- El Caribe que nos une
El Festival del Caribe dejó a su paso el espíritu latinoamericano y caribeño de más de setecientos participantes. Esta treinta y ocho edición estuvo dedicada a la Isla del Encanto: Puerto Rico. No era la primera vez que la dedicatoria se extendía hasta la tierra borinquen, pues a finales de los ochenta los puertorriqueños vinieron con su cultura y ritmos contagiosos.
De aquellos días de 1989 en los que se celebraba el noveno festival, el director de la Casa del Caribe, Orlando Vergés, recuerda: «Los antecedentes datan de casi treinta años, en que la ciudad de Santiago de Cuba abrió sus parques y plazas para acoger a Puerto Rico. Era la quinta vez que se dedicaba a una nación caribeña y qué mejor elección que esa hermana isla que comparte con la nuestra tanta historia y cultura. Dos islas que se enaltecen de la tenacidad y sobre todo de seguir defendiendo lo que por derecho nos pertenece».
A pesar de la dificultad económica y de los estragos causados por el huracán María en el territorio, no es casual entonces que la delegación más numerosa en la historia de la Fiesta del Fuego haya sido la puertorriqueña, con más de trescientos participantes. Asistieron, entre otros, Andy Montañez, quien recibió la Llave de la Ciudad mientras realizaba su esperado concierto junto a la orquesta santiaguera Karachi en el Complejo Cultural Teatro Heredia.
Rasgos característicos de las galas puertorriqueñas fueron la proclamación de un Puerto Rico libre, muestra del ferviente deseo de soberanía de los participantes. El festival se convirtió en tribuna abierta para reclamar un derecho que les pertenece hace casi ciento cincuenta años y que todavía no han podido alcanzar.
Como cada año, se realizaron festivales internos, entre ellos el coloquio El Caribe que nos une, el Taller Internacional de Religiones Populares en el Caribe, el Salón Internacional del Caribe y el Encuentro de Poetas del Caribe. En total hubo doscientas cincuenta actividades diarias y diecisiete grandes espectáculos. Además, se condecoró al Historiador de La Habana, el doctor Eusebio Leal, como Hijo Ilustre de la Ciudad, y se le entregó el mpaka, símbolo de la unidad caribeña y latinoamericana, así como de la protección espiritual, que otorga la Casa del Caribe.
Cabe distinguir el programa destinado a las artes plásticas, con diecinueve exposiciones. El invitado especial del artista Alberto Lescay para la exposición inaugural en la Casa del Caribe fue Eduardo Roca (Choco), Premio Nacional de Artes Plásticas. Juntos concibieron la muestra Navegar, oda a nuestras raíces africanas, reafirmación cimarrona e identitaria. Al Premio Nacional de Artes Plásticas se le homenajeó además en su barrio natal del Nuevo Vista Alegre. Allí recibió también la Llave de la Ciudad.
Tampoco faltó el Desfile de la Serpiente, tradicional y multicolorido pasacalles de las delegaciones asistentes que el pueblo santiaguero disfruta y reclama, ni la Quema del Diablo. Con el cese de las llamas, queda abierta la convocatoria para la próxima cita, dedicada a Uruguay.