Seductora, misteriosa, incansable
Si de día La Habana es impresionante, bella, con su mar bañándola de azul, de noche se torna irresistiblemente seductora, misteriosa, incansable, cómplice, cuando te invita a descubrirla sin que te sientas jamás como un extraño.
Hay sitios que adquieren otros colores, otro calor, después de que el Cañonazo de las nueve avisa que la ciudad ya está vestida de largo esperando la gentil visita. Sobre todo en La Habana Vieja y Centro Habana, en su parte más antigua, o en los modernos Vedado, en el municipio de Plaza de la Revolución; y Miramar, en Playa, que aparece inmediatamente después de que el túnel hace que la calle Línea se convierta en 31, cuando el Malecón, con su kilométrico muro de concreto, desemboca en el otro corredor subterráneo que lleva a la elegante Quinta Avenida, o cuando dejas atrás el puente Almendares, viniendo desde la populosa calle 23.
No importa que hayas paseado a plena luz del día las cuatro plazas principales del Centro Histórico: la de La Catedral, de Armas, San Francisco de Asís y la Vieja, deseoso de vivir la sensación de viajar en el tiempo, porque de noches ese museo vivo realza sus encantos. Hasta ellas se puede llegar por diferentes vías, pero intenta que la bulliciosa y musical calle Obispo aparezca siempre en el recorrido, con sus bombillas de neón que imitan la llama de una vela de cera y le dan un toque mágico a sus múltiples bares y pequeños restaurantes.
En caso de que decidas comer o cenar antes de armar tu intenso programa nocturno, debes saber que no son pocos los sitios que por esa misma zona se han ganado la fama de ofrecer los platos más apetitosos de La Habana, lo mismo estatales que privados: La Guarida, que fuera set de filmación de ese clásico del cine cubano llamado Fresa y chocolate; Castropol, Doña Eutimia, el Templete, el Café del Oriente, Doña Eutimia, San Cristóbal... Especialmente, si quieres aprovechar que justo en los límites de La Habana Vieja y Centro Habana se localizan dos de los teatros más importantes de la urbe: el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y el Martí, cuyas carteleras se equiparan en calidad y novedad a las de las instituciones de su tipo más sobresalientes del mundo.
Tanto el Alicia Alonso y el Martí como el resto de los teatros habaneros, incluyendo el Nacional con sus dos salas, en los alrededores de la Plaza de la Revolución; y aquellos que se distribuyen a lo largo del corredor cultural que delimita la calle Línea, también en el Vedado (sala Adolfo Llauradó, la Casona, Trianón, Mella…), abren a las 8:30 p.m., los viernes y sábados, y a las 5:00 p.m., los domingos. En ese último grupo también se halla el Centro Cultural Bertolt Brecht, que pasada las once, recibe a los más buscados intérpretes de la música pop y alternativa, igual que ocurre en Don Cangrejo, el sitio preferido de la farándula; o en El Sauce, muy próximo a las conocidas rotondas de Playa, en las cercanías del Palacio de Convenciones de La Habana, donde muchos eligen ir a bailar.
Aunque si lo que te atrae es poner a mover el esqueleto con música en vivo interpretada por agrupaciones de primera línea, ahí mismo en el municipio de Playa existen muchas otras opciones, al estilo de la Casa de la Música de Miramar o el Salón Rosado de la Tropical Benny Moré, que le hace el mejor de los tributos al cantor que a nivel mundial se reconoció como el Bárbaro del Ritmo y que le dio nombre a esa institución considerada la meca de la música popular bailable, donde la «salsa» sabe más sabrosa porque se «prepara» con los cubanos de a pie.
En caso de que andes por los alrededores de La Rampa, por la zona de la heladería Coppelia, y no tengas ánimo para desplazarte muy lejos de allí, el hotel Habana Libre se enorgullece de su bar Turquino que ya en horas de la madrugada se ve «obligado» a abrir de par en par su techo en el piso 25, para que los contagiosos ritmos del patio desahoguen su intensidad a cielo abierto. Igual de potente se ponen la Casa de la Música de 31 y 2, colindante de la Avenida Paseo, o los Jardines del restaurante 1830, donde cierra el paseo marítimo.
Lo bueno de La Habana, que hace que las otras ciudades del mundo la miren con envidia, es que siempre está dispuesta a complacer a quienes recorren con amor sus calles. ¿Que andan detrás de la música tradicional, del buen son? El proyecto Buena Vista Social Club te espera, en Zulueta, entre Apodaca y Gloria, en La Habana Vieja, para demostrar que no se trata de un show que nunca muere. ¿Que son jazzistas empedernidos? Ahí los aguardan los clubes La Zorra y El Cuervo, Jazz Café, Café Miramar, con tandas de latin jazz realmente impresionantes que protagonizan talentos que dejan boquiabiertos. ¿Que lo que los «mata» es el bolero, el filin, la onda romántica? Las opciones aparecen de inmediato: Dos Gardenias, Gato Tuerto… ¿Lo tuyo es la música rock? El Submarino Amarillo se pinta ideal, y si te cuentas entre los seguidores de The Beatles, allí estará John Lennon esperándote en su parque de la calle 17 y 6.
El mundo del cabaret también despierta grandes pasiones en La Habana, con sus fabulosos espectáculos a la usanza de los años 50 cuando la música cubana resplandecía en el mundo entero. Vístete de gala porque la ocasión lo amerita, ya sea porque te decidiste por el prestigioso Parisién del Hotel Nacional, o porque consideres que no se puede estar en la capital de Cuba y no encontrarse con el emblemático y octogenario Tropicana. Si después que finalice el show todavía las energías te retan a seguir, no olvides que toda La Habana está poblada de modernos y pintorescos bares y discotecas, que se resisten a que los invada la modorra y el sueño.
Y si has decidido que los rayos del sol sean los que te manden para la cama, entonces debes recibir el alba en el Malecón, lugar de encuentros que de manera invariable te regalará una brisa y un auténtico fresco de la vida social habanera. Vaya allí sin temor alguno, a degustar un buen trago de Havana Club, a recibir una afinada serenata, a conversar o simplemente a amar. El Malecón no exige horarios, ni etiquetas. Tampoco cierra por capacidad, al contrario: siempre estará aguardando porque dejes en él las huellas de tus pasos.