- Un acercamiento de amor.
NIÑOS DE TODOS LOS COLORES, RELIGIONES Y PROCEDENCIAS SOCIALES CONFORMAN LA ACADEMIA QUE DIRIGE LA MAESTRA LIZT ALFONSO, QUE ACABA DE RECIBIR EN LA CASA BLANCA EL PREMIO NACIONAL DE PROGRAMAS JUVENILES DE ARTE Y HUMANIDADES, A PETICIÓN DEL COMITÉ PRESIDENCIAL PARA LAS ARTES Y LAS HUMANIDADES DE ESTADOS UNIDOS
En Cuba no son pocos los artistas que trabajan con niños. Sin embargo, lo de Lizt Alfonso con los suyos es un caso muy particular. No es casualidad que en virtud de su quehacer la Unicef la nombrara en 2011 Embajadora de Buena Voluntad, y que ahora, un lustro después, el President’s Committee on the Arts and the Humanities (Comité del Presidente sobre las Artes y las Humanidades de Estados Unidos, PCAH, por sus siglas en inglés) le entregue en la Casa Blanca uno de los Premios del Programa Nacional Juvenil de las Artes y las Humanidades.
Ya se ha hecho habitual que la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, presidenta honoraria del Comité, otorgue en persona tan importante distinción a aquellas iniciativas que promueven el desarrollo del arte y las humanidades en la educación juvenil. Fue a propuesta de los miembros del PCAH que viajaron a Cuba en abril de este año, que la escuela de Lizt Alfonso Dance Cuba (LADC) no solo quedara como finalista junto a La Colmenita y La Casa del Niño y la Niña, sino que se convirtiera en la primera de la Isla que consigue tan alto reconocimiento.
Pero ¿qué tiene de especial la labor que en este sentido se lleva adelante en LADC? Es la misma Lizt quien nos lo informa: «Primero debo decir que el próximo 2017 hará 25 años que creamos la escuela de la compañía. Ni siquiera surgieron en el seno de esta maravillosa sede que existe desde hace una década, sino donde radica la Sociedad Estudiantil Concepción Arenal.
«Nos motivó en un principio la necesidad de formar la cantera del futuro, aquellos que integrarían la compañía, que se distingue por tener la fusión como estilo. Y ya sabíamos que no es realmente fácil encontrar a bailarines con un registro amplio y que, además, bailen bien.
«Pero para quienes estábamos convencidos de que la calle no trae nada bueno para los niños, no resultó difícil decidir que en lugar de hacer una selección rigurosa, donde hay que ver si poseen condiciones para llegar a ser buenos bailarines, aceptar a todos los que quisieran entrar. Era preferible que estuvieran en un salón, aprendiendo baile, y con él música, lo que equivale a ganar en disciplina, rigor, a tener un objetivo en la vida, a mirar más lejos... De paso educas a la familia y hasta a los vecinos que los rodean también.
«Recuerdo que en el primer año la cifra no superaba los 60. Al siguiente curso se duplicó la cantidad, y así hemos ido creciendo hasta los 1 200 niños que en la actualidad conforman la escuela: de todos los colores, de todas las religiones, de todas las procedencias sociales... Porque a ellos hay que ofrecerles todas las oportunidades del mundo para que puedan determinar hasta dónde quieren llegar.
«A partir de esa idea dijimos: bueno, vamos a crear un Ballet Infantil, donde se elige a quienes realmente tienen mayores aptitudes. Y ya ahí empiezas a ejercer, por supuesto, una exigencia mucho mayor. Los mejores pasan luego al Ballet Juvenil y posteriormente a la carrera profesional, que ya cuenta con varias graduaciones. Sus egresados se entrenan para unirse a nuestra compañía o a otra».
Ya todos conocen que Lizt Alfonso acostumbra a entregarse de corazón, porque lo siente, porque le nace, sin pensar siquiera en posibles reconocimientos o gratitudes. Y sin embargo, por lo general resulta elegida. Como sucedió hace un tiempo cuando la incluyeron dentro de la selecta lista de los «25 líderes, 25 voces por la niñez», al lado de José Mujica, Rigoberta Menchú, Carlos Jacanamijoy, Julieta Venegas, Mario Vargas Llosa, Zoe Saldana, Keylor Navas, Manuel Elkin Patarroyo, César Costa..., Presidentes, científicos, periodistas, artistas, activistas por los derechos humanos... quienes respondieron a esta iniciativa de Unicef en América Latina y el Caribe para celebrar el primer cuarto de siglo de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Y no es que Lizt no confiara en la obra que ha realizado, pero cuando supo de las personalidades de la región involucradas en este nuevo empeño del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, ciertamente quedó un poco «boquiabierta».
«¡¿Cómo no me voy a sorprender?! Sé que la labor que desarrollamos es amplia, profunda, bonita, sensible... En realidad nuestro quehacer va más allá de lo que es visible: de contar con una escuela y educar a los más nuevos. Y eso es maravilloso. Pero también somos recompensados todo el tiempo por parte de los niños con los que trabajamos. Hablo en plural porque son muchos los que participan, empezando por todos los bailarines de mi compañía que se convierten sin excepción en profesores. De cualquier modo no lo niego: la noticia me emocionó tremendamente».