La Voz de la UNICEF
Se trata de celebridades, fundamentalmente de la cultura mundial, quienes nos ayudan a transmitir nuestros mensajes, porque tienen mucha credibilidad y logran un mayor impacto. En Cuba teníamos, desde el año noventa y cinco, a dos embajadores: el pianista Ernán López Nussa, y la actriz Nancy González.
En 1992 conocimos a La Colmenita y comenzó nuestra relación muy especial con ellos, que ya desarrollaban espectáculos de una calidad artística verdaderamente fabulosa. Vimos cómo se fueron convirtiendo en un fenómeno cultural en Europa, en América Latina… en un fenómeno cultural universal.
Ellos tienen una obra fundamentada sobre dos principios: el amor y la participación real de los niños y las niñas. Pues resulta que para UNICEF, la base de los derechos de la infancia, es la protección. Y el arma más contundente de la protección de la infancia, y del planeta, es el amor; mientras el instrumento principal es la participación.
O sea, la compañía fue creada sobre esos dos derechos fundamentales, y los mensajes que trasmite son los mismos por los que UNICEF lucha en el mundo.
Para nosotros estaba claro que reconocer a La Colmenita como Embajadora, era una necesidad nuestra. Ellos no necesitaban nada de UNICEF, sino todo lo contrario: era UNICEF quien necesitaba a La Colmenita, porque es un ejemplo real de los valores y los derechos de la infancia.
Cuando nos reunimos aquí en la ofi cina de La Habana, la propuesta, fue aprobada por unanimidad absoluta, más allá de que hasta ese momento los embajadores -por regla general-siempre habían sido personas individuales. Hubo un momento cuando pensamos proponer a Tim, pero sabíamos que no lo aceptaría, así que ni hablar, propusimos a todo su colectivo.
Mandamos esa propuesta al director regional de UNICEF para América Latina, Nils Kastberg, quien conoce bien a la compañía, y nos dijo enseguida que contáramos con su apoyo incondicional, pero que todavía debíamos consultar a la sede en Nueva York, que es quien aprueba a los embajadores. La mandamos y fue casi como si nos dijeran “¡No faltaba más!”, porque también en Nueva York conocían la obra de La Colmenita. Incluso se felicitó a la ofi cina por haber llegado a ese acuerdo.
Fue muy importante para nosotros abrir esa brecha: que fuera un colectivo, que ese colectivo fueran niños, y que esos niños fueran del mundo de las artes… Así que, en La Colmenita, la voz de UNICEF está representada por la sensibilidad infantil y por la magia del teatro.