Las abejas
Mucho sabía Cleopatra acerca del cuerpo humano y por ello recurría a los más diversos elementos de la naturaleza, la mayor de las veces, para cuidarlos. Los mayas también eran maestros en eso de atender las heridas de combate o los rasguños infestados auxiliándose del vasto entorno vegetal y animal. En ambos casos las abejas fueron siempre modelos útiles a imitar. Siglos después, Internet sigue aconsejando como muy efectivos los remedios de antaño; así, contra el envejecimiento formal del rostro una receta supuestamente infalible consistente en una mascarilla de suero fisiológico, aceite de oliva y miel de abeja. Y ante quemaduras por faenas de cocina se sugiere aplicar sobre la piel un ungüento a base de hojas de Sábila y miel de abeja virgen.
Gustado néctar Nacida del amor entre una planta y un insecto fluye la miel. Y en esa comunión de flores y abejas sería difícil encontrar a alguien cuyo paladar no agradezca el sabor de ese viscoso líquido, de 1 a 1.5 veces más dulce que el azúcar común. Chicos y grandes se entusiasman sobremanera ante una golosina acaramelada de miel que a casi todos gusta. Pero sí es mucho más probable un desconocimiento generalizado sobre su composición, pues el ambarino néctar está formado por 16 tipos de azúcares entre los que predominan dos: la levulosa o fructuosa y la dextrosa o glucosa. Esta combinación es calificada por los expertos como un binomio super energético, descrito en la literatura especializada como predigeridos, dada la rapidez de su entrada al organismo y su fácil asimilación después. Por su alto contenido en sustancias biológicamente activas es asimismo la excelencia hecha alimento, regalo para la nutrición y salud de ancianos y niños mayores de un año. Y la sabiduría popular, al adjudicarles poderes casi mágicos, ronda sin quererlo en la verdad científica, siendo así que la miel de abeja resulta un buen antiséptico al tener, a partir de las inhibinas, una increíble capacidad bactericida. Esta condición lo vuelve un producto también muy socorrido en la fabricación de cremas para la piel o el cuidado del cabello, con la propuesta de shampús muy populares en los diversos mercados. Pero, ¿qué es en realidad una abeja? ¿Quién es la Apis melífera? La veo atrapada en el tiempo sin ese zigzag nervioso y bullanguero; una abeja dormida tras el amarillo ámbar deja constancia de su existencia hace casi un millón de años. Su apariencia serena de la ilustración es engañosa porque se trata de uno de los ejemplares más movedizos del reino animal. En su hogar, la colmena, el ir y venir es incesante, lo que da lugar a todo un microcosmos donde prima el ingenio y la laboriosidad.
Vida social compleja Necesitan de una estricta jerarquía para vivir su corta aventura de libar, fabricar miel o trasladar polen, por lo que, obreras y zánganos se agrupan disciplinadamente alrededor de una sola reina, la cual dirige a colonias de 30 000 a 70 000 abejas. Al nacer de un diminuto huevo, colocado en un alvéolo, este miembro de la familia de los himenópteros solo dispone de 45 días para cerrar su ciclo vital. Por tanto, la organización de sus tareas es un factor decisivo en aras de una descendencia continuada. El huevo hembra sufrirá una metamorfosis de larva, ninfa, crisálida e insecto al final de su día 15 sobre la tierra. Si para un miembro común de la colmena, la quincena fue tiempo más que suficiente, la transformación de la reina será más lenta, coronada 21 días después. Para recorrer ese tramo de la creación con éxito, el huevo del principio debió ser alimentado por las mismas abejas obreras con papilla de polen y miel. Y como era de esperar, las predestinadas monarcas fueron cebadas solo con jalea real, lo cual las hace más fuertes y grandes, con longitudes de hasta 18 milímetros. Reina podrá haber, como en cualquier verdadera monarquía, una sola. La que primero perfore su ropaje transparente saldrá invicta con la misión certera de dar muerte a otras posibles larvas-competencias. Los machos, un centenar apenas, adquieren el nombre de zánganos desde su misma cuna, a tenor con su reticencia a no querer abandonarla, algo que al final hacen a los 23 días, luego de alimentarse con la misma dieta de las hembras. Son rechonchos, lentos. Desprovistos del aguijón imprescindible para la defensa quedan a merced de las obreras, encargadas de darles de comer. Existen para inscribirse en una supuesta lista de espera pre matrimonial porque no todos llegarán a ser seleccionados para fecundar. Pese a estas singularidades, todos en la colmena cumplen una función esencial en la dinámica de grupo, al asumir de manera consecutiva varios papeles. A diferencia de otros insectos, las abejas no seleccionan sus deberes, pues tienen ya algo así como un cronograma preestablecido; primero como nodrizas de las larvas, almaceneras de polen y de néctar o como constructoras de panales a partir de la cera. Sobresalen como guardianas y ya al final, se “disfrazan” de libadoras y por ello se les ve en el campo de flor en flor. Entonces esas sonoras abejitas que tanto reseñan los cuentos infantiles o los cartones de dibujos animados son, ni más ni menos, las adultas de entre 22 a 45 días de nacidas. Una de las cosas curiosas del mundo de las obreras es que en su desarrollado abdomen unas glándulas les permiten la producción de cera, la materia constructora de sus viviendas de varios pisos como conglomerados de apartamentos modernos. Este recurso es, además, sumamente utilizado por el hombre, tanto para el alumbrado con velas como en la cosmetología, pues los lápices o creyones labiales tienen una proporción aglutinante de cera. Y no podía pasarse inadvertida la danza de sus alas pequeñas en batir constante y hacia cualquier lado en la época de nodrizas, cuando al proveer a los alvéolos de miel y polen deben también mantener la humedad y temperatura constantes de estos. El sonido producido por los abanicazos permite la comunicación así como la orientación de los contingentes de buscadoras. El destino fugaz de los zánganos, por su parte, lleva el signo de la perpetuidad de la especie, y aunque desde afuera y a ojo de los mortales humanos sean “buenos para nada”, la danza nupcial de unas pocas horas los inmortaliza, al morir tras fecundar a la reina en nuevas larvas, ninfas, crisálidas, e insectos. Los rechazados para la cópula son asimismo expulsados de la comunidad en una franca guerra de las obreras, cansadas de servir como camareras. La razón primaria de ser de esos insectos es adorar a la Reina. A los seis días de su nacimiento, esta se aparea unas cinco o seis veces a una decena de zánganos. El intercambio se realiza al aire libre, en una desenfrenada alegría por acumular espermatozoides. Una vez saturada de “sexo” en remembranza de una chica de buena familia, la abeja reina retorna a la colmena para no salir nunca más en los cuatro o cinco años de su fecunda vida: A un huevo por minuto ascenderá su récord personal. Sí las obreras, por ser estériles, son sus esclavas, la reina también lo es en cierto modo, al poner sin parar hasta dos mil huevos al día... Pero cuidado, esto es un equívoco, ella es, además, una sabia conductora de muchedumbres, pues para lograr la cohesión envidiable de su sociedad, segrega la sustancia química de la ferromona, identificativa para cada colmena y herramienta o mapa eficiente en la organización del trabajo. Siguiendo ese ejemplo, las obreras crearán a su vez otro tipo muy similar de ferromona para identificar lugares, para emitir señales de alarma, controlar las reservas de comida o regular la puesta de la reina en aras de evitar una superpoblación.
Fertilidad en sus paticas "Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían 4 años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”. Quien así se expresó fue el Premio Nobel de Física Albert Einstein, admirador de estos curiosos animales. La epopeya realizada por la comunidad de la colmena avala el criterio de ese científico, porque al libar, la abeja tiene un papel esencial en la fertilidad de las plantas. Se establece, por tanto, un círculo de dependencia: sin polen, no hay fruta; sin abeja, no hay polinización. Se trata de un polvillo, la mayoría de las veces amarillo, producido por los órganos masculinos de las plantas con la genética orden de fecundar los órganos femeninos. Sin proponérselo, y al viajar desde un cono a fragancias nuevas, las abejas trasladan polen de un lugar a otro, ya que no pueden amasarlo todo en unas diminutas bolas rociadas con néctar. Al caer en las flores dispuestas, el fruto vendrá después sin demora. Desde cualquier ángulo que se mire, el polen es una bendición y las abejas lo presienten. Por eso nada las detiene en su búsqueda, siendo capaces de recorrer hasta 500 millas con tal de poseerlo Con los años, el hombre ha aprendido a valorar al polen por sí mismo, con la demostración en estudios de laboratorio de que contiene cerca del 35% de proteína, en particular aminoácidos libres, todas las vitaminas solubles en agua (rutín, biotín y el ácido nicotínico) con derroche de minerales y aceites esenciales. En medicina sus aplicaciones son de las más variadas. Por ejemplo, sirve en el tratamiento natural para la sustitución hormonal en pacientes con menopausia, propiciando un descenso del colesterol en sangre y mejorando la estructura de los huesos. El aceite esencial de polen de abeja o polen reconvertido es beneficioso además para contrarrestar los efectos negativos de la aplasia medular, arteriosclerosis, artrosis, asma bronquial y bronquitis crónica, caída del cabello, estrés, enfermedad de Alzheimer, hepatitis, hígado graso, intoxicación medicamentosa, adenoma de próstata, úlcera de córnea, y hasta algunas alergias. Los cosméticos tampoco lo olvidan, pues constituye parte de la formula de tónicos capilares y otras ofertas para el aseo personal
De la Jalea Real y de la Apiterapia Secretada por las glándulas farígeas de las nodrizas de la colmena, la jalea real viene a ser la leche materna para los bebés, solo que esta vez se trata de un azúcar producido en el buche de una abeja y que está compuesto por vitamina B2 y ácido pantoténico o vitamina B1, extractos de éter, nitrógeno, azufre, fósforo y otras vitaminas, en especial la E. No en balde la reina es la única adecuada para comerlo y obtener de esta forma increíbles capacidades físicas. Actualmente la farmacología brinda en cápsulas industriales este producto natural a partir de su producción en colmenas artificiales, como imitando una secuencia de la vida de las abejas reinas. A estas se les cría en un nido plástico con decenas de rejillas llamadas excluidoras. Allí se depositan por 24 horas las larvas de mayor aceptación, pero consumidoras de menor cantidad de jalea. Los resultados son fabulosos. El premio a este esfuerzo será una producción por celda de 500 miligramos de jalea real, o sea de 250-400 gramos en condiciones ambientales de una colmena real. El agradecimiento de la sociedad es infinito, pues de la prescripción médica se pueden atender lo mismo la inapetencia, trastornos de la nutrición, trastornos neuropsíquicos y del envejecimiento, afecciones de la piel, asma, anemia y también puede servir como anticoagulante. Se le ve muy vinculada al cuidado de la salud, gracias a la composición de sus producciones; la abeja, sin embargo, también como ente vivo nos salva de enfermedades. Al habitar en la mayoría de los confines del mundo, ha sido más que estudiada desde los tiempos lejanos del viejo Hipocrátes. La curación con abejas no es por tanto un disparate y aunque la apiterapia empezó como un experimento aislado, hoy en día es algo muy socorrido a pesar del pavor que despierta en algunos. Ya sea con el ejemplar vivo o con una inyección, el veneno de ese insecto, uno de los más mortales si se es alérgico a él, se ha “domesticado” por su componente de melitina con poderosas propiedades bactericidas y citotóxicas. Luego de la picadura se producen los síntomas de inflamación a través de liberación de histamina. De igual modo estimula la pituitaria para liberar ACTH, que a su vez convoca a las glándulas suprarrenales para producir cortisona, lo cual permite que el cuerpo efectúe la orden de autocuración. Demostrado está que este método es cien veces más potente como antiinflamatorio que la hidrocortisona. También el veneno de la abeja tiene péptido, apamin, hialuronidasa , adolapin y dopamina, conocido neurotransmisor, tan añorado por los pacientes con Parkinson o los enfermos depresivos.
Algo de leyenda Cleoprata, la mujer-estado, no podía sustraerse de la época de intrigas y luchas por el poder que le tocó vivir. Por eso los venenos formaban parte de su cotidianidad, con la elaboración personal de los mismos. Se instruyó en esos menesteres imitando a las abejas, las cuales nacieron, según los textos del antiguo Egipto, de las lágrimas del Dios Sol, Ra, las que tras caer al suelo se transformaron en abejas constructoras de panales y fabricantes de miel, aunque guerreras mortales si se les atacaba. La siempre coqueta y presumida amante de Marco Antonio las veneraba igualmente, debido a los tratamientos faciales a base de miel de abeja o la depilación con cera. Por eso durante siglos existió la orden real de protegerlas como divinidades. En otro confín del mundo y en otra dimensión del tiempo, los pueblos mayas de Centroamérica y una parte de México, en Yucatán, tenían entre su compleja red de dioses mayores y menores a Ah Mucen Cab, el Gran Guardián de la miel, y a Balam Cab, o jaguar abeja. En consideración a su alto sentido de la orientación, los cuatro puntos cardinales de esa importante civilización americana estaban representados con una imagen de este prodigioso animal, la abeja.
REPOSTERIA CON MIEL
Pastel de Avena y Miel Ingredientes: 3\4 taza de avena 1\4 taza de harina 1\3 taza de mantequilla 1 cucharada de miel espesa 1\3 taza de pasitas 1\4 taza de leche 1 cucharada de polvo de hornear 1\4 cucharadita de especias surtidas 1 pellizco de sal Mezclar la avena con la harina. Después agregar la mantequilla, las especias, el polvo de hornear y las pasitas. Unir miel y leche calentándolas juntas y adicionar a los anteriores ingredientes. Poner la masa dentro de un molde redondo previamente engrasado y cocinar en horno mediano. La masa también puede ser dividida y en ese caso, se hacen pastelitos individuales, cocidos en horno fuerte durante 20 minutos. Se pueden comer fríos o calientes.
Torta de Frutas y Miel Ingredientes: 6 libras de azúcar blanca 6 libras de manteca dulcera 6 libras de harina fuerte 1 litro de leche 36 unidades de huevos 3 libras de maicena 2 libras de pasas 5 libras de frutas confitadas 1 libra de almendras picadas 2 onzas de canela en polvo 4 onzas de levadura 8 onzas de ron 5 cucharadas de miel Mezclar todo bien, poniendo en la primera velocidad de la licuadora el azúcar, la manteca, la levadura. Luego se bate en segunda velocidad, y se agrega poco a poco los huevos; cuando se haya cremado la mezcla, se pone la primera velocidad y se adicionan los demás ingredientes, y al final la harina. Se usa el molde de su preferencia. Se hornea a 250 grados Farenhein, comprobando cada cierto tiempo con la punta de un cuchillo la cocción de la masa.