Examen teatral de masculinidad
Andy Gamboa es un joven actor costarricense, creador de un espectáculo que, más allá de su hermosa realización y su brillante desempeño, resulta un acto de exorcismo y un alegato de defensa de una masculinidad alternativa. El unipersonal nace del malestar de la memoria, a causa de una relación tortuosa y de violencia con el padre que el actor necesita procesar en medio de sentimientos encontrados, porque con la incomprensión o los golpes infligidos también contra la madre o el hermano menor que ya no está, el artista recuerda hermosos gestos de su progenitor entre una y otra borrachera, la acción de traerle un pequeño animalito de regalo, o de forrarle los cuadernos escolares, siempre ejercida por el padre con esmero y cariño, que hacía que los suyos fueran los más hermosos del colegio.
Andy crea Memoria de Pichón a partir de reconstruir la atmósfera de relación con el otro, comparte las canciones que le gustaba oír, se pone sus ropas e incorpora sus ademanes, su risa amplia y su poderosa energía, a veces desfachatada y a veces tierna. La suya es una mezcla de biodrama, teatro testimonio y exploración autorreferencial, en la que la sincera entrega del actor y su cabal manejo de la técnica nos atrapan, a pesar del minimalismo escénico. El artista narra sus recuerdos y sensaciones, se vuelve niño o se trasmuta en el otro; mima y dobla una pelea conyugal entre los padres, desde la vaguedad de sus huellas, y confiesa sus inquietudes creativas y de hombre gay asumido, feliz por compartir la vida con otro artista extraordinario. Si fuera poco, también anima muñecos en un pequeño retablo.
Estrenada a fines de 2018, Memoria de Pichón formó parte de la selección del Encuentro Nacional de Teatro, en octubre
de 2019, y allí pude disfrutarla. Antes de comenzar la obra, cuando entramos al teatro por el acceso de artistas, un joven nos instó a escribir alguna frase sobre nuestro padre en una pared negra. Había tizas disponibles y una escalera para elegir libremente el lugar en el muro. Una señora de mediana edad y aspecto sencillo nos invitó a degustar una taza de café que ella misma sirve. Luego supimos que el joven es su compañero bailarín y su par en la dupla Fabio Pérez & Andy Gamboa Arte Escénico, con quien ha creado numerosos espectáculos de danza y teatro en los últimos cinco años, entre ellos Cuerpos ausentes o ensayo para mi muerte, Si nos dejan y El último recuerdo. Y la señora es su madre, acompañante del exorcismo.
Desde su impulso de confrontar y afirmar una masculinidad «disidente», Andy Gamboa consigue crear belleza, emoción y nos pone a pensar.
A theatrical examination of masculinity
Andy Gamboa is a young Costa Rican actor, the creator of a show that, beyond its beautiful production and brilliant performance, is an act of exorcism and an allegation of defense of an alternative masculinity. This monologue is born from the discomfort of memory, because of a tortuous relationship and violence with the father that the actor needs to process amid mixed feelings, because with the misunderstanding or beating also inflicted against his mother or younger brother who is not there anymore, the artist recalls beautiful gestures of his father between one drunkenness and the next one, the act of bringing him a small gift pet, or of lining the school notebooks, always done by the father with care and affection, which made his notebooks the most beautiful of the school.
Andy creates “Memoria de Pichón” (Pichón's Memory) by reconstructing the atmosphere of a relationship with the other, sharing the songs he liked to hear, putting on his clothes and assuming his gestures, his grinning laugh and powerful energy, sometimes sloppy and sometimes tender. His is a mixture of a biographical drama, theater testimony and self-referential exploration.