Driulis González Morales
Quienes conocen y siguen la trayectoria de la cubana Driulis González Morales, dueña de cuanto título otorga la Federación Internacional de Judo (IJF), consideran muy probable que pueda lograr su sueño de conquistar una cuarta medalla olímpica en los Juegos de Atenas, Grecia.
Su brillante carrera en citas estivales comenzó en Barcelona 92, donde conquistó el metal bronceado, y le siguieron el dorado de Atlanta 96, y el plateado de Sydney 2000.
Se dice fácil, sobre todo para quien lo expresa fuera de las básculas y los exigentes tatamis de entrenamiento y competencias, en los que Driulis ha sido ejemplo de dedicación y constancia durante tantos años, en busca de mantener el peso corporal y la forma óptima para cada compromiso.
En estos momentos, la situación se le hace algo más difícil, pues al rigor del judo se le une su otro gran amor: su hijo Peter Javier, cuya atención la alejó del deporte por casi dos años (2001-2002). Como siempre explica, su pequeño constituye un nuevo motivo para lograr grandes resultados, y quiere regalarle otro lauro olímpico, el de Atenas, que bien pudiera ser de oro.
Otro elemento en contra del anhelo de Driulis es que actualmente compite en una división superior a la de 57 kilogramos, en la cual registró los éxitos más notables de su carrera desde campeonatos mundiales hasta Juegos Centroamericanos y del Caribe, además de los Panamericanos y torneos super A y clase A.
Declaraciones, anécdotas y algo más Su escalada a la categoría de 63 kilogramos la hizo con el objetivo de igualar o superar todo lo anterior y hoy, próxima a cumplir los 31 años de edad (21-9-1973), va camino de lograrlo, con sobresalientes actuaciones en certámenes nacionales (oro), el mundial de Osaka 2003 (plata) y los Panamericanos de Santo Domingo 2003 (oro).
También exhibe un magnífico palmarés en giras por Europa, en certámenes súper A y clase A, en muchos de los cuales resultó la más destacada.
Con un agarre comparable al de cualquier hombre, Driulis ha salvado obstáculos en su ya larga y exitosa carrera deportiva, que debe concluir precisamente en Atenas.
Analistas todavía recuerdan los escollos de Barcelona y Atlanta. En la primera “se creció” con sólo 18 años (bronce), y en la segunda, dominó (oro), pese a la minerva que la acompañó durante entrenamientos y antes de los combates.
Driulis se había lesionado la cervical, y todo parecía indicar que tendría que olvidar Atlanta. Una vez retirado el yeso que le inmovilizó la zona afectada, la voluntad y efectiva atención especializada, quebraron la incertidumbre que reinaba alrededor de sus resultados, incluso de su participación. La primera en reconocer que conquistar una medalla en Atenas, resultará difícil, aunque no imposible, es la propia judoca cubana, cinturón negro y quinto Dan, pero su optimismo salta a la vista en una reciente declaración: “yo voy por una buena medalla. Que eso nadie lo dude. Mi carrera deportiva tiene que cerrar por todo lo alto”.