La Madre Tierra es un concepto que muchas civilizaciones comparten. Madre África es otro modo de entender el mismo concepto, sobre todo si recordamos que fue en el llamado continente Negro, donde nacieron los primeros hombres y mujeres antes de poblar todo el planeta. Desde allí partieron miles de barcos llenos de gente esclavizada, camino a Las Américas, sin otra defensa que sus religiones y su poesía, tan sabia y diversa, que también ha poblado el mundo. Imna Arroyo nació en Puerto Rico, pero es una de esas hijas pródigas de Mamá África. Su arte está lleno de las preguntas que nacieron en aquellos barcos negreros, atravesaron el mar y llegaron a nuestros días. Y las respuestas son sus propias obras de arte, llenas de compromiso, lucidez y belleza.
Imna Arroyo recupera, espiritual y artísticamente hablando, los rostros y deseos que traían aquellos seres que murieron en mitad del viaje, salvando sus vidas del naufragio de la historia y del olvido, haciendo énfasis en las mujeres, violadas una y otra vez durante la travesía. Ese es el tema de una de sus obras clásicas expuestas en varios países caribeños. Se titula Ancestros de la Travesía (Ancestor of the Passage) y es una conmovedora instalación compuesta por una tela de seda azul, que semeja el mar, sobre la cual emergen figuras de barro: negras y negros que parecen flotar o (aun) intentan salir del océano que los acogió siglos atrás. Imna amasó estas figuras durante más de un año hasta completarlas, cada una diferente en sus rasgos afro y en sus ropas, pero muy similares en su expresión interrogante. Se completa con la participación del espectador, quien escribirá su propio mensaje en un pequeño papel coloreado, con la imagen de un ojo, que debe ser colocado en una pared del lugar, cual testigos o jueces de aquel holocausto.
Esta pintora, grabadora y escultora borinqueña ha construido una poética singular no solo con los temas que trata, sino de la manera en que trata los materiales con que trabaja. La pieza anterior es solo un ejemplo del modo en que asume las telas, el barro, el papel hecho a mano y otros recursos naturales que no afectan al medio ambiente. La mayoría de sus grabados renuncian a las contaminaciones químicas que poseen las tintas y a la sorda repetición que provocan las prensas más sofisticadas. Imna inventa o acude a las técnicas más tradicionales, con materiales naturales y/o nobles, donde las manualidades todavía tienen un sentido y son una necesidad estética.
La también Profesora Titular de Arte en la Eastern Connecticut State University imparte en varios países un taller donde ofrece novedosos métodos de grabado, empleando materiales no tóxicos. Desarrollando una línea ecológica, trabaja la colografía con tela de organza, utiliza el cartón tabla como soporte y experimenta con degradaciones y texturas. Muestra cómo la aguatinta que se obtiene de la utilización de la seda serigráfica, aplicada sobre planchas de PVC finas, brinda al grabador gran soltura y plasticidad en las figuras. Dichas técnicas se trabajan con un tratamiento similar al que se le da
a la litografía o la calcografía tradicionales. Nos enseña que la técnica de la encáustica facilita la realización de objetos tridimensionales de gran ligereza y transparencia, cuya naturaleza permite fáciles intervenciones. La artista trabaja con cera de abeja y resinas naturales para recubrir moldes de rejilla metálica y papel manufacturado. Tales propuestas hacen de esta mujer un ejemplo de articulación del arte con la naturaleza, y dueña de una conciencia tecnológica ambientalista que no desmejora el resultado final de la obra de arte, sino que la diversifica acercándola más a la función lúdica y utilitaria del arte, pero también a su carácter reflexivo y humanista.
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