Coincido en que no siempre el vino de la casa, o el servicio de vinos por copa,  tiene detrás un justo análisis en cuanto al papel que debe jugar en la mesa, ya que si bien a veces tiene el mérito de ser aceptado con agrado por el cliente, en ocasiones, por el contrario, puede ridiculizar el trabajo de muchos, lo cual da paso a que la buena mesa pierda el bien concebido sentido del placer.

Suele suceder que, al decidir qué caldo será denominado “vino de la casa”, sea seleccionado erróneamente por ser el más barato y a su vez el de menos calidad.

Si a eso le sumamos que muchas veces solo le damos al cliente una única posibilidad, o lo servimos a temperatura inadecuada, entonces de seguro “la casa”, ya sea un restaurante o un hotel caerá en el desmérito o la mediocridad que prostituye al profesional cuando no es capaz de pensar como cliente.

La “fatalidad” de ser el vino de la casa se refiere a que este es precisamente el que muchas veces se sirve en la copa más chiquita, donde el que lo bebe casi se moja la nariz, al querer percibir sus aromas que, de seguro, ya se habrán escapado. 

En otras ocasiones, siendo un vino de mesa, o del año, y sin crianza, lo servimos a altas temperaturas, mostrando sus cualidades menos deseadas, como excesiva acidez, rudeza al paladar y sensaciones de alcohol que asoman por defecto de la temperatura. 

Y para colmo, no faltan los que lo llevan a la mesa ya servido y ni siquiera le enseñan la botella al cliente

 

¿Es fatal o no el Vino de la Casa?

De seguro esta es una asignatura pendiente para todos los que tienen la responsabilidad de hacer la gestión de venta de los vinos y su servicio, pues en el mejor de los casos si cuentan con un  sommelier al menos sabrá llevar el tema de forma más profesional.

En nuestros días, se impone sentir y pensar todo el tiempo como “cliente”, no solo para prestigiar el servicio de vinos, sino porque debemos estar a la altura de la competencia, y en frecuencia con las tendencias y las inquietudes de los usuarios que recibimos.

Ellos  esperan encontrar a un profesional, conocedor e informado, capaz de ofrecer con sabiduría, no un Vino de la Casa, sino los vinos, que por tipo de uva, región de procedencia, estilo, color, y temperatura ofertamos; y dar la variedad, calidad y diferenciación que cada cliente a su gusto podrá establecer, cuando realiza su selección y/o recibe la sugerencia del sommelier o persona que lleva a cabo esta función.

  No obstante, hay ciertos preceptos y sugerencias a seguir para escoger un buen “Vino de la Casa” o destinado a venderse por copas.

-El concepto de Vino de la Casa o vino por copa, puede ser cambiado por una oferta variada de vinos que ante todo, le gusten al Sommelier y al cliente, y que prestigien la profesión.

-En esta oferta puede incluir diferentes precios, marcas y estilos que estarán acorde con la carta de comidas, para establecer sugerencias de maridaje e incluso diversidad de precios.

-No siempre debe ir lo más barato. Pueden estar incluidos en la oferta vinos de alta gama, estableciendo en el precio de la copa la diferencia en cuanto a otros, que pueden ser de menor categoría. Sin embargo, recuerde en ese caso realizar con rigurosidad el servicio de los mismos, usando copas altas y amplias, debidamente limpias y pulidas.

-Debemos ser más cuidadosos en el servicio del vino. No es diferente el cliente porque decida beber una copa, una media botella o una botella de vino en específico. Lo que nos identifica y distingue es precisamente la sabiduría al seleccionar nuestras listas de vinos y el servicio que brindamos.

-Se puede cumplir, en dependencia de la categoría del restaurante, que el Vino de la Casa, si se decide que sea uno solo, la prestigie. Para ello es preciso escoger un vino de un precio menor al de la mayoría, pero con un nivel de calidad adecuado, y servirlo a la temperatura establecida según su estilo, usando el insumo idóneo.

-Es práctica de otros lugares del mundo el poseer varios vinos por copa, sin tener en cuenta su precio, y ofrecer al cliente el vino que desea beber de la lista, siendo muy aceptados los bares de tapas, alimentos ligeros y copas de vino de diversos estilos y categorías.

-Es bueno analizar la oferta que existe en el mercado, para hacer una correcta selección del vino que nos guste y que nos prestigie donde hacemos este servicio. 

-Tenga en cuenta que los clientes gustan de diferentes variedades de uva, pues cada una de ellas tiene sus propios encantos, como también son recomendables vinos de diversos países y regiones, pues así nos aseguramos una diversidad de estilos.

Todos los vinos tienen su lugar, su espacio y su momento. Hay que mimarlos por ser un producto vivo y perecedero. Seamos consecuentes con sus características para exaltarlas y  hacerlas brillar, cuidando que sus reflejos nos permitan resplandecer junto a ellos.