Hombre de múltiples aristas, Anel Omar Rodríguez Barrera (Aguadulce, Coclé, 1964) mantiene una activa y comprometida participación en la vida pública, profesional y diplomática de Panamá, pero confiesa de manera categórica que su gran pasión es la pintura.

«Me inicié en la pintura desde niño, estimulado por un tío materno, pero en 1989, después de la invasión norteamericana a mi país, quedé sin empleo, y en ese momento abracé más la pintura, abracé más el arte y realicé estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Panamá, aunque me defino como un pintor esencialmente autodidacta».

«En mi trayecto creativo pinté muchos paisajes, bodegones, retratos. Después hice pintura abstracta, en los noventa del pasado siglo; obras que podríamos enmarcar como expresionismo abstracto. Posteriormente, e inspirado en «El Mar de los Sargazos», un bellísimo poema del gran escritor y poeta panameño Manuel Orestes Nieto, comencé a pintar una serie que he denominado Habitantes de Sargonia ubicada en lo abstracto figurativo». Anel Rodríguez es un eterno enamorado de Aguadulce, su ciudad natal. «A pesar de que a los 18 años emigré a la capital, Aguadulce siempre está en mi corazón. Mis sentimientos han estado ligados a mi ciudad, y desde hace 4 años retorné a ella, aunque seguí laborando en la capital. He incursionado en la política local y presido la Fundación para la Cultura y el Desarrollo, sobre la que tengo planes muy ambiciosos.

«Yo estoy ejerciendo un trabajo que me gusta. Si bien es cierto que no soy un diplomático de carrera, porque soy un político, esta actividad es una experiencia extraordinaria. Se aprende mucho en el mundo diplomático, y sobre todo en un país como Cuba. Entonces, cuando no estoy en el ejercicio diplomático, dedico mi tiempo a la pintura, que es mi gran pasión».