La santería se posesiona y establece en la riqueza de matices del arcoiris del pueblo cubano.
El tabaco está presente en las ceremonias religiosas de origen africano.

os fumadores del Habano en el mundo entero y principalmente en Cuba consideran al humo que exhalan y los envuelve, un acto de magia. Al estilo de nuestros ancestros, indios y africanos, las prácticas religiosas de nuestras culturas estuvieron y están presentes en el ritual sagrado de oler, tocar, encender y aspirar un tabaco.

Nuestros indios lo utilizaban como elemento primordial de la religión y la magia; se comunicaban con los espíritus por medio del humo que se elevaba al cielo como mensajero de sus dioses.

Los taínos creían en los poderes mágicos de los behíques (sacerdotes de la tribu) para conversar con los muertos, conocer los designios del cemí –poder sobrenatural y misterioso–, y adivinar el porvenir. Estos sacerdotes se comunicaban con los espíritus que residían en el País de los Ausentes durante una ceremonia, a manera de misa, llamada cohoba en la que mediante un tubo en forma de Y se absorbía un polvo por las fosas nasales. Los behíques ejercían también la medicina y para sanar a sus enfermos recomendaban mascar tabaco y hierbas.

En esta mezcla de religiones autóctonas, adoradores de las fuerzas de la naturaleza, esclavos y libertos, aprendieron el uso del tabaco, de sus hojas y su humo, como depurativo y forma de comunicación con sus espíritus ancestrales, lo que les aportó grandes beneficios. No existe en nuestro país ceremonia religiosa que no empiece con la exhalación del propicio tabaco, y la utilización de su sahumerio para evocar a las deidades, aroma que envuelve en el misticismo de sus propiedades enigmáticas.

Las Reglas de Palo Las manifestaciones religiosas conocidas en su conjunto como Reglas de Palo Monte provenían de la vasta zona del África central. Comenzaron a llegar a la Cuba colonial en el siglo xvi y continuaron su migración forzosa hasta casi finales del siglo xix. Sus vertientes son poseedoras de una Nganga o fundamento, lugar donde habitan los espíritus protectores y guías de sus ritos sacromágicos. Sus propósitos siguen una misma línea: defender o proteger a su dueño, ahijados y allegados.

Las Reglas de Palo se basan en el trato directo con el muerto. Los seguidores de estas prácticas religiosas, a su Nganga o fundamento le hablan en lengua y le cantan en susurro, echándole humo con el tabaco invertido, tanto para venerarlo como para despertarlo. Es la íntima comunicación entre el espíritu encerrado en el fundamento y la mente de su dueño, mediante el sahumerio con flores, hierbas, palos y el humo de tabaco que, con sus espirales ascendentes, es el encargado de llevar los mensajes a Sambia, el Dios Supremo de estas manifestaciones.

La Sociedad Secreta Abakuá A Cuba llegaron también esclavos procedentes de diversas etnias, del sureste del Calabar y del Camerún. Los abakuá eran, en siglos anteriores, entidades sociales colectoras de dinero con vistas a liberar a sus hermanos aún esclavizados. Este grupo de hombres son los que conforman la Sociedad Secreta Abakuá.

En tiempos de la República los miembros de esta sociedad, llamados despectivamente Ñañigos, fueron en su mayoría tabaqueros y obreros portuarios cubanos. Uno de sus principales objetivos era socorrer a las viudas e hijos de sus cofrades, además de luchar contra las injusticias sociales.

La mayor aspiración de los miembros de la Sociedad Secreta Abakuá es ocupar la plaza de Iremes que son espíritus ancestrales, fantasmas, espectros de los antepasados y fundadores de potencias del Calabar. En Cuba los llaman diablitos y son personalidades desencarnadas de hombres que supieron ayudar de manera sobresaliente al pueblo, reconocidos y venerados por este.

Cuando son investidos del traje ceremonial se les depura con humo del tabaco que significa en este caso la transición de hombres a espíritus, pues el humo ascensional recicla los valores de esa energía vital, transformándola en espiritual. El ritual se repite cuando se trazan en el piso las firmas o anaforuanas y sus tambores sagrados son sometidos al sublime sahumerio del tabaco para purificarlos y entregarlos a la intimidad del mundo que los rodea.

La Regla de Ocha o Santería La Regla de Ocha o Santería se puede definir como el culto a los fundamentos, asientos de sagradas deidades de las que son dueños absolutos. La santería se posesiona y establece en la riqueza de matices del arco iris del pueblo cubano y en el diario quehacer de la búsqueda de nuestra identidad.

En la Regla de Ocha o Santería y en el complejo sistema adivinatorio de Ifá, en los oddunes o letras Oddi Wori y Ogbe Ate, nace el tabaco y sus propiedades. Entre sus dueños se encuentran Elegguá, Oggún, Ochosi y Osain, además todos los orishas masculinos a los que se les brinda este como la ofrenda más preciada. Babalú Ayé, orisha de las enfermedades, recibe con beneplácito el tabaco, al igual que los espíritus guardianes de las casas, a los cuales el religioso al levantarse brinda café y un tabaco, encendido o apagado. Este acto es la satisfacción máxima del deleite como ofrenda a los protectores y como salvación de los pueblos.

Como hemos podido observar en todas nuestras religiones se le atribuye, al Achá (en la Regla de Ocha), a la Sunga (en la Reglas de Palo), al Endabó (en la Sociedad Secreta Abakuá), en resumen, al tabaco, un poder benéfico, pues posee la cualidad mágica de remover y ahuyentar las desgracias de los hombres, animales y plantas.