- Una mirada a la litografía tabacalera.
PARA EVITAR LOS FRAUDES Y LAS IMITACIONES, LOS TALLERISTAS INTRODUJERON VARIAS ETIQUETAS PARA RECUBRIR LAS CAJAS DE LOS HABANOS. SURGE ASÍ, ENTRE LOS AÑOS 70 Y 80 DEL SIGLO XIX, LO QUE HOY CONOCEMOS COMO HABILITACIONES
Con frecuencia en Cuba se asocia al tabaco con la introducción de la litografía. Se desconoce, tal vez, que ese vínculo surgió con la música en la lejana fecha de 1822, cuando el francés Santiago Lessier y Durand abrió un taller en la habanera calle de Compostela para reproducir obras musicales para los aficionados de la capital e ilustrar un periódico especializado, bajo el nombre de Periódico Musical.
No podemos olvidar que el tabaco cubano tuvo un siglo de estanco (1717-1817) y por lo tanto no se podía vender al exterior ni en el país en hoja o elaborado, excepto para tres puertos españoles. Tuvimos que esperar tiempos mejores, que llegaron con la difusión que tuvo por el mundo el tabaco torcido o elaborado, en la década del 40 del siglo XIX.
Pero entonces surgieron otros fantasmas en su difusión: el fraude y la imitación. El fabricante o tallerista confiaba en la calidad de nuestro tabaco, de ahí que no se preocupara por su presentación al consumidor. Así, resolvía con una simple etiqueta impresa en blanco y
negra sobre papeles de colores pálidos —gris, verde, azul, rosado, amarillo o morado— en los que se podían distinguir el texto y el dibujo central, imagen acorde o no con el nombre de la marca. Sus textos reproducían el título, nombre del dueño o tallerista, dirección del taller o fábrica y algún lema o anuncio publicitario: “el mejor tabaco del mundo”, “de nuestras mejores vegas”, “mi fama por el orbe rueda”, etcétera.
Para evitar los fraudes y las imitaciones, nuestros talleristas introdujeron otras etiquetas para recubrir las cajas y los cajoncitos de los Habanos. Así se llamó habilitación al conjunto de estas, surgidas en los años 70 y 80 del siglo XIX y que tenían diferentes formas y tamaños.
Vista
Se coloca en la parte interior, y en ocasiones también en el exterior, de la tapa que cubre la caja o cajoncito. Es muy elaborada, no solo por el color, sino por su realce de dorados y relieves. Queda visible cuando se abre el envase si está solo en su interior.
Anillo, anilla o sortija
Como su nombre lo indica, es una estrecha cinta circular que se coloca en la parte superior de cada Habano. En un inicio se le llamó sortija y fue utilizada para ajustar las capas de los tabacos. Desde 1889 se le añadió un sello de garantía por parte de los fabricantes. Con el tiempo algunas de estas etiquetas cambiaron de nombre.
Hierro
Va colocado en el cajón si está impreso en papel o grabado, o con un hierro o calimba sobre la madera, hendiéndola.
Papeleta
Colocada en los costados del envase, incluyendo parte de la tapa, de manera que al abrirse la caja, quede rota.
Tapa clavo
Sello que cubre la puntilla que cierra la tapa de cada envase.
Bofetón
En el interior de la caja, directamente sobre la primera camada, de ahí que no lleve barnices ni tintas que alteren el sabor de los Habanos.
Filetes
Estrecha cinta de papel litografiado con relieves o no que cubren las aristas de los envases para evitar la fuga del aroma de los Habanos y adornar el envase. Su diseño es similar al de las otras etiquetas.