Ciudad Panamá pequeña y grande
Primera impresión Nuestro arribo a Ciudad de Panamá constituyó una verdadera sorpresa. La categorización de «países del tercer mundo» refiriéndose al conglomerado de naciones e islas que conforman el continente americano, exceptuando Norteamérica, queda anulada tan pronto pisamos suelo panameño, porque esta ciudad cosmopolita, plena de contrastes, impresiona en solo una primera mirada.
Desde nuestra llegada al aeropuerto internacional de Tocumen, percibimos los atisbos de esa revolución constructiva que actualmente da un sello característico al país; la instalación está siendo agrandada y remodelada con una inversión de 70 millones de dólares. Ya en la ciudad, esa primera sorpresa se convierte en admiración y respeto hacia una nación que ostenta con orgullo su crecimiento y desarrollo vertiginoso en las distintas esferas de la actividad humana.
Recorrer la Ciudad de Panamá, capital del país, no resulta difícil; en principio, porque es pequeña en extensión, aunque grande en aspiraciones y sueños, en su voluntad de crecer; en segundo lugar, porque tanto los buses que pasan con frecuencia (los famosos «diablos rojos»), como los taxis, cuyas tarifas son en extremo baratas, están a disposición de los visitantes.
Comenzamos nuestra excursión en la Avenida Balboa que se extiende junto al malecón; detrás, el Océano Pacífico, tan diferente a nuestro Caribe; precisamente allí, junto al malecón, nos detuvimos a observar un curioso fenómeno que se repite diariamente dos veces al día: la retirada del mar (más de 300 metros), que comienza alrededor de las 11:00 a.m., dejando ver su fondo arenoso, cubierto de piedras y rocas; ya en las horas avanzadas de la tarde, al crecer de nuevo la marea, retorna a su lugar.
En esta misma avenida, en un pintoresco parque que exhibe un monumento dedicado a Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Mar del Sur (Océano Pacífico) contemplamos por primera vez, llenos de curiosidad, a los indios kunas con su vestimenta y dialectos originales, exhibiendo las maravillas artesanales que surgen de sus manos. Por supuesto, adquirimos algunas como souvenirs.
Casco Histórico La nueva ciudad de Panamá, fundada el 21 de enero de 1673 por don Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza, comprende lo que ahora se conoce como Casco Histórico, en el barrio de San Felipe. Allí nos dirigimos para impregnarnos
del ambiente de los primeros tiempos de la colonia; ante nosotros estaban los diversos edificios pertenecientes a las antiguas instancias del gobierno, las iglesias (entre las que sobresale la Catedral Metropolitana Santa María La Antigua, frente a la Plaza Mayor, conocida también como Plaza de la Independencia), museos que atesoran piezas y objetos que hablan por sí mismos, clásicos balcones, estrechos callejones y calles de ladrillo, herencia franco-española.
En 1997 el Casco Viejo fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad debido en esencia a su valiosa arquitectura ecléctica, con especial influencia de Francia, Italia y Estados Unidos. Como todo visitante, caminamos por las calles adoquinadas de la Plaza Bolívar, hoy centro cultural en el que se destacan elegantes cafés con una intensa vida nocturna, y fachadas remodeladas, especial atracción para los turistas; luego avanzamos por el Paseo de las Bóvedas, que se extiende por encima del fuerte construido por los españoles para proteger la ciudad. Debajo, en la denominada Plaza de Francia, observamos las antiguas bóvedas, antes cárceles y hoy sedes de un restaurante y diversas galerías de arte. Allí, en esa plaza, se halla el obelisco construido en honor a los héroes franceses que trabajaron en el Canal.
Tuvimos la oportunidad de visitar el edificio de la Presidencia de la República, también denominado «Palacio de las Garzas»; muchas de estas estilizadas aves allí cautivas quedaron eternizadas en nuestras fotos. En Panamá la Vieja, situada a 8 km del centro de la ciudad actual, los vestigios arquitectónicos de lo que fueran las principales construcciones fundacionales hablan el lenguaje del tiempo y remiten a su destrucción en el año 1671 por el pirata inglés Henry Morgan. Sobresale la Torre de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, que se conserva aún a pesar del paso de los años.
En un recorrido por las principales avenidas pudimos constatar, en toda su pujanza, el boom inmobiliario que da un sello distintivo al actual Panamá; el despertar abrupto, enérgico y vertiginoso de esta ciudad que se empeña en develar al mundo su rostro cosmopolita, su singular ambiente de metrópolis, es una de las características que más admiran los que la visitan. Numerosos centros de compra abren sus puertas a visitantes y nacionales, quienes pueden adquirir en ellos las más diversas mercancías de todas partes del mundo, y lo más interesante, a bajos precios. El sector lo componen, en su mayoría, modernos edificios tipo Centros Comerciales, en los que se destacan tiendas y artículos para todos los bolsillos. Franquicias internacionales de restaurantes, integradas en estos sectores comerciales, ofrecen amplias posibilidades para seleccionar el menú preferido y contribuyen a acentuar ese ambiente festivo, relajado y de satisfacción.