado de un golpe de suerte o de aventajadas operaciones de mercadotecnia de algunas compañías discográficas: detrás y delante de tales alcances existen aventuras creativas y expectativas de recepción, en las que hay que tomar en cuenta una manera de sumar al discurso central elementos muy diversos de la tradición y la actualidad sonora del país.
Quizás los casos más conspicuos de la movida rapera criolla sean los de Orishas y X Alfonso. Los primeros provienen de una experiencia pionera del género en Cuba, La Amenaza, que conquistó uno de los primeros premios en el entonces naciente Festival de Hip Hop de Alamar, barriada periférica de la capital cubana. Hiram Rivero (Ruzzo) y Yotuel Romero formaron parte de ese colectivo, hasta que en 1996 fueron invitados por el productor y DJ francés Miko Niko y un MC cubano que residía en París, Liván Núñez, a integrar una agrupación que fusionara el rap con el sonido tradicional de la Isla. Allí se hizo necesaria la presencia de un sonero de pura cepa y ese fue Roldán González. El Ruzzo, Yotuel y Roldán comenzarían a volar con alas propias bajo la bandera de Orishas. La crítica y el público en algo más de un lustro han confirmado la calidad de un proyecto que incluso en Estados Unidos ha sido nominado para los premios Grammy.
X Alfonso creció con el oído puesto en las fabulosas creaciones de sus padres, Carlos y Ele, fundadores del grupo Síntesis, a la vanguardia del rock con fuertes acentos étnicos. Hasta que se soltó por sí mismo con una increíble mezcla de hip hop, rumba, rock y otras apropiaciones que convierten su música en un producto incandescente. En el 2006 le fue adjudicado el Premio Latino Revelación, que otorga la Academia de la Música en España, y conquistó el Gran Premio Cubadisco, el más importante de la discografía doméstica, con su álbum Civilización.
Más allá de los plazos del festival anual de Alamar, el rap está presente, como espectáculo, en el Salón Rosado Benny Moré de La Habana y el Pabellón Cuba, en la zona capitalina de La Rampa. Son muy valorados grupos como Papo Record, Doble Filo, Anónimo Consejo, Primera Base y Las Krudas.
Y como era de esperar, del rap se pasó al reggaeton, inclusión inevitable dada la cercanía geográfica de los centros donde se generó este derivado de la cultura hip hop, y el ska y el reggae caribeños. Puede decirse que de Puerto Rico saltó a Cuba a fines de los 90 por el oriente de la isla, donde comenzaron a circular grabaciones caseras con nombres que pronto fueron ineludibles en las fiestas juveniles, como Candyman, El Médico del Rap y KFxclusivo.
La fiebre reggaetonera ha hecho que se acuñe un nuevo término: cubatón. Sus cultivadores proliferan: Eddy K, Conexión, Combinación, Cubanitos 20-02, Klan Destino, Control Cubano…
¿Se tratará tan solo de una moda pasajera? Por lo pronto músicos establecidos y de otros estilos, desde la orquesta Aragón a Maraca y Otra Visión, han invitado a raperos y reggaetoneros a compartir grabaciones. Y a unos y otros no les ha ido mal.