- Teatro Colonial de Gibara.
Si ayudas a vestirme, te acompañaré con todo el esplendor de mi belleza.
El teatro
El desarrollo del puerto gibareño en la segunda mitad del siglo XIX trajo consigo un florecimiento de la economía de la villa que influyó notablemente en el acontecer cultural. Actividades artísticas con la inclusión de las más diversas expresiones eran habituales en las viviendas, sobre todo en aquellas donde se contaba con un piano; existían más de treinta en Gibara. La prensa de la época recoge esas reuniones culturales donde se representaban obras teatrales y se interpretaban obras de grandes compositores por parte de aficionados.
El incremento de las inquietudes artísticas por parte de los habitantes de la villa llevó a los gibareños a habilitar un viejo almacén de víveres como teatro en los primeros años de la década de 1870. De ese entonces queda el testimonio de la visita, actuación y asesoría de Antonio Zafrané, un artista profesional, a los programas de la actuación de la Charanga del Batallón de Cazadores de Santander y la Banda de Bomberos, con danzas, arias, vals, polcas…
Un nuevo espacio requirió la villa para sus actividades. Así surge primero la Sociedad Círculo Familiar (1878), en un edificio recién construido y alquilado, al que se le hizo un escenario, costeado por algunos gibareños, que se estrenó con la compañía de zarzuelas de Puga y Goenaga. Luego este local se cierra para dar paso a la Sociedad Círculo Popular, de instrucción y recreo, fundada en 1884, cuyo teatro tenía capacidad para trescientos espectadores. En él actuaron artistas como Enriqueta López Zafrané, el pianista don Gabriel Maestre y los hermanos José Manuel y Julián Jiménez, violinista y pianista respectivamente.
Pero la actividad artística continuaba creciendo en Gibara. La Junta Directiva de la entonces Sociedad Casino Español iniciaba en 1886 las gestiones para construir un teatro más a propósito con las actividades que se realizaban. Para ello se logró, mediante donaciones de los gibareños más acomodados económicamente, el solar que se requería, el proyecto para su construcción, el dinero para los recursos necesarios y el contrato de quienes en él trabajarían.
La obra se inició el 19 de febrero de 1889. El florón del cielo raso del salón central y el dorado de todas las medias cañas fueron hechos por un gibareño gratuitamente. El 13 de septiembre de 1890, el teatro Casino Español abría sus puertas con la actuación de la famosa compañía de Palau. De ese hecho el historiador gibareño Herminio Leyva diría: «Gibara en aquellos días parecía una capital».
Luego de ese acontecimiento, en el Teatro Colonial actuaron la celebre compañía de Chiarini, la de Paulito Delgado, los Bufos de González Hernández, los Tres Bemoles, el prestidigitador Mr. Balabrega, la empresa Benavides y la compañía Pubillones-Saviri.
En 1892 llegó la compañía de Luisa Martínez Casado. Dos años después se escucharía el concierto de Claudio Brindis de Salas y también actuarían Ignacio Cervantes, Rafael Días Albertini y la compañía de zarzuelas de María Verona, entre otras personalidades que durante los diez años después de construido el teatro visitaron la villa.
Pero en el siglo xx nuevas actuaciones prestigian el escenario del Casino Español: el violinista José Dumois Michell, los guitarristas Vicente Gelabert y Rey de la Torre (gibareño graduado en España) y la violinista y bailarina Norka Rouskaya. Más adelante actuaría también en el Teatro Colonial los hoy grandes actores Salvador Wood y Aurora Basnuevo, pero también estarían Ignacio Villa, María Remolá, Enrique Arredondo y muchos otros nombres representativos del arte cubano.
En los años cuarenta, el Teatro Casino Español asumió la función de sala cinematográfica sin abandonar los espectáculos teatrales y se mantuvo activo hasta que en 1972 se debió cerrar por su deplorable estado constructivo.
En la década de los ochenta se intentó su primera restauración, que no llegó a feliz conclusión por falta de recursos. En 1998, el equipo técnico de Monumentos, aficionados y otros trabajadores de la cultura deciden abrir sus puertas y utilizar su estructura con la actividad «Noche de la Trova». Con esta se atrajo nuevamente la atención sobre el teatro y la necesidad de su restauración. Una invitación se levantó en su puerta principal: «Si ayudas a vestirme te acompañaré con todo el esplendor de mi belleza».
Poco tiempo después llegaba un primer dinero que fue utilizado en la reparación de la cubierta, en la consolidación de la estructura general y el tercer nivel, así se protegería su interior y se alargaría su vida útil hasta tanto se pudiera continuar su restauración.
Durante este período el teatro continúo adecuando sus espacios interiores con escenarios y lunetas improvisadas en cuanto evento cultural tenía la ciudad: Semanas de la Cultura, Encuentros de Ciudades del Mar, Festival Internacional de Cine Pobre… Han actuado allí la actriz Norma Arencibia, Reynier Mariño y su grupo, el Teatro Lírico Rodrigo Prats y la Compañía Codanza, entre otros. Sirvió de marco escenográfico para una de las escenas de la película Miel para Oshún, de Humberto Solás. Fueron muchísimos los visitantes nacionales y extranjeros que de esta manera se siguieron acercando al teatro.
Bajo la dirección del Consejo Provincial de Artes Escénicas y del Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol como inversionistas y con el apoyo gubernamental, participan en esta ocasión brigadas del Fondo Cubano de Bienes Culturales de Holguín, la Empresa de Ingeniería y Diseños Vértice y la Empresa de Proyectos y Servicios de Ingeniería de la Cultura Atrio, aunando voluntades a fin de devolver en lo posible la edificación a su estado original, pero ofreciendo a su vez la posibilidad de que tenga un uso actual. Es por ello que desde el inicio se opta por rescatar la forma y la decoración de la sala de 1890, toda de madera, tipo auditorio en forma de herradura según el modelo de teatro a la italiana, con capacidad aproximada para doscientas cuarenta personas, distribuidas en tres niveles. Constituye un reto y es el eje central de la intervención la adaptación del espacio escénico a los requerimientos de la función teatral moderna, razón por la que se propone una nueva mecánica de escena, luces y sonido cumpliendo con las necesarias normas ópticas y acústicas. Seis camerinos debidamente equipados servirán de recinto a los artistas.
El exterior del edificio solo admite como categoría de conservación la restauración de su sencillo y elegante neoclásico. Como huella del presente se le proyecta en su acceso principal una modesta marquesina de estructura metálica y acrílico.
Hacia la izquierda del inmueble, visto de frente, se prevé la recuperación de su patio o jardín, al que se le incorpora una sala alternativa exterior concebida con una estructura ligera moderna. Esta se complementa con un pequeño bar-cafetería y servicios sanitarios públicos, de uso común con el teatro. Sobre dichos objetos y formando parte de un nuevo edificio colindante con el teatro, se ubican respectivamente oficinas y un salón vip con acceso directo al interior del segundo nivel de la sala.
Según lo previsto para la primera fase constructiva, ya se restaura la estructura portante de la cubierta y se colocan sus nuevas tejas, se reproducen cuidadosamente balaustres, cambrearines, molduras, celosías y elementos de madera en general. Para satisfacción y orgullo de gibareños y holguineros, se vuelve a sentir vida en este edificio especial de la ciudad de Gibara, el cual espera reabrir sus puertas a artistas y público de hoy y mañana, brindando de este modo continuidad histórica, alimento a la tradición y sublime respeto por el arte.