Iglesia de Santa María, en la Plaza Mayor de la Villa de Gumiel .
El Hotel Rivera del Duero, en Peñafiel.
Himagen Rural en Haza.

Viñedos, bodegas y lagares componen la singular estampa de la extensa vega por la que discurre el río Duero. Por las pendientes de las lomas pacen tranquilamente rebaños de ovejas churras, cuyas crías son la materia prima del famoso lechazo asado.

Observando en el paisaje los farallones rocosos más estratégicos casi nunca falta la silueta de un castillo medieval, mientras iglesias y monasterios salen al paso ofreciéndonos los secretos del pasado en sus piedras. Si estas piedras hablaran.... (aunque no lo hagan, sí tienen mensaje).

PEÑAFIEL En mis ya lejanos años de estudiante de bachillerato, los libros de historia siempre incluían como mejor ejemplo de fortaleza la foto de un castillo que me parecía imponente y atraía mi atención poderosamente. Debajo de la ilustración ponía: Castillo de Peñafiel (Valladolid).

Luego la profesora nos explicaba las mil batallas contra el sarraceno, las conjuras entre nobles y herederos reales, la vida de la nobleza y los plebeyos. Esas lecciones de historia medieval, mezcladas con las películas de época que echaban en el cine de mi barrio, hacían que antes de dormir me montara una película mental actuando como caballero fuerte y valiente -por supuesto- que conquistaba el castillo para la causa del bien; así son los sueños.

Y ahora tenía frente a mí aquellas torres y almenas de la espectacular fortaleza de mis sueños. Realmente es un castillo muy "cinematográfico", estratégicamente situado, con forma de barco; mide 210 metros de largo por 20 de ancho y la torre del homenaje se yergue a 34 metros de altura dominando visualmente siete valles conformados por el río Duero y sus afluentes. Dos patios flanquean la torre: el del norte con restos de algibes y almacenes, y el del sur que albergaba caballerizas y guarniciones.

Actualmente al patio sur se le ha dado una especial utilidad como ubicación del Museo Provincial del Vino. De modo que se ha encajado un entramado moderno en esta fortaleza del siglo XV. No es nada fácil crear un conjunto armónico entre estilos tan dispares por tanto sorprenden las soluciones arquitectónicas adoptadas.

Además de muy bonito y didáctico, el conjunto del castillo resulta todo un símbolo porque hoy los pueblos de La Ribera quieren conquistar el mundo con un arma muy sabrosa: el vino de Denominación de Origen "Ribera del Duero".

PLAZAS E IGLESIAS En la Plaza del Coso está la Oficina Municipal de Turismo y constituye el lugar ideal para comenzar la visita a Peñafiel. En esta plaza que mantiene la estructura de los Corros de Toros medievales se vienen celebrando los festejos taurinos desde aquella época. Este espectáculo de entrada libre y que ya puede disfrutarse en pocos lugares de España tiene lugar la semana del 15 de agosto, festividad de los patronos Nuestra Señora de la Asunción y San Roque.

Su arquitectura presenta casas habitadas de piedra, adobe y madera. Los balcones han sido especialmente diseñados para utilizarlos como palcos desde donde ver los toros. En esos días de celebraciones taurinas hay seis viviendas que tienen especificado en sus escrituras de propiedad el llamado Derecho de Vistas, por el cual el propietario ha de compartir el balcón con otra familia beneficiaria del derecho. Me cuentan que a veces ha habido líos por esta causa pero dicha herencia ancestral está tipificada en el Derecho Civil como Servidumbre de Balcón, siendo Peñafiel uno de los pocos lugares donde se mantiene.

Asisto a la visita teatralizada de la Casa de la Ribera. Resulta muy divertido ver como actores aficionados del pueblo han recreado la antigua vida cotidiana en una casa-museo del siglo XVII que es ejemplo de arquitectura tradicional de la comarca. En realidad es un museo de historia de vida gracias al empeño que ponen las actrices en involucrar a los visitantes como invitados a su casa, que para eso acaban sirviéndonos unas deliciosas pastas caseras y un buen trago de vino.

Sigo con una visita a la Iglesia de San Pablo, que conjuga en su estilo el gótico mudejar del siglo XIV con el plateresco del XVI. Aquí planea la mano del Infante Don Juan Manuel -el ambicioso y culto sobrino de Alfonso X El Sabio, autor de los cuentos del Conde Lucanor- que quiso construir la capilla fúnebre de su estirpe. Logra asombrarme la capilla de 1536 con la tumba de su biznieto, cuya decoración conserva los colores originales, así como un documento auténtico con las Ordenanzas Municipales del año 1345 otorgadas por Don Juan Manuel.

ROA, HAZA Y HONTANGAS Paso a la provincia de Burgos. Me han hablado del pasado importante de Roa estratégicamente situada sobre un espolón que domina el valle del Duero. Allá abajo del pueblo la carretera aún utiliza el antiguo puente medieval debiendo compatibilizar tipismo con estrechura. Arriba nos espera la magnífica colegiata de Santa María de la Asunción, destacando su portada renacentista.

Los restos del convento de San Juan han sido reutilizados para ubicar el edificio del Consejo Regulador de la Ribera del Duero, que controla rigurosamente la calidad y autenticidad del vino, por lo que este pueblo ha quedado convertido en la capital vinícola de la comarca.

Desde siempre fue tierra de vinos pero no es hasta hace 22 años cuando algunos viticultores empiezan a darse cuenta del enorme potencial de la zona, si a las condiciones excepcionalmente buenas de tierras y clima se le añade mimo y técnica en la elaboración de los caldos. Así, uniendo tradición y modernidad se han creado marcas de primera fila mundial.

Por suerte llego en época de la vendimia. Tras semanas de espera, de incertidumbre, de escrutar el cielo olfateando lluvias o heladas, de permanecer enganchados al parte meteorológico, hay que elegir el mejor momento para empezar a recolectar. En vendimia, el viticultor se lo juega todo a una carta. Sin calidad de uva no hay buen vino. Este año 2003 la cosecha es estupenda, ha habido un verano seco y caluroso, y tampoco ha llovido durante la época de vendimia. Todo esto hace prever que la calificación del vino sea EXCELENTE.

Si la naturaleza acompaña, el bodeguero se puede lucir en la crianza. Aquí hay tradición en bodegas visitables que tienen más de 400 años, como las de Ismael Arroyo en el pueblo de Sotillo de la Ribera, excavadas a más de 30 metros de profundidad en la pura roca bajo el cerro de San Jorge. En realidad todas las poblaciones tienen bodegas excavadas buscando esos 12 grados constantes que salvaguardan al vino de las bajísimas temperaturas del invierno (de las más frías de España) y el calor intenso del verano. Climatología estupenda para dar buenas cosechas, pero perniciosa para la conservación del vino si no se toman las medidas adecuadas que la sabiduría de siglos ha ido enseñando.

Sigo el camino hacia la diminuta aldea de Haza, ahora poblada por una docena escasa de habitantes y antaño habitada por varios miles. Quedan la ruinas de su castillo, arruinadas casas con blasones y una hermosísima vista sobre el valle.

¿Cuántas veces habremos cantado "Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva"?. Bueno, pues en Hontangas se encuentra excavada la pequeña iglesia de la Virgen de la Cueva.

ARANDA DE DUERO A las afueras de Aranda me espera uno de esos alojamientos soñados de hotel ubicado en una espléndida finca vitivinícola donde el olor a campo se mezcla con el de la bodega. Aquí se elaboran dos de los mejores vinos de España, el Torremilanos y el Torre Albeniz. Su dueño, Pablo Peñalba, basa su éxito en el control total de la producción: cultiva toda la uva que procesa, fabrica aquí mismo sus propias barricas de roble francés (que en su opinión da mejor calidad que el americano) y ha construido la bodega junto al viñedo. Por supuesto, es una empresa donde está implicada toda la familia, como en la mayoría de las 110 bodegas que constituyen hoy día la D.O.

Aranda posee el encanto de una pequeña ciudad de 30.000 habitantes. Su joya arquitectónica es la iglesia de Santa María la Mayor, construida a finales del siglo XV en estilo gótico final. La fachada es una maravilla de relieves que recrean escenas de la vida de Jesús y aún conservan parte de la policromía original.

También es muy interesante la iglesia-fortaleza de San Juan Bautista. Pero después de esos estupendos paseos llega la hora de degustar el lechazo asado en horno de leña, la especialidad gastronómica de toda la comarca pero que en Aranda es emblemático. Voy al Mesón el Pastor, como es sábado me toca esperar un poco porque el boca a boca funciona y los buenos establecimientos se llenan en fin de semana. Por cierto que Aranda tiene un ambiente nocturno bastante entretenido en su zona de copas.

Los atractivos de alrededor bien merecen un desplazamiento. Primero visito la pequeña población de Gumiel de Izán, solar de antiguos linajes como dan fe sus numerosas casas blasonadas y gran plaza porticada donde destaca un templo de apabullante fachada y la casa natal de Santo Domingo de Guzmán.

Sigo hacia Sotillo de la Ribera para ver las bodegas del siglo XVI, excavadas en la roca; casi un kilómetro de galerías, a más de 30 metros de profundidad, hoy propiedad de Bodegas Ismael Arroyo. Aprovecho para comprar sabroso Queso de Sotillo, puro de oveja churra, que fábrica una familia en unas modernísimas instalaciones pero siguiendo métodos tradicionales, proceso que puede ver el visitante a través de unas mamparas de cristal.

"Con queso y vino se hace más corto el camino", por eso llego enseguida a La Aguilera para visitar el Santuario de San Pedro Regalado, Patrono de los Toreros por haber amansado un toro bravo que escapó del coso de Valladolid sembrando el pánico por la ciudad, allá por 1420. La mismísima reina Isabel La Católica era muy devota de este santo, por lo que mandó a erigirle un sepulcro. La visita resulta corta e interesante, destacando la capilla del relicario con reliquias de santos de las primeras épocas del cristianismo, la iglesia renacentista y la Capilla funeraria, muy rica en simbolismo del triunfo de la vida sobre la muerte.

PEÑARANDA Y LA VID La gran sorpresa del viaje me la dio el conjunto histórico-artístico de Peñaranda. Destaca su Plaza Mayor, sin duda una de las más bellas de España, con el Palacio renacentista de los Avellaneda (de visita gratuita y guiada cada hora), la imponente Colegiata enfrente y las casas de estilo tradicional que cierran su cuadratura.

El segundo elemento de mi breve visita fue la botica de los Jimeno, datada en 1725, lo que la convierte en la segunda más antigua de España, y que ha ido trasmitiéndose a lo largo de ocho generaciones. Conserva todos los elementos de aquella época, cuando la ciencia se mezclaba con la brujería y la alquimia.

Milagrosamente sigue funcionando como farmacia y tal como antaño no hay mostrador sino una puerta-dispensador. La farmacéutica, Mª. José Jimeno, permite la visita según la faena que tenga y nunca a grupos.

Por último subí al castillo, del que se conserva la torre del homenaje y algunos lienzos de muralla.

A 8 kilómetros de Peñaranda se encuentra el Monasterio de Santa María de La Vid, construido entre 1152 y 1160, y que ha ido engrandeciéndose a lo largo de los siglos hasta convertirse en un impresionante conjunto que merece el calificativo de "El Escorial de la Ribera". El monasterio, regido por agustinos, es centro de formación y hospedería, así que quien desee tranquilidad absoluta ya sabe.

En su retablo mayor destaca la imagen de Nuestra Señora de la Vid, realizada en piedra policromada y que data del siglo XIV, con su ramillete de pámpanas en la mano. Y claro, con esta advocación celestial no es de extrañar que el vino de la Ribera del Duero tenga sabor divino.