Divina fragancia
Para el hombre primitivo, el humo del tabaco o de la pipa sagrada era un vínculo sutil entre lo terrenal y lo divino. Cuentan que los aztecas jóvenes eran agasajados como dioses durante un año y en ese período aprendían a tocar la flauta y a aspirar con elegancia la fragancia de las flores y el aroma del tabaco. La diosa azteca Ciguacoatl cubría su cuerpo con hojas de tabaco, por esta razón los aztecas la tenían como protectora en las curaciones que hacían con la perfumada solanácea.
Sobre las implicaciones espirituales de la hoja, don Fernando Ortiz apuntaba: «En lo moral es admirable el tabaco, quita muchas melancolías y pasiones de ánimo perjudiciales, nos divierte y quita de la imaginación lo que es dañoso divirtiendo muchas horas del día: después de largo estudio y escritura desopila el cerebro y despabila los sentidos. Es pasto común de recreo siendo exquisito y fragante».
Son famosas también las virtudes sanadoras de esta planta que en el siglo xvi fue llevada a Francia desde tierras portuguesas por Jean Nicot. Este señor la obsequió a la reina Catalina de Médicis quien comenzó a consumirla para aliviar sus jaquecas, de ahí que el tabaco fuera conocido como Hierba de la Reina. A finales de ese mismo siglo se usaba en forma de pinturas, cosméticos, píldoras, polvos, sirope, lavados, ungüentos y otros productos. Una anécdota nos remite al galeno que atendió el parto de la madre de Pablo Picasso. Se dice que el doctor revivió al más tarde célebre pintor con el humo del aromático tabaco. ¿Magia o mitología?
El Héroe Nacional de Cuba José Martí en un artículo llamado El Tabaco, publicado en junio de 1884, Las Américas, de Nueva York, habla de un militar que luego de usar las hojas de tabaco húmedas sobre la cadera, sintió desaparecer un dolor que lo aquejaba. También el sabio botánico Juan Tomás Roig la calificó como «planta medicinal, narcótica, purgante y antiparasitaria».
Para los fumadores del mundo hay algo de magia, de encanto especial que asocia las palabras Cuba y Habana a la idea de un buen tabaco. En la Habana colonial, aquella de los coches, las calesas y los quitrines, el voluptuoso humo envolvía a los gallardos caballeros, mientras las damas de rancia estirpe quedaban prendadas del masculino aroma. Hasta los más humildes criollos no escapaban del deseo de inhalar el fragante humo y con su tabaco de lado seguían inmersos en duras faenas.
Atraídos por olores de antaño, continuamos el paseo en La Habana del siglo xxi cuando por la calle Mercaderes el autóctono aroma nos lleva primero a la Casa del Habano, luego invita a ascender al Museo del Tabaco y, unos metros después, nos embruja en la Perfumería Habana 1791. Este espacio, en su intención de rescatar las fragancias coloniales de la Isla de Cuba, elabora con exquisitez una de las aguas de colonia preferidas por los citadinos de ayer y de hoy.
Para el especial propósito se escogen las más grandes y coloreadas hojas de tabaco. Mediante la técnica artesanal de producción de perfumes, las hojas se colocan en un mortero antiguo, donde se trituran y luego se maceran. Las primeras horas de la mañana son ideales para iniciar el rito que solo termina cuando se produce el milagro del olor. El perfume de tabaco es uno de los más solicitados en el establecimiento habanero.
Muchos de los visitantes, al probar las diferentes esencias naturales colocadas a la entrada de la tienda, escogen la extraída de esta famosa planta; varios, incluso, deciden untar sus pañuelos con unas gotitas de la peculiar fragancia. Sin embargo, la tradición asocia ese olor a la figura masculina por lo que Habana 1791 oferta perfumadores en forma de yugos y alfileres para corbatas, confeccionados por reconocidos orfebres cubanos. Tales accesorios, que otorgan elegancia al vestir de los hombres, les permiten llevar consigo el aroma del tabaco.
Otro de los servicios de la tienda que remeda el antiguo oficio es la confección de perfumes personalizados en los que se incorporan las esencias solicitadas por el cliente. La experiencia en esta modalidad nos indica que siempre los varones desean componer su propio perfume con un alto por ciento de tabaco. Queda al final si nos sentimos llevados por ese olor divino, como terapias de aromas, su uso para enamorar o atraer amores.