Los mitos aborígenes taínos son el resultado de la simbiosis de las religiones indígena, hispana y africana y otras expresiones religiosas del mundo.

Detengamos la atención en la mitología de los pobladores originales del Caribe -denominados indios por el Almirante Cristóbal Colón- y en descifrar qué quiso expresar esta cultura con sus mitos. En los relatos de la mitología antillana aflora el animismo; sus figuras religiosas son concebidas como espíritus buenos, malos o ambivalentes. También en ocasiones, conjuntamente, podía evidenciarse en los cemíes la existencia del totemismo; se les otorgaba forma de animal o antropozoomorfo. El Ser Supremo de los aborígenes antillanos enseñaba a los taínos las técnicas de la agricultura y de la navegación, pero podía transformarse, por el contrario, en un ente colérico que requería la intervención de su progenitora para aplacarse. Muy colérica también podía ser Guabancex (la “señora del viento”), bueno era Boinayel (“la serpiente parda”, metaforización de las nubes cargadas de lluvia), al que se oponía Marehú, el espíritu del tiempo despejado. A Guacar se reconocía como “Madre de las aguas, Señora de la Luna, las Mareas y la Maternidad”, y Baibrama, además de colérico, era feo y malo porque enviaba las enfermedades. El poder del trueno radicaba en Guatauba, heraldo de Guabancex, el cual ordenaba a los otros cemíes que ayudaran a hacer mucho viento y lluvias.

LOS TAINOS Y SUS MITOS DE LA CREACION Y LA MUERTE Centrándonos específicamente en su religión, el animismo es la creencia en una especie de poder invisible, potencia, cualidad o don especial que distingue a una persona de otra, pero que incluso puede encontrarse en una planta, en un animal o expresarse en el conglomerado social y a la que también se ha dado el nombre de maná. Los taínos llegaron a la personificación, es decir, a la concepción de espíritus, a los que ya atribuían determinada configuración, la cual daban a conocer a través de sus ídolos que constituían la representación simbólica de sus figuras religiosas o, sea, sus cemíes. Su mitología, muy bien estructurada, dio explicación a sus principales interrogantes. Tratándose de su “mundo”, un mar común salpicado de islas, resulta lógico que fueran éstas las primeras en aparecer en su cosmos, y que en una de ellas -La Española, según el bautizo hispano-, ubicaron la cueva que llamaban Jagua en la cual había tenido lugar su origen. Los taínos salidos de ella, tal como indica su nombre, eran “los buenos, los nobles, los prudentes”, mientras que sus antecesores -”los sin valor, los sin mérito”- habían salido de Amaiauna. Los hombres antillanos no habían sido creados; como compete a una sociedad agrícola, brotaron de la tierra. La cueva de Jagua estaba situada en la montaña Cauta, al parecer identificada por los antillanos como el “lugar alto” donde habitaban los espíritus. Y tal montaña, a su vez, se ubica en Caonao lugar que significaba donde había mucho oro, el cual estimaban no por su valor económico, como los conquistadores, sino porque como en otras culturas amerindias se le consideraba emanación de los seres sobrenaturales, portador de virtudes que daban y alargaban la vida. También en una cueva los taínos situaron el origen del Sol y de la Luna. Esa caverna, decían, existía en el país del cacique Mautiatihuel . Los hombres que estaban en la cueva no podían salir hasta que no se determinase a donde ir: así parecía haberlo orientado Anacacuya, el “Espíritu central”. Allí hacían guardia de noche y ésta se le había encomendado a Macocael “el sin párpado”, “el desvelado”. Pero los hombres desobedecieron. Macocael tardó en regresar a la guardia y por tal motivo el Sol se lo llevó y lo convirtió en piedra en un lugar cercano a la cueva. A otros hombres que desobedecieron, el Sol los convirtió en árboles llamadosjobos, y a Yahubaba, a quien se le dió la encomienda de traer la planta utilizada para sus curaciones (el güeyo), fue convertido en pájaro. Por transformación, los niños devinieron en ranas. Los pequeños fueron dejados por Guahayora, en un lugar cercano a un arroyo. Este personaje mítico también desobedeció, vulneró el tabú asociado al incesto, por ello fue castigado al parecer con la sífilis. La mujer llamada Guabonito “espíritu que sale de las aguas”, lo puso en un lugar apartado (guanara) y allí curó; entonces se cambió de nombre, acto que significaba nacer de nuevo después de una enfermedad. Para explicar la formación del Mar, los taínos hacían intervenir a cuatro hermanos -eran dos pares de gemelos o cuádruples, no se aclara- quienes descolgaron la güira que contenía los huesos de Yayael, convertidos a su vez en peces. Fue tanta el agua desbordada que inundó toda la Tierra. Los taínos tuvieron, igualmente, sus mitos sobre la muerte que como para sus antepasados, era prolongación de la vida, pero creían en los fantasmas. Por el día, los difuntos estaban recluidos en Cobaybay (casa de los muertos), mientras por las noches hacían fiestas y salían a pasear. Los muertos se aparecían a los vivos en los caminos, y si estos eran valientes y no quedaban atontados, el fantasma desaparecía. La única forma de distinguirlos era tocándoles el vientre; si carecían de ombligo es que estaban muertos, se habían liberado de su envoltura carnal y de su espíritu.

La Doctora Fariñas, investigadora e historiadora cubana, eautora del libro “Religión en las Antillas”, hizo su tesis doctoral sobre este tema.

Aldeas Tainas

Disfrute y conocimiento se dan la mano en una aldea taína recién abierta al público en Holguín, donde destacan figuras humanas de tamaño natural que imitan a los primeros pobladores de Cuba. La reproducción de una comunidad de indios taínos forma parte del Sitio Arqueológico Chorro de Maita, donde radica también el mayor sepulcro indígena del Caribe. El visitante puede degustar en el restaurante platos típicos taínos, y recorrer escenas donde indios detenidos en el tiempo ejecutan danzas en grupo, llamadas areítos. Pruebas científicas realizadas en el sitio aseguran que los cráneos y esqueletos hallados pertenecieron a personas que vivieron allí entre los años 1490 y 1540. También en la Península de Zapata, Matanzas, existe una réplica de aldea taína que se hizo famosa desde hace años por el realismo de las figuras realizadas por la célebre escultora Rita Longa.