Un acto de Fraternidad Sublime
A ese enjambre creativo, cuya misión ha sido devolvernos las ilusiones de la niñez y esa contemplación cándida del universo todo - tan útil para transformar aquello que pareciera imposible -, lo hemos sentido invariablemente como si se tratara de un proyecto propio de la Ofi cina del Historiador.
En otros tiempos, La Colmenita fue sólo noticia y regocijo sumo, después presencia inevitable en nuestras plazas, museos, centros infantiles, teatros, escuelas… en la revista Opus Habana, la emisora Habana Radio, el Programa Cultural… hasta convertirse en una obra de la Nación toda que tomó asiento en el Centro Histórico habanero.
A su director, hombre de estirpe martiana, cuya misiónconsiste en amar y fundar, en pensar y actuar para el bien de nuestros más preciados tesoros: las niñas y los niños, le profeso especial admiración. En algunas intervenciones públicas me he referido a su entrega como digna de la estirpe de José de la Luz y Caballero, padre de la pedagogía cubana.
Él ha sido un maestro bueno y generoso, entregado en cuerpo y alma a los niños. Ellos a su vez, en justa correspondencia, se han entregado al amor supremo que Cremata profesa: el amor a su tierra, a todos los niños del mundo, a la paz, a remediar cuanto dolor sea posible con la sonrisa, la alegría y el corazón en las manos.
Cuando sobrevino la urgencia de encontrarles un nuevo espacio de creación, no dudamos en ofrecerles uno de los más antiguos y hermosos sitios de La Habana Vieja: El tercer recinto del Convento de San Francisco de Asís, para cuya rehabilitación se invirtieron cuantiosos recursos, y sobre todo, se empleó sin límites la imaginación en los recursos aplicados del diseño. De tal suerte, al internarnos en la sala teatral, viajamos al mundo insondable de la fantasía infantil y nos deleitamos con los abejorros y los personajes sublimes que van con nosotros desde pequeños: desde la coqueta Cucarachita Martina hasta la agraciada Cenicienta.
Pero lo más conmovedor, lo que realmente nos hace estremecernos de emoción ante la monumental obra, es el fl uido diálogo familiar que se produce entre padres, artistas y niños. En ocasiones, entre los infantes puede notarse el padecimiento de alguna limitación f ísica o mental. Sin embargo, en sólo instantes, ante la representación teatral, se diluyen y complementan las diferencias entre unos y otros, pues a las facultades y potencialidades de todos, han abierto el corazón, en un acto de fraternidad sublime, los integrantes de esa Colmena de inmensa humanidad.
Cremata y su grupo que ya son miles en todo el país. Han llegado con su arte a los más remotos parajes de Cuba y del mundo. A todos asombra la imagen de un futuro mejor y posible para este planeta, que ellos propagan con sus mieles de paz y concordia.
Existen dos formas de ver y soñar el mundo. Justo a la entrada del teatro de la Orden Tercera que hoy ocupan Cremata y su grupo, encontré hace poco a una señora alertándonos de tener mucho cuidado con las abejas que habían formado su panal sobre el pórtico, en un acto probatorio de los sabios caprichos de la naturaleza. “Las abejas pican”, nos dijo ella asustada, y acto seguido, otra mujer que pasaba, refi riéndose al mismo hecho, comentó llena de emoción: ¡Qué hermosura!, se enteraron que estaba aquí La Colmenita y han “anidado” en su puerta.