Compay Segundo

Enamorado de la vida, la música cubana y los habanos, de los cuales prefería la marca Montecristo, el creador del Chan chán se mantiene vivo en su centenario gracias a la infatigable labor del grupo que él creó

El espíritu alegre de Compay Segundo, con su inolvidable sombrero, su inseparable habano Montecristo y su infaltable Chan chán siempre en los labios, sigue hoy vivo en el espacio musical mundial, gracias en buena medida al Grupo Compay Segundo, que no descansa en su labor de rescate de la música tradicional cubana.

Máximo Francisco Repilado Muñoz, Compay Segundo, nació el 18 de noviembre de 1907, en Siboney, Santiago de Cuba, y aunque desde muy joven se vínculo a algunos de los más grandes músicos cubanos, como Sindo Garay, Miguel Matamoros, Ñico Saquito o Benny Moré, paradójicamente su mayor fama la alcanzó ya rebasados los 90 años, cuando integró el proyecto del Buena Vista Social Club, junto a figuras como Ibrahim Ferrer, Rubén González y Omara Portuondo.

Compay Segundo, quien murió el 14 de julio de 2003, a los 95 años, no pudo cumplir por azares de la vida su deseo de «vivir 116 años como mi abuela», de la cual heredó según él mismo confesara su espíritu alegre, rebelde, el amor por su pueblo, y también el gusto por los habanos, los cuales torció y fumó desde que tenía diez años hasta su muerte.

Este año en que Compay cumpliría «su primer siglo de vida», el grupo que creó, donde tocan dos de sus hijos, Salvador y Basilio, ha decidido organizar un homenaje justo a uno de los grandes de la música cubana, donde se incluye la apertura de la Casa Compay Segundo, en la cual vivió el artista sus últimos años.

Conciertos, conferencias, coloquios sobre su vida y obra, una gira nacional del grupo, exposiciones de artes plásticas, un concurso de interpretación musical, el lanzamiento de una línea de moda «Compay Segundo», junto a la inauguración de un monumento dedicado al artista en el Cementerio de Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, también conforman el programa de actividades por el centenario.

Lo más especial, sin embargo, es la labor que desarrolla el grupo que él fundó, que ya inició desde noviembre del 2006 las actividades por los 100 años de Compay Segundo, con un gran concierto que involucró a la Orquesta Sinfónica de Oriente, al destacado tenor italiano Francesco Grollo y al director de la Orquesta Sinfónica de Veneto, Italia.

Único por su sonoridad y la combinación del son cubano con la música clásica, el proyecto de Grollo y la Sinfónica de Veneto ha sido uno de los más importantes sucesos musicales realizados en memoria del famoso intérprete cubano, a lo cual se suma el primer disco grabado por su grupo después de su muerte, «Siempre Compay», que fuera nominado a los Premios Grammy en el 2006.

«Más allá de preservar las creaciones de Compay, nosotros queremos continuar su sueño de rescatar la musica tradicional cubana, tan gustada en el resto del mundo y que a veces se difunde poco en la propia Cuba», explica su hijo Salvador Repilado, quien toca el bajo en el grupo.

Mientras, el otro vástago del cantante, Basilio Repilado, asegura que no ha sido fácil sustituir a Compay Segundo en el grupo. «Han hecho falta dos personas, yo que he asumido la función de cantante que hacía mi padre, y Félix Martínez, trecista y guitarrista, que ha logrado dominar el armónico, el instrumento único de siete cuerdas que creó Compay, y que nada más sabía tocar él».

«Fueron meses y meses de práctica, donde creía que me iba a volver loco para dominar el armónico», confiesa Félix, a quien muchos han alabado por la maestría conseguida, lo que ha permitido que la sonoridad única del maestro sonero cubano perdure y se multiplique hoy en día.

«Para nosotros ante todo es un compromiso con Cuba, con su pueblo, con el mundo, mantener con vida la música tradicional por lo que tanto luchó mi padre», explica Salvador.

«Y es que cuando uno anda por el mundo, incluso intercambia con otros músicos, con diversos públicos, comprende que Compay Segundo es tan cubano como las palmas, como el ron, como el Habano que tanto le gustaba y que fumó hasta su muerte».