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A 350 kilómetros al este de La Habana nos recibe la ciudad de Sancti Spíritus, y el centro histórico de la villa, donde se encuentran más de 1 000 instalaciones de valor arquitectónico, en las que coinciden distintos estilos constructivos: reminiscencias del barroco español, regional y el neoclásico.

Cada día la ciudad se distingue por el ajetreo de su gente. Kioscos, tiendas y artesanos muestran a los transeúntes una gama de productos y servicios para amenizar el paso. 

Esta es una ciudad en la que destacan tradiciones con la alfarería, los tejidos a mano y con guano, las danzas, tonadas, versos y canciones, además de las ferias agropecuarias y de arte popular.

Muchas de ellas erigidas entre los siglos XVII y XIX, se combinan con las calles empedradas y sus llamadas chinas pelonas, las rejas coloniales,  y las casas añosas que guardan sobre sus paredes siglos de historia.

Un paseo obligatorio nos lleva al bulevar de la ciudad donde curiosos personajes dan un toque de identidad a la tradición y la historia de esa región espirituana. 

Gracias a un proyecto del artista Félix Madrigal, se recrean figuras populares de la villa, como Francisquito,  Serapio,  Teofilito y el pintor Oscar Fernández.

Aunque esta idea de las esculturas vinculadas a la gente y su entorno no es nueva, y otras ciudades cubanas como Camagüey y Bayamo también las poseen, en Sancti Spíritus todos agradecen y sonríen ante su presencia.

En el interactuar con los transeúntes las esculturas del bulevar espirituano ya forman parte de lo cotidiano, y quienes llegan desde otras geografías gustan dejar una constancia fotográfica de su visita. 

La música es identificativo de la ciudad de Sancti Spíritus. Allí encontramos la Casa de la Trova, donde se fusionan la cultura bohemia, la música, la tradición y el ritmo de tonadas y décimas, tan propio de la región. 

En ella se encuentra otro personaje pintoresco, Teofilito, autor de la reconocida melodía Pensamiento, que tanto sedujo y enamoró a los abuelos de aquellos años.