SOSTENIBLES, SEGUROS, ENÉRGICAMENTE EFICIENTES, CONECTADOS Y ACCESIBLES DEBERÁN SER INVARIABLEMENTE LOS LLAMADOS EDIFICIOS INTELIGENTES (SMART BUILDINGS), CUYAS CONSTRUCCIONES APUESTAN POR SOLUCIONES BASADAS EN LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
A muchos les parece pura ciencia ficción escuchar que exista un robot que, en lugar de poner 500 ladrillos al día –como se estima puede hacer como promedio una persona–, consiga superarla colocando 2 500 más. Pero ciertamente, SAM100, diseñado por Construction Robotics, no es solo una realidad, sino que como si la «fantasía» no fuera suficiente, tiene que estar constantemente probando su eficacia, cuando entran a jugar las comparaciones con su «colega» Hadrian X, de Fastbrick Robotics, capaz erigir todos los muros de una vivienda en menos de 72 horas.
Con ese panorama, no resulta difícil imaginar cómo será el cercanísimo futuro de la industria de la construcción, incluso aunque todavía hoy esta se resista a acoger con fuerza, a escala mundial, la digitalización, según aseguran algunos estudios. No le quedan demasiadas alternativas, si con frecuencia están apareciendo autómatas como Cogiro, creación de Tecnalia y el Instituto de Arquitectura Avanzada de Calaluña, que puede enfrentar a pie de obra, tareas como la impresión en 3D de elementos arquitectónicos lo mismo de pequeños edificios como de inmuebles de grandes dimensiones.
Es evidente que en el XXI las nuevas tecnologías seguirán jugando un papel preponderante, por su comprobada capacidad para ofrecer mayor eficiencia y productividad. Ellas, junto a otras técnicas, están llamadas a propiciar que se puedan ejecutar con rapidez superior a la actual proyectos altamente industrializados, y que esas acciones se puedan efectuar de manera segura y sostenible.
Solo con este tipo de innovaciones se podrán continuar erigiendo los llamados edificios inteligentes (smart buildings), componente esencial de las soñadas Smart City, cuyas construcciones apuestan por soluciones basadas en las nuevas tecnologías. Por supuesto, para que estos puedan mantenerse, deberán ser energéticamente eficientes, lo cual equivale a que consigan autoabastecerse de su propia energía, ahorrar recursos y también producirlos.
En todos los casos, los edificios inteligentes requieren que se produzca una conectividad total con sus residentes y con la ciudad en la que se integran, es decir, que logren detectar si existe alguna carencia por medio de aplicaciones o dispositivos y, al mismo tiempo, resolverlas.
La accesibilidad y la seguridad informática constituyen rasgos que también distinguen a los smart buildings. Mientras que la primera permitirá que los inmuebles sean completamente accesibles y habitables para cualquier persona, y que a su vez convivan de manera armoniosa en el conjunto de la ciudad; la segunda resulta primordial para poder mantener la integridad de sus comunicaciones y acciones.
Aunque ahora es que se habla con más insistencia sobre los edificios inteligentes, en realidad no se trata de un fenómeno nuevo. De hecho, existen algunos ejemplos que ofrecen una idea bastante clara de cómo será el mañana. Uno de ellos está localizado en Ámsterdam, y se terminó de levantar en 2015. Desde entonces se toma como la construcción más perfecta de su clase en el mundo. Se nombra The Edge y creció con 15 pisos que él mismo abastece de energía.
Londres, por su parte, abriga a The Crystal y a Leadenhall. Como dato curioso, en The Crystal es reciclada la totalidad del agua que emplean sus inodoros, en tanto Leadenhall luce una triple capa de vidrio con persianas internas cuyos movimientos responden a la temperatura y la dirección del sol.
Productos innovadores
Los materiales de la construcción tampoco han querido quedarse rezagados. Así, ya apareció el ladrillo acústico, que ha conseguido mejorar la capacidad de aislamiento, gracias al cambio de su estructura o de su geometría interna. Según la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), de donde partió la investigación, con este producto se alcanzan valores de aislamiento acústico superior cuatro veces a los que se utilizan hoy.
Por otro lado, estudiando las propiedades de la celulosa, KTH y un grupo investigador alemán creó una fibra de madera, más fuerte que el acero y el aluminio.
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