La Granjita Siboney.
Ciudad Escolar y Museo 26 de Julio.
Catedral de Santiago de Cuba, a un extremo del parque Céspedes.

Aunque no por su antigüedad, Santiago de Cuba es la segunda ciudad de la isla de Cuba, y la primera con importante referencia histórica. Es además un crisol del Caribe y Europa, donde se mezclan a lo largo de sus 490 años varias culturas, las cuales influyeron en su idiosincrasia y riqueza musical y artística en general. Entre las metrópolis que primaron en Santiago se destacan España y Francia, pero también la pujante Inglaterra, dueña de los mares dejó su huella histórica en combates por la posición de la Villa que no pudieron ocupar. Súmese a ello la relación directa con casi todas las islas del Caribe y con la gran Colombia. Esta relación no ha tenido término y en el siglo XX, sobre todo en las primeras décadas miles y miles de antillanos, sobre todo haitianos y jamaicanos llegaron a Santiago como emigrantes. El auge de la industria azucarera encontró sus mejores trabajadores entre multitudes de esas islas. Parte de ellas sustituirían a los antiguos esclavos procedentes de Haití con muchos de sus amos, tras la Revolución haitiana, iniciando y desarrollando el cultivo y procesamiento del café, introducido en las montañas del sur de Oriente, sobre todo de Santiago y Guantánamo, por los colonos desplazados de la isla vecina. Este éxodo benefició una incipiente industria, y abrió caminos en las montañas.

La metrópoli española había decidido las fundaciones de las villas de Bayamo, Trinidad y Puerto Príncipe y otras, cuando Diego Velázquez con el bien ganado título de aniquilador de indios en la Española (Santo Domingo) se adelantó a fundar la de Cuba (Santiago de Cuba) con hombres de su estirpe como Hernán Cortés, Juan de Grijalba, el navegante Antón de Alaminos, Manuel de Rojas, Bernal Díaz del Castillo, Bartolomé de las Casas, Vasco Porcayo de Figueroa y Pánfilo de Narváez, entre los primeros. Velázquez con su séquito determinó establecer su residencia oficial, de la Asunción (Baracoa) a Santiago de Cuba en 1515. En este 2005 se cumplen 490 años.

Según los cronistas el adelantado Diego Velázquez tomó esa decisión al «comprender la magnificencia natural de la región y su fácil comunicación con Santo Domingo, residencia por entonces del Gobierno de Indias». Entre otros factores, quizás uno de los más importantes fue la calidad de su bahía de bolsa y el promontorio que en un flanco de esta podría servir para vigilar el Mar Caribe. Siglos después se construiría el majestuoso e histórico Castillo del Morro, declarado a fines del siglo XX, Patrimonio de la Humanidad, entre el sistema de fortalezas españolas en América.

Cuba, o Santiago de Cuba, fue fundada pues, apenas dos décadas después del descubrimiento de América. Por su situación geográfica, esta ciudad resultó el punto de enlace idóneo no solo con La Española, sino con toda América del Sur y estuvo más vinculada a estos países que a la propia Habana -incluso cuando la Habana se constituyó en capital de la Isla, casi medio siglo después-, dada las distancias y las dificultades de la comunicación en los primeros tiempos, entre un extremo y otro de la Isla y de esta con Europa, lo cual se facilitaba más desde el puerto de la Habana. Tal hecho también contribuyó a que la capital oriental desarrollara y afirmara perfiles sociales, culturales y económicos propios. Algo poco divulgado es el hecho de que Santiago se vinculó a la Luisiana cuando muchos colonos franceses fueron obligados a abandonar la ciudad, para pronto regresar reinstalándose en Santiago. La suma de los factores mencionados generó hábitos esenciales, que han dejado fuertes huellas desde la comida, hasta el baile y la música en general, además del abierto carácter de la población santiaguera, tanto por su hospitalidad, como la forma y rapidez con que asumía las corrientes más liberales, a partir de la Revolución Francesa.

La reconocida capacidad de rebeldía de la población oriental, sintetizada en Santiago de Cuba, es una constante en la historia de Cuba desde tiempos remotos; data especialmente de la revolución de los cobreros, esclavos del Rey, que laboraban en las minas del Cobre, las más antiguas de América, explotadas en grandes proporciones. Los esclavos del Cobre, locación perteneciente a Santiago de Cuba, fueron los primeros negros que se liberaron en el continente. Su rebeldía, no pudo ser escamoteada por las autoridades coloniales, aunque requirió tiempo y lucha. Hasta ser confirmada por el rey. Por otra parte, en El Cobre se yergue hoy un trascendental monumento en bronce, del escultor Alberto Lescay en homenaje a los cimarrones –esclavos que se hacían libres asentándose en las montañas e incluso comerciando en las costas del sur, con navegantes furtivos.

Santiago dio a la patria veintinueve generales en las guerras de independencia contra el colonialismo español, en dos períodos históricos en el siglo XIX. Y fue en su bahía así como en playas y colinas circundantes como San Juan, El Viso y las playas de Daiquirí, Siboney, al igual que en los recalos de la costa cercana a la bahía donde se libraron las batallas que pusieron fin al colonialismo español en toda América.

Esta ciudad fue protagonista de la guerra Hispano-Cubana-Norteamericana. En sus mares se libró la última y decisiva batalla naval. La escuadra española no pudo resistir el embate de los navíos de guerra norteamericanos. Esta guerra, sin embargo, había sido un pretexto del gobierno de Estados Unidos para dominar la Isla de algún modo, cuando ya las tropas patrióticas del Ejército Libertador tenían liberada toda la provincia de Oriente y de hecho se había venido abajo el poder de España en la Isla, a partir de las victorias revolucionarias independentistas en la antigua provincia de Oriente, con Santiago de Cuba como capital del vasto y poblado territorio.

El más importante de los generales libertadores de Cuba, el Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales, es hijo de Santiago, al igual que todos sus hermanos, soldados de la libertad frente al ejército colonial. Aún se conserva la casa donde naciera quien pasó a la historia como El Titán de bronce, un mulato que tenía tanta fuerza en el brazo como en la mente, según dijera José Martí, pensador, poeta y organizador de última guerra de independencia. En su honor la plaza de concertación popular y batallas políticas construida por la Revolución lleva su nombre y se destaca desde muchos ángulos de la ciudad por la escultura monumental que la adorna.

Santiago no es solo la cuna de la Revolución, como es llamada con razón, sino también lo es del son, de la música más tradicional, de los anales musicales del compositor Esteban Salas, cuyas partituras originales, datadas del siglo XVIII, fueron descubiertas por escritor Alejo Carpentier, en la Catedral de Santiago. A propósito de la música, las tonadas de Santiago no son iguales que las de La Habana u otras partes de la Isla, algunas de estas tienen fuerte influencia del minué francés, sintetizado en la Tumba Francesa que introdujeron los esclavos procedentes de Saint Domingue o Haití. El Carnaval, uno de los eventos populares de más larga data y atractivos en el país, no se parece en nada a los que comúnmente se celebran en otras ciudades: en Santiago es fiesta generalizada en toda la ciudad y tras sus comparsas y carrozas baila el pueblo. Varias Avenidas como las de Martí, La Trocha, o Garzón, se visten de gala en esa fiesta multitudinaria que con la cual se recibe la fecha del 25 de Julio, Día del santo patrón Santiago Apóstol. Son tres días especiales de fiesta: el de Santa Cristina, (24 de Julio) Santiago (25 de julio) y Santa Ana (26 de Julio).

Precisamente el 26 de Julio, de 1953 Santiago volvió a demostrar su rebeldía, en este caso contra una dictadura sangrienta de Fulgencio Batista, que se había entronizado en Cuba por un artero golpe militar la madrugada del 10 de marzo de 1952. El 26 de Julio, el joven abogado Fidel Castro asaltó el Cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar en importancia del país. La heroica acción no tuvo el éxito militar esperado pero con ella se inicio la lucha por la segunda y verdadera independencia de Cuba. La mayoría de los jóvenes hechos prisioneros ese día y en horas y días subsiguientes fueron vilmente asesinados. Fidel con un grupo de los asaltantes se dirigió a las montañas de la Gran Piedra con el afán de proseguir la lucha. Tras una semana de resistencia lo detuvieron mientras dormía exhausto en un bohío. Afortunadamente, el militar que lo apresó no era un asesino y la vida del líder fue salvada. Entre los muchos lugares históricos que conserva la ciudad, se encuentra el local donde fueron juzgados los combatientes sobrevivieron. También el sitio donde el doctor Fidel Castro pronunciara su alegato de autodefensa conocido hoy como La Historia me Absolverá. Discurso de denuncia y programa político en el cual también relata las razones históricas que los indujeron a luchar con el propósito de derrocar a la tiranía y luego hacer una revolución verdadera, como continuación histórica de las guerras de independencia. El programa, contenido en el discurso, se cumpliría al triunfo de la revolución en 1959 y trascendería. Aquella fortaleza militar que llevaba el nombre de unos de los generales más valientes de la guerra de independencia, el santiaguero Guillermón Moncada, al triunfo de la Revolución fue convertida en escuela y museo histórico, uno de los más visitados en el país. Un resumen de la historia y la vida de Santiago de Cuba, puede ser reconocida, sino en su totalidad, sí ampliamente en el Museo Bacardí. El más antiguo Museo de la República, creado por el primer alcalde que tuvo la ciudad, luego de la caída del colonialismo español, el patriota Emilio Bacardí Moreau.

También tiene muchos hechos tristes que contar la ciudad de Santiago. Quizás el más repulsivo e ignominioso es aquel en que fue arreada la bandera española y colocada en su lugar una bandera norteamericana del ejército interventor yanqui, sin que este permitiera que los valientes mambises –los libertadores cubanos del colonialismo español—entraran con sus glorias a la ciudad de Santiago. La bandera extranjera fue izada en el Ayuntamiento de la ciudad, frente al Parque Céspedes, otro símbolo de la historia de Santiago cuyo nombre rinde honor al Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, un abogado bayamés, propietario del ingenio azucarero La Demajagua, que inició la primera guerra de independencia el 10 de octubre de 1868. Esta guerra fue iniciada con una novedad desconocida en todos los gritos de independencia americana, pues lo primero que hizo Carlos Manuel de Céspedes, fue otorgarle la libertad a los esclavos de su plantación y convocarlos, como hombres libres, a conquistar la libertad de Cuba, junto a sus antiguos amos. Su ejemplo fue seguido por otros patriotas de su estirpe.

Como un ejemplo que serviría para resumir la cultura, Santiago ha tomado a José María Heredia cubano y universal, cantor del Niágara, cuyo centenario celebró la ciudad hace unos años. La donde naciera se conserva. Tan cuidadosos son los santiagueros de su historia pasada y contemporánea que no tienen a mal que una calle en la ciudad lleve el nombre de Hernán Cortés, quien fuera alcalde colonial español y luego conquistador de Nueva España (México).

Por otra parte, el cementerio Santa Ifigenia es un expediente de la historia de Cuba que por los héroes y personalidades que reposan en él, se hace difícil determinar y si este o el de Colón, en La Habana, es el más importante de Cuba. En él descansan en una urna dentro de un mausoleo, los restos de José Martí, Apóstol de la independencia de Cuba, caído en combate en tierras de Santiago. Por azar de la vida, Antonio Maceo, cayó en combate en la Habana y sus restos descansan en monumento en la capital. Sería un prontuario demasiado extenso describir todo cuanto se ha registrado en los aspectos históricos, económicos o sociales en Santiago Cuba, entre 1959 y hoy, sumado a los sitios naturales que distinguen a la ciudad y su entorno, así como los anales. Es mejor descubrirlos, empezando por el carácter hospitalario y alegre de su gente, de cuya bravura hace gala hasta en la pelota y hacen llamar a su equipo, casi siempre triunfador: Avispas o Indómitos.