Goya y las voces del alba, de la escritora Reyes Cáceres Molinero, supone una aportación original a un tema tratado una y otra vez por expertos en la pintura de Goya, por investigadores del arte y por los historiadores: el célebre lienzo “Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío” o “Los fusilamientos del Tres de Mayo”.

La originalidad se evidencia desde las primeras páginas. Goya habla al lector. Y hablan los protagonistas de su lienzo, las víctimas y los verdugos. Y hablan la montaña, el cielo, o el farol cuya tétrica luz ilumina la matanza. Nos cuentan sus historias de la Historia, qué hacen allí, cuáles son sus impresiones de lo que les ocurre.

Debemos situar en su contexto histórico la terrible escena que acosa literariamente Reyes Cáceres, y no sólo para orientación del lector sino también porque, sin ese contexto, el hecho –un fusilamiento– no pasaría de ser uno de tantos sucesos tremendos y sangrientos que producen las guerras.

Los fusilamientos del Tres de Mayo son una de las dolorosas consecuencias de una gesta que protagonizó el pueblo de Madrid y que habría de ser convocatoria heroica para una gran movilización nacional que resultó trascendental para nuestra Historia. Del espíritu de aquellos días de Mayo de 1808 nació, cuatro años más tarde, la Constitución de 1812, el inicio de nuestra historia constitucional, que supuso nada menos que el reconocimiento de la soberanía nacional en el pueblo. Puede afirmarse sin exageración que la vieja Nación española, con siglos de unidad atrás, vivía una recreación, una conformación desde esa nueva realidad de la soberanía radicada en la representación democrática del pueblo.

Mucho tenemos que aprender de la gesta del Dos de Mayo de 1808 en Madrid, de la posterior persecución, y de la guerra. Fue una movilización del pueblo. Paradójicamente, el Ejército napoleónico, el más poderoso del mundo, que llegaba a España para ocuparla con engaños y tratos en los salones cortesanos, y que representaba formalmente la trilogía revolucionaria “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, iba a dar lugar a una reacción popular en su contra que desembocaría, con las Cortes doceañistas, en la libertad, la igualdad y la fraternidad que habrían de recoger el espíritu y la letra de nuestra primera Constitución. Los patriotas que lucharon hasta 1814 en nombre de un rey cautivo en Valencay que pronto defraudó sus esperanzas, serían los mismos que una y otra vez porfiaron con ese mismo Rey para que jurara la Constitución proclamada en Cádiz cuando la perseguía.

El auténtico protagonista de este libro de Reyes Cáceres es el pueblo de Madrid, representado por los fusilados reflejados en el célebre lienzo de Goya. Y, por extensión, es el pueblo español. Un protagonismo plural, compartido, multicolor, muy atractivo literaria e históricamente.

Reyes Cáceres, autora española de una estimable obra poética que nos ha llegado en revistas y antologías y en su libro Vivir en ámbar, publicado en 2007 es, además, una periodista de amplio registro: radios, periódicos, gabinetes de comunicación. Y ejerce la crítica literaria. Ahora nos ofrece este Goya y las voces del alba que entra con total justicia en el primer plano de las obras publicadas sobre “Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío”, y lo hace con originalidad y buen sentido.

Incluye, como intermedios aclaratorios o para apuntalar sus ficciones, textos de escritores relativos a aquellos acontecimientos que al lector le resultarán reveladores. Alcalá Galiano, Conde de Toreno, Blanco White, Moratín, Mesonero Romanos, Baroja, Manuel Machado… nos hablan, acompañando al coro de los fusilados. Y la autora aporta al lector documentos de la época, como cartas y partes de Murat y del propio Napoleón. Y, al fondo, Goya, que habla por sí mismo.

El libro me parece un acierto. La mirada que nos ofrece de uno de los más célebres lienzos de Goya no sólo es original, y por ello arriesgada. También es una delicia para el lector como literatura pura, como ejercicio de escritura. Está escrito con galanura, con oficio, y los relatos de cada protagonista son atractivos, a veces inquietantes. Me ha interesado de la primera página a la última. No se puede pedir más a la lectura de una obra, que no es otra cosa que una complicidad entre autor y lector. En este libro esa complicidad existe en grado superlativo.

No concluiré sin agradecer a Reyes Cáceres por más de un motivo. Desciendo de un jovencísimo alférez de fragata que, contraviniendo las órdenes recibidas de sus superiores, luchó –y fue herido– en las luchas del Parque de Monteleón el Dos de Mayo, que luego fue liberal y por ello durante algún tiempo “afrancesado”, como lo fue Goya y lo fueron tantos otros. Acaso por esta circunstancia genealógica me encuentro feliz entre los tratamientos históricos de aquella gesta. Mi devoción como historiador por el siglo xix, y concretamente por el controversial reinado de Fernando VII, me ha llevado a menudo a interesarme por el no menos controversial mundo político de Goya, que lo tuvo.

Por aquello del tirón de la sangre y de la fuerza de las afinidades no debe extrañar que lo que nos cuenta y fabula Reyes Cáceres en Goya y las voces del alba me resulta cercano; diría más: entrañable. Deseo para esta obra la mejor singladura por el proceloso y subyugador océano de las letras.

Goya y las voces del alba: Reyes Cáceres Molinero, Sial Ediciones, 2da. edición, Madrid, 2009.