Privilegiar la memoria
Bajo la imagen del cemí, ídolo aborigen del tabaco, un pequeño espacio del centro histórico habanero rinde culto a este símbolo indiscutible de cubanía. Único de su tipo en el país, el Museo del Tabaco de la Oficina del Historiador de la Ciudad indaga en la memoria, manufactura, comercialización y consumo de la preciada hoja, al tiempo que pondera el conocimiento del arte vinculado al nacimiento de esta industria.
Un auténtico aroma conduce a los visitantes hasta el número 120 de la calle Mercaderes y luego de ascender 21 escalones se produce el encuentro con colecciones museológicas de remotos orígenes. La veneración de los primeros pobladores de la Isla por el tabaco es el punto de partida de un recorrido que se detiene en la exposición de pipas arqueológicas de diferentes facturas, halladas en los alrededores de la Bahía de Matanzas y en excavaciones realizadas en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales.
Un conjunto de piedras litográficas de Baviera remite a la primera técnica de impresión de etiquetas tabacaleras, de las cuales las más antiguas se conservan en este museo. Datada entre las décadas del 40 y 60 del siglo xix, una serie de litografías a un solo color, trabajadas en piedras procedentes de Alemania e impresas en papel de marquilla francés, muestra el desarrollo de la industria tabacalera en el país. Joyas de la cultura cubana, las añejas marquillas revelan La Habana intramuros, paisajes naturales y sitios emblemáticos de una ciudad que se insertaba en el ambiente comercial. El momento de esplendor de este arte que, a finales del siglo xix y principios del xx, asistía al auge de las litografías con pan de oro queda revelado en un gran mural. Imágenes a todo color con laminillas de oro presentan a personajes ilustres, urbes y escenas: testimonios de la historia y cultura de cada época.
Entre los principales valores de la institución figura un amplio repertorio de cajas de rapé provenientes de Ignacio Ponce de León, marqués de Aguas Claras, y Rafael Nieto Cortadillas, dos nombres de abolengo en la antaño villa de San Cristóbal. De porcelana o plata, con guirnaldas y otros delicados ornamentos, los diminutos depósitos eran usados por la aristocracia habanera para guardar polvo de tabaco que luego inhalaban como parte de una exquisita costumbre, frecuente en los grandes salones.
Asociadas al acto de fumar varias piezas dan fe de la creatividad en la confección de útiles, muchos de los cuales son verdaderos objetos de lujo. Destacan en las vitrinas, un brasero de plata a manera de cisne, ceniceros de los más variados diseños, cofres, tabaqueras y encendedores de inusitadas formas. Tan apreciados accesorios se tornan frutas, animales, autos, sombreros o armas, que confirman la relevancia del comercio de puros a nivel mundial. Complementan la exposición albarelos de porcelana o barro, una singular cigarrera de terciopelo, mármol y plata, una copa de marfil y algunas de las placas que eran colocadas en las fachadas de edificios dedicados a la venta de tabacos. Para ilustrar parte de los procesos de fabricación industrial de puros, el sitio exhibe una prensa del siglo xix perteneciente a la fábrica La Corona. Otra de las piezas conservadas por el museo es el tabaco que el primer cosmonauta cubano Arnaldo Tamayo Méndez llevara, como atributo de la identidad nacional, en su célebre viaje al espacio.
Decorada con óleos alusivos a las vegas cubanas y fotos de fumadores famosos, la dieciochesca casa, otrora propiedad de la familia Bartolomé Luque, se erige como un importante centro de promoción cultural. Cinco ediciones de un Diplomado que abarca las temáticas de investigación, arte, industria y comercio, ha graduado a 240 especialistas de diversas ramas. Tanto estudiosos como el público interesado pueden acceder a documentos compilados en la sala de lectura del museo donde se facilita la consulta de los libros de registros de marcas de los siglos xviii y xix.
Dentro de los eventos promovidos por la institución, el coloquio Flores del habano intenta dignificar el papel de la mujer cubana en los diferentes oficios dentro del mundo tabacalero. Cada año las féminas despalilladoras, anilladoras, vegueras y lectoras de tabaquería, se convierten en protagonistas de un conversatorio del que emanan sus particulares experiencias. Una de esas especialidades ha centrado la atención del encuentro Dialogando con… que ha invitado a escritores de la talla de Miguel Barnet, Daniel Chavaría, Marta Rojas y Leonardo Padura, cuyas obras son preferidas por los tabaqueros. Bajo el título El Museo te visita se ha dado vida a un proyecto que lleva a fábricas de la ciudad o de otras partes del país, el saber atesorado en este recinto de la evocación.
A las sucesivas exposiciones transitorias de vitolfilia, artesanía, pintura y fotografía, la entidad ha incorporado la restitución del concurso Rodrigo Xerez convocado en el año 1942. Pero, el principal sello de distinción de este sitio del Centro Histórico es la inclusión en su planta inferior de una Casa del Habano. De esta forma quienes se acercan a la historia de la aromática hoja, luego pueden consumirla en la tienda, o viceversa. El establecimiento, inaugurado en 1994, propone un amplio surtido de puros, en especial la marca San Cristóbal de La Habana, en alusión al patrón de la ciudad, y añade a la variedad de su oferta la exhibición de piezas provenientes de Austria. Compartida con las salas superiores del museo habanero, la muestra destaca la espuma de mar, piedra muy utilizada en la confección de pipas y petacas, entre otros objetos como cajas de tabaco y cigarro.
El futuro depara para el museo y la tienda una nueva sede en la calle O'Reilly. Actualmente en restauración, el inmueble prestigiará las colecciones actuales y concederá espacios a valiosas piezas y documentos guardados en archivos en un viaje por la memoria del tabaco cubano.