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Aventura, placer y naturaleza

Áreas protegidas que ocupan cerca del 30% de su territorio, arraigada cultura ecológica, políticas conservacionistas proyectadas y vigiladas por el estado y el desarrollo a lo largo del tiempo de una amplia oferta turística, hacen del pequeño país centroamericano una referencia obligada para los amantes de la exploración, el turismo de naturaleza y el disfrute de playas y actividades náuticas.

Cada año cientos de miles de viajeros llegan a Costa Rica seducidos por la posibilidad de interactuar con su exuberante naturaleza, base fundamental de un menú turístico apoyado en la promesa de deleitarse con la magia de playas tropicales, explorar densos bosques, escalar volcanes, practicar deportes diversos al aire libre y observar la variada y abundante flora y fauna que alberga su territorio. Se trata de un país con mucho que ver y por eso se le considera un destino turístico internacional de primera, a pesar de tener sólo 51 mil kilómetros cuadrados. Un dato es sorprendente: Costa Rica, que apenas constituye el 0,01 % de la superficie del planeta, atesora el 4 % de su biodiversidad terrestre y el 3,5 % de la marina. A eso hay que sumar su prestigio internacional como uno de los países más limpios del mundo, debido a las bien implementadas prácticas ambientales que favorecen la calidad del agua, el aire y el medio natural; así como a la existencia de una amplia red de áreas protegidas tanto en la parte continental como en las zonas marinas, con un total de 30 Parques Nacionales, tres sitios Patrimonios Mundiales y gran número de Áreas de Vida Silvestre Protegidas. Más del 60 % de los turistas que visitan Costa Rica, lo hacen atraídos por la posibilidad de realizar sus sueños de exploradores activos y para ellos las ofertas y las modalidades disponibles son muy diversas. Una de las actividades más demandadas por quienes visitan el país son las caminatas o treking. La mayoría de los parques nacionales y reservas cuentan con senderos naturales mejorados con algunas facilidades como barandas o cuerdas en pasos riesgosos. Lo importante es disponer de calzado y atuendo adecuados para caminar por terrenos húmedos y resbaladizos; y llevar binoculares para poder observar los animales a distancia prudencial. Para aquellos que gustan de las emociones fuertes, dos excelentes variantes en esta modalidad son escalar el pico más alto de Costa Rica, el Cerro Chirripó (de 3 819 m), o cruzar el Parque Nacional de Corcovado. Las cabalgatas –con mucho arraigo en Guanacaste– y los tours en bicicletas de montaña son otra popular forma de descubrir la naturaleza costarricense. La innumerable cantidad de senderos naturales y calles de lastre de Costa Rica son exactamente las convenientes para los ciclistas. Se ofrecen giras completas en bicicleta o también giras de un día, en diferentes localidades. Las más conocidas son las que se realizan en los alrededores del Volcán Irazú, en el Valle de Orosí; y en el Volcán Arenal. Desde San José se organizan tours por el Valle Central, haciendo paradas en haciendas cafetaleras y pueblos de la región. El rafting y los paseos acuáticos en general son otra modalidad muy atractiva, si se toma en cuenta que en muchos lugares, en medio de la naturaleza virgen, se escucha el murmullo de cientos de ríos, riachuelos y canales, que constituyen una invitación a montar en algún tipo de embarcación. El Río Pacuare, por ejemplo, es conocido a nivel mundial como uno de los más desafiantes y hermosos para el rafting; mientras resulta una aventura inolvidable deslizarse en canoa por los canales del Parque Nacional de Tortuguero, disfrutando de muy cerca su rica flora y fauna. En las costas, por su parte, la navegación a vela, el yatismo y la pesca deportiva son de las mejores opciones de este tipo; en tanto Tamarindo, Jacó, Playa Hermosa, Puerto Viejo y en el norte de la Península de Nicoya, se encuentran algunas buenas playas para surfear, por el oleaje de tipo medio y constante, catalogado por los expertos como de clase mundial.

Muy especial: sobrevolando las copas de los árboles El precursor de la exploración de la biodiversidad desde las copas de los árboles fue el biólogo norteamericano Dr. Donald Perry, quien los escalaba ayudado por cuerdas y en sus ramas instalaba plataformas que le servían para hacer una minuciosa observación y estudiar en detalle la fascinante flora y fauna. Para que este cautivante mundo fuera más accesible al público en general, construyó con mucho cuidado de no dañar la floresta, el llamado Aerial Tram, un cómodo teleférico por encima del bosque, que dio lugar posteriormente a que se desarrollara una forma más aventurada de descubrir la naturaleza, conocida como tours de Canopy y que consiste en deslizarse velozmente sobre las copas de los árboles, colgando de cables de acero. Esto es algo que abunda en Costa Rica, así como los puentes colgantes; y un tipo de cabañas pequeñas literalmente amarradas a las ramas de los árboles que se ofrecen como una opción de alojamiento donde pernoctar mucho más cerca de los animales del bosque. Quienes han tenido la oportunidad de hacerlo lo recuerdan como una experiencia especial, un acercamiento real al mundo de Tarzán, mucho más emotivo que en las películas. Son los lujos vivenciales que ofrecen a sus huéspedes los anfitriones costarricenses y que tienen su máxima expresión en decenas de hoteles boutiques instalados directamente en la jungla, como una simbiosis perfecta de confort y sencillez, como una facilidad expedita de experimentar la naturaleza sin desaprovechar un minuto.

Irel Lemus