“Dentro de dos años la ciudad cumplirá 500 años y escucharemos en La Habana las campanas que vienen de Santo Domingo, de la Vega Real, de las ruinas del Fuerte Navidad construido con las cuadernas de la calavera colombina; se sentirán las campanas de Santiago de los Caballeros, de nuestra Señora de la Asunción de Baracoa –nuestra madre de todas las ciudades– y llegarán hasta La Habana y sonarán las del Castillo, no para avisar que vienen corsarios y piratas, más bien para anunciar que una nueva generación de jóvenes se ha hecho cargo de la tarea que una vez yo también como joven me hice cargo”.


 Eusebio Leal Spengler

Cual joven dama de elegantes galas, La Habana, Ciudad Maravilla, espera el advenimiento de sus quinientas primaveras con nuevos y merecidos títulos en su haber. Recientemente declarada Capital Iberoamericana de la Coctelería en 2018 por la Academia Iberoamericana de Gastronomía, atesora entre sus muros algunos de los bares más famosos del mundo. Los cuales han sido rescatados y conservados como importantes piezas de la historia de la urbe gracias a la gestión de la Oficina del Historiador, que dirigida por el doctor Eusebio Leal, busca conservar los inmuebles y sus tradiciones como parte del patrimonio material e inmaterial de la ciudad.
Para Leal el rescate de inmuebles como el Sloppy Joe’s Bar “se trata de una acción cultural, ya que en el corazón del Parque Central  (…) apareció el Sloppy Joe’s en medio de un período en el cual, inmortalizado por la prensa mundial, por la película celebérrima, Nuestro Hombre en La Habana, se convirtió en el epicentro de los actores y actrices del gran cine y también de los jugadores de béisbol. Es por eso que reconstruir el Sloppy es parte de la historia de la ciudad”.
Del mismo modo ha expuesto su visión de algunos de los grandes bares de la urbe como El Floridita, el del Hotel Ambos Mundos, el Bar Dos Hermanos y La Bodeguita del Medio, como sitios de evocación a Hemingway, uno de esos personajes que conforman el mito de La Habana y que inmortalizara con su sola preferencia el Daiquirí. Para Leal, Hemingway “es un hombre que camina, que va andando al Floridita, que va al Ambos Mundos (…) Hemingway es uno al que le fascina esa Habana hoy desaparecida de los grandes bares…”.
No ha escapado a su visión de futuro con firmes bases en los valores patrimoniales de las tradiciones, la antigua casa del Conde de la Mortera, hoy convertida en Museo del Ron Havana Club. Un templo a la historia de la industria ronera en Cuba, y garante de la excepcional calidad de la coctelería nacional, donde el visitante puede degustar la cubanísima Canchánchara, uno de nuestros cocteles primigenios cuya receta se mantuvo por décadas en la tradición oral de los campesinos.
En varias ocasiones y en diversos contextos el doctor Leal ha expresado que nuestra gastronomía es mestiza como nuestra cultura y que mantener su memoria viva es una manera de encontrarnos con nosotros mismos, a través del conocimiento de nuestros orígenes. Y qué mejor manera de perpetuar esa cultura mestiza que conservar ese patrimonio inmaterial que dio a nuestros rones, parte indisoluble de la cultura cubana, nuevos roles para crear nuevos sabores y mixturas.  Entonces, haciendo honor a la distinción de la Capitalidad Iberoamericana de la Coctelería y como nos ha exhortado Eusebio Leal: “Seamos capaces de preparar a los cubanos y a los que llegan de cualquier parte del mundo, las cosas que ellos desean’’.