Con sus 200 años de existencia, este bar es conocido por ser la Cuna del Daiquirí.
La Bodeguita del Medio es una suerte de catedral de la cubanía y de la cocina criolla.
Fundado en 1918, el Sloppy Joe´s es uno de los bares más famosos del mundo.
Rodeado de árboles de gran porte, Tropicana es mundialmente conocido como “Un paraíso bajo las estrellas”.
Alejado del fluir constante de los viajeros, este bar deviene un sitio especial del hotel.
En este bar le esperan los mejores gin-tonics de La Habana.
Café del Oriente: antigüedad y lujo en una misma esquina.
La envidiable posición del hotel lo ubica muy cerca de emblemáticos sitios de La Habana Vieja.
La historia de este sitio está ligada a las voces más prestigiosas de la cancionística cubana.

Floridita
No existen registros de la fecha exacta en la que abrió sus puertas por primera vez, en el año 1817. Quizás porque nadie imaginó que este lugar, que nació siendo un simple bodegón llamado La Piña de Plata, llegaría a convertirse en una leyenda de la coctelería universal.
Fue casi un siglo después de su apertura, tras la instauración de la República en 1902, que cambiaría su nombre a “La Florida”. Y por alguna razón años más tarde los propios clientes comenzaron a llamarlo “Floridita”.
Considerado el local gastronómico más antiguo de Cuba y posiblemente de América Latina, El Floridita conserva el diseño y parte del mobiliario original de inicios del siglo XX. Su forma simula a la bahía habanera, con una entrada estrecha que se ensancha en la medida en que el cliente se adentra hacia su interior.
El calificativo de “Catedral de la Coctelería” le llegaría a este bar a partir de 1914, cuando se incorporó a trabajar en la barra un inmigrante cantinero español, Constantino Ribalaigua Vert, llamado “El Constante”, quien en 1918 pasa a ser propietario del lugar junto a dos empleados más. Para entonces, ya era un reconocido maestro en el arte de la coctelería, y dominaba a la perfección los secretos de las bebidas y sus mezclas.
En 1953, la revista Esquire reconocería este lugar como uno de los 7 bares más famosos del mundo, y en 1992 se le concede el Premio Best of the Best Five Star Diamond Award de la Academia Norteamericana de Ciencias Gastronómicas como el Rey del Daiquirí y Restaurante especializado en pescados y mariscos más representativo.
Fue también en este lugar que en el año 2012 se elaboró el primer daiquirí gigante, compuesto por 275 L. Aquí se han realizado también 8 ediciones del Rey del Daiquirí, competencia de coctelería en la que participan cantineros de todas partes de Cuba y del mundo. En 2017, en el contexto del 200 aniversario del bar, se organizó el Rey de Reyes, donde compitieron los ganadores de las ediciones anteriores y resultó ganador  el bartender cubano Adrián Ravelo, del hotel Tryp Habana Libre.


La Bodeguita del Medio

En este sitio peculiar, una perfecta combinación de la informalidad con el estilo distinguido instiga a los millonarios a sentarse una tarde junto a los turistas de paso y compartir una excelente cena al compás de una buena canción. En sus salas se puede disfrutar del ambiente típico cubano, con su gastronomía, su tabaco y su música; que recogen toda la esencia de la tradición.
En 1942, este lugar era tan solo una pequeña tienda de víveres. Su dueño, Ángel Martínez, vendía frituras y algunas bebidas. Sin embargo, el local comenzó a alcanzar cierta notoriedad cuando empezó a ser muy frecuentado por varios intelectuales que acudían a  una imprenta cercana y que tras realizar las gestiones pertinentes en la zona, solían reunirse en la “bodeguita”. Con el decursar del tiempo, Martínez comenzó a expender platos de comida variada y el número de comensales continuó en aumento.
En forma espontánea, no precisada en el tiempo, la que sería conocida hasta entonces como la bodeguita de Martínez, pasó a ser identificada o más comúnmente señalada como la “Bodeguita del Medio” por hallarse situada, precisamente, en el centro de esa cuadra de la calle Empedrado, muy cerca de la Plaza de la Catedral.
En una ocasión, a uno de los asiduos clientes, el periodista Leandro García, se le ocurrió poner su nombre en una de las paredes de la bodeguita y posteriormente otras destacadas personalidades imitaron el gesto. Fue así como el restaurante fue llenándose de rúbricas de diversos tamaños y variedad caligráfica.
Entre las múltiples firmas de destacadas personalidades aparecen las de Pablo Neruda, Agustín Lara, Brigitte Bardot, Ignacio Villa (Bola de Nieve), Ernest Hemingway, y Salvador Allende.

 

Sloppy Joe’s Bar
Cuenta la historia que el creador, artífice, alquimista, dueño y además su principal bartender durante mucho tiempo, fue un peninsular llamado José Abeal Otero, quien llegó en el lejano 1904 a La Habana, cuando recién se estrenaba como república. En busca de fortuna, el español trabajó en la ciudad caribeña por tres años y luego embarcó a los Estados Unidos, donde trabajó en disímiles bares de New Orleans y Miami.
Once años después, regresó a Cuba y se hizo cargo de un café llamado Greasy Spoon o Cuchara Grasienta, pero luego pasó a la esquina de Ánimas y Zulueta, a desempeñarse en lo que entonces era simplemente una de las tantas bodegas de aquellos tiempos habaneros. Allí comenzaron a visitarlo algunos de sus antiguos clientes norteamericanos que llegaban a la Isla y que presumiblemente se hospedaban en uno de los tantos y prestigiosos hoteles de la zona como el Plaza, Telégrafo, Inglaterra, Pasaje y luego El Sevilla.
A mediados de los años treinta ya la bodega era un señor bar visitado por disímiles personalidades del mundillo político de entonces, turistas y millonarios. Muy a menudo escritores de la talla de Ernest Hemingway y sus amigos vaciaban unas cuantas botellas de whisky en la concurrida esquina. Ya a principios de la década de los años 50 el Sloppy Joe´s alcanzó su verdadero apogeo y llegó a ser un bar abierto casi las 24 horas del día.
El Sloppy siempre fue un bar con características únicas: era popular sin llegar a ser del populacho; era bullanguero sin llegar a ser bullicioso; era confortable sin llegar a ser de lujo; era una fiesta sin llegar a ser orgía. No era un simple bar de esquina, era la esquina del Sloppy Joe´s Bar.
Su servicio del lunch era un banquete en todos los sentidos. Medias noches y emparedados de todas clases y tamaños, simplemente para todos los gustos, desde el criollo cubano, el submarino y el de pan de centeno con jamón de lengua de res. El submarino, una de las especialidades de la casa, era toda una cena: tres tipos de jamón, dos variedades de queso, suprema de pavo y cerdo asado, pepinillos, lechuga, tomate, cebollitas, mostaza y cátsup. Todo acompañado de una flamante ración de papas fritas. A esa constelación se le sumaban los tostones y las mariquitas de plátano verde, chicharrones, un sinfín de entremeses, entre ellos rollos de jamón serrano con queso y aceitunas, canapés y dados de quesos. Todo elaborado con prontitud y pulcritud.
Además poseía un departamento en donde se expendían los mejores tabacos, disímiles cigarrillos, deliciosa chocolatería y otro “ejército” de manjares de todo el mundo, entre los que no faltaban los turrones y una licorería que no conocía competencia.
Según Erasmo Brito, presidente vitalicio de la Asociación de Cantineros de Cuba, en su coctelería se vendía “sencillamente de todo, desde Mojitos, el daiquirí (no frapeado), los Martinis y Manhattan, hasta cualquier cosa que pidiera el cliente”.

 

Bar del restaurante Los Jardines (Tropicana)
En la hacienda de la señora Mina Pérez Chumont, situada en los límites del ferrocarril Zanja-Marianao, un empresario ideó instalar hacia el año 1939 una especie de restaurante con animación tipo night club para al menos 300 personas. Dotado luego de salones de juegos, el sitio se convirtió muy pronto en uno de los casinos más concurridos del continente.
Mundialmente conocido como "Un paraíso bajo las estrellas", Tropicana se encuentra enclavado en una especie de bosque con árboles de gran porte como mamoncillos, mangos, cedros y otros. Su salón principal tiene capacidad para un millar de personas distribuidas alrededor del escenario o pista móvil, rodeados de palmeras y rampas aéreas que utilizan los artistas en el espectáculo, el cual suele comprometer la participación de un centenar de artistas, entre bailarines y músicos.
Figuras aclamadas por las multitudes como Nat King Cole, Josephine Baker, Libertad Lamarque, Cheo Feliciano, Rita Montaner, Elena Burke, y Bola de Nieve, entre otros, han formado parte del gran elenco de las noches estrelladas del cabaret, que no ha dejado por un solo instante de ofrecer arte nacional y universal.
Pero para aquellos que prefieran ambientes más reposados, Tropicana dispone también de otros espacios, como el bar del restaurante Los Jardines.
En 1992, la Academia Norteamericana de la Industria de Restaurantes reconoció la rica historia de este símbolo habanero con el premio Best of the Five Stars Diamond al mejor cabaret de Las Américas.
La escultura de una bailarina realizada en 1950 por la artista cubana Rita Longa, y La Fuente de las Musas, del artista italiano Aldo Gamba, instalada en 1952 en la entrada del cabaret, se han convertido en símbolos identitarios de este paraje habanero.

Bar Siboney (Hotel Habana Libre)
Es el primero en recibirle y el último en despedirle. Está ubicado en una zona del lobby, alejado del fluir constante de los viajeros y rodeado de obras de arte. La música lo invade todo, y si se acompaña con un afamado coctel o un delicioso néctar de frutas, podría convertirse en un recuerdo imperecedero.

 

Lobby Bar Gran Añejo (Hotel Meliá Cohiba)
Dicen que en este bar se encuentran los mejores gin-tonics de La Habana. Allí le esperan verdaderos expertos en combinarlos. Con cocina de tapas y snacks modernos, este sitio está diseñado para que usted pase un rato agradable en compañía de su pareja, familia o amigos.

 

Café del Oriente
Situado en una de las esquinas que converge con la Plaza de San Francisco de Asís, en una antigua construcción con fachada de piedras, el Café del Oriente cuenta con dos salones, en la primera planta el bar café con una elegante barra, banquetas y sillones pullmans; y en el piso superior un majestuoso salón con categoría cinco tenedores que sobresale por su lujoso mobiliario, cortinas y tapices combinados y el lucernario de cristales multicolor en el centro.

 

Lobby Bar Pórtico (Hotel Parque Central)
Localizado en el lujoso hotel 5 estrellas Parque Central, frente al histórico parque homónimo. Su envidiable posición dentro de La Habana Vieja lo ubica muy cerca de sitios emblemáticos, como la calle Obispo, el Capitolio, el Paseo del Prado. Desde aquí se puede apreciar la llamada "Esquina Caliente", reuniones espontáneas de fanáticos al béisbol que cada día discuten en las cercanías de la estatua de José Martí.

 

El Gato Tuerto
Ubicado a solo unos pasos del Hotel Nacional y del malecón habanero, este sitio conserva el encanto que lo sitúa entre los espacios más frecuentados por la intelectualidad y la bohemia habanera, y su historia está íntimamente ligada a las voces más prestigiosas de la cancionística cubana. En el Gato se logra una interacción entre artista y público que hace que el disfrute sea pleno, unido al encanto de beberse un buen cóctel en esta antigua casita con terraza y un patio interior sin par.

 

Bar Vista al Golfo o Bar de La Fama (Hotel Nacional)
Aquí los visitantes descubren las personalidades del comercio y del mundo de los negocios, la política, las ciencias y la cultura universal, pero también de la mafia italo-norteamericana, que se han hospedado en el hotel.
Si La Habana parece el escenario de una película de Stanley Donen, con sus elegantes coches y el lujo decadente de sus fachadas, el Hotel Nacional de Cuba atraviesa las puertas del tiempo para entrar de lleno en la época dorada de Hollywoood y los años 50.
El Hotel Nacional de Cuba se levantó a principios de los años 30 inspirándose en el diseño del Hotel Breakers de Palm Beach en Florida. El resultado es un espléndido edificio que mezcla el Art Déco y el Neoclásico ecléctico típico de La Habana. Su vestíbulo morisco subraya su aire colonial. Aunque su emplazamiento histórico es incluso anterior, pues se levantó sobre la antigua Batería de Santa Clara en la zona del Monte Vedado, denominado así porque se impedía el acceso a la playa para utilizarse como fortín ante los ataques corsarios. En sus jardines aún puede visitarse la cueva Taganana.
Declarado Monumento Nacional y Memoria del Mundo por la UNESCO, este inmueble de ocho pisos es uno de los hoteles más clásicos de La Habana.
Recientemente recibió el Premio World Travel Award 2017 –el Oscar de la industria turística en el orbe–, distinción que concede el principal programa de premios de la industria de viajes a nivel mundial y que valora la excelencia de sus productos y servicios.