Alas con puntas
Un work in progress y sus principales claves ideoestéticas
Alas con puntas es un proyecto meritorio por varias razones de peso. En primer lugar, por su fuerte impronta (multi o) interdisciplinaria, en la que se conjugan armónicamente las artes plásticas, la música, el cine… Liderado por el prestigioso realizador cubano Roberto Chile (y su equipo de trabajo, no menos valioso),1 Alas… se ha propuesto, desde su surgimiento en 2008, la exhibición e integración orgánica de propuestas de artistas plásticos cubanos con sus respectivos cortometrajes promocionales, a cargo todos del propio Chile. Y si destaco la palabra promocionales, es porque dichos materiales audiovisuales participan ante todo de una vocación confesamente artística, osada, que no se reduce al registro pasivo o a la divulgación común de un producto comercial. Aquí el video no es mera herramienta de documentación, no es un simple vehículo publicitario realizado bajo las presiones del encargo, sino un componente estético en sí mismo, autónomo, con valores intrínsecos que, en ocasiones, frisan los dominios del videoarte. Estos cortos emulan la artisticidad de sus referentes, lo cual propicia un diálogo y una pugna (en el mejor sentido de la palabra), en suma, enriquecedores.
Pero siempre se advierte una admiración límpida y honesta por la obra de los creadores reflejados. Todos los elementos del lenguaje audiovisual (montaje, movimientos y grados de angulación de la cámara, fotografía, banda sonora, etc.) están marcadamente semiotizados, trabajados en función de recrear de una manera inteligente –sin linealidades ni acentos epidérmicos– la sensibilidad, la operatoria estilística y el alcance de significación de las obras plásticas evocadas. Cada video se integra y participa aguzadamente de la dramaturgia más íntima de sus objetos de representación. Cada plano fílmico es un complemento que nutre y engrandece el sentido de la pieza pictórica, escultórica, instalativa… Ambos salen beneficiados en este intercambio: tanto el director como los creadores que le sirvieron de inspiración. Las bandas sonoras –originales en su mayoría– de Frank Fernández, Alexis Bosch, Emilio Martiní, Miguel Núñez, Mónica O’Reilly, Obsesión, Cristian Alejandro, Pancho Amat y Kelvis Ochoa, son bellísimas e ingeniosas articulaciones discursivas que beben directamente de los contenidos más profundos de las poéticas de los creadores pretextados.
Otro rasgo distintivo de Alas con puntas es su carácter de work in progress, de proyecto en proceso, susceptible de múltiples mutaciones, ensanchamientos, revisiones, puntos de giro, tanto desde el punto de vista cualitativo como en lo que respecta a los órdenes cuantitativo y geográfico. Bajo una premisa de claro homenaje a José Martí (explicitada desde el propio título y la locación expositiva fundamental del proyecto: el Memorial homónimo de la Plaza de la Revolución), el programa ha incluido hasta el momento una veintena de artistas de disímiles generaciones y filiaciones estéticas: Roberto Fabelo, José M. Gómez Fresquet (Frémez), José Villa, Nelson Domínguez, Alexis Leyva Machado (Kcho), Alain Pino, Javier Guerra, William Pérez, Eduardo Roca (Choco), José Fuster, Franklin Álvarez, José Antonio Hechavarría, Luis Enrique Camejo, Cirenaica Moreira, Jesús Lara, Reynerio Tamayo, Alicia Leal, Kamyl Bullaudy, Jorge Luis Santos y Dausell Valdés. Unos con más calidad que otros, la nómina pretende ampliarse, enriquecerse. Una prueba de ello es la más reciente entrega del grupo, en la Casa Museo Oswaldo Guayasamín de La Habana Vieja, con una muestra que rindió merecido tributo al destacado creador ecuatoriano, y en la que se incluyeron otros nombres como Agustín Bejarano, Enrique Báster, Vicente R. Bonachea, Francis Fernández, Marlys Fuego, Ernesto García Peña, Osvaldo García, Verónica Guerra, Dagoberto Jaquinet, Lorenzo Linares, Kelvin López, Mabel Poblet, Ángel Ramírez, Ernesto Rancaño, Adrián Rumbaut.
Desde el punto de vista espacial o territorial, el proyecto no intenta limitar su radio de acción exclusivamente al contexto capitalino (un vicio que padecemos muchas veces los curadores), sino que ha tratado de hacerse extensivo a casi todas las provincias del país, y ha incluido a su vez conferencias, encuentros con estudiantes, debates, lo que habla de nobles intereses sociales y humanos que rebasan el universo de lo estético.
En lo concerniente al campo propiamente plástico, serían muy numerosas las obras a destacar, por su consistencia. No alcanzarían estas líneas para todas ellas. Recuerdo ahora sin mucho esfuerzo esa hermosa instalación de Fabelo compuesta por cazuelas, jarras, cafeteras, envejecidas todas, y dispuestas en una forma que remedaban la silueta de nuestra ínsula. La Isla envejece, clama de apetencia, de estrechez, de penuria. Y con ella su gente. O se mantiene firme en su humilde existir, en su triste presencia. Me vienen a la mente también esa refinada y a la vez concisa escultura de Villa de tipo abstracto; ese Che que avanza altruista, de Javier Guerra; los dados enormes y seductores de Choco; los amantes lozanos de Fuster; los paisajes profusos y enigmáticos de Lara; los automóviles de Camejo, que casi se desvanecen ante nuestros ojos, se desrealizan con esa pincelada audaz, agitada, entablando una interesante dualidad esencia/apariencia, realidad/ficción. O bien esa sugestiva fémina que levita en una foto de Cirenaica, y sólo deja ver parte de sus piernas, de un modo intrigante y perturbador que coquetea con la estética de la muerte. Y qué decir de los desgarradores pushing back de Franklin Álvarez, en los que gente noble e inocente se presta a ser golpeada, sin más. Una incitación y provocación al espectador, tal vez, a que se convierta al sadismo, a que juegue al acto del verdugo. Una posible alusión a la violencia que signa a diario nuestras relaciones interpersonales, sociales, intersubjetivas.
Eso es por sólo por citar algunos ejemplos, entre otros que se pudieran referir.
Esperemos atentos, pues, nuevas entregas de Alas con puntas, seguramente atendibles también, loables. Pero hagámoslo con la certeza de que, como toda obra humana, se trata de un proyecto perfectible. Quedan aún muchos cielos por sobrevolar.