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Ometepe. Isla madre del Cocibolca

Los nicaragüenses hablan con un especial orgullo de sus tiburones únicos de agua dulce del lago Nicaragua o Cocibolca, y de que allí, como si fuese en un verdadero mar abierto a los cuatro vientos, hay incluso archipiélagos como el de las isletas de Granada y el de Solentiname; y algo así tan firme y de vida propia como Ometepe, paraíso natural que constituye una de las maravillas naturales de Centroamérica.

Muchas teorías buscan todavía hoy precisiones o proponen hipótesis sobre los orígenes del lago y gran parte de ellas coincide en que este gigantesco bolsón acuífero parece haber sido parte del Pacífico, algunos millones de años atrás. Al fin y al cabo, en un país que ha tenido una tormentosa historia geológica y en cuyo territorio actual existen 58 formaciones volcánicas –25 con alguna actividad–, la tesis de que este accidente sea resultado directo de alguna violenta erupción, no deja de tener una fuerte lógica. Se trata en cualquier caso del décimo espejo de agua dulce más grande del mundo y del segundo mayor de Latinoamérica, que alberga a su vez la isla más extensa dentro de un lago en todo el planeta y exhibe curiosidades tales como sus tiburones de agua dulce, especialmente abundantes en el curso del hermoso río San Juan; el mismo que fue muy valorado como candidato a ser parte de una ruta interoceánica a través de Centroamérica, desde el Caribe hasta el Pacífico utilizando el lago, además, y el Estrecho de Rivas, lo que no prosperó debido a la actividad volcánica a veces intensa en la zona. Desde la costa oeste del Lago Nicaragua, Ometepe es una imagen espectacular con su color verde intenso y sus dos volcanes. Al que está hacia el extremo norte se le llama Concepción y es el más sobresaliente de los dos, con una altura de 1 610 metros sobre el nivel del mar, lo que le convierte en el segundo más alto del país; al que se ubica al sur, se le conoce como Madera y alcanza 1 394 metros de altitud. Navegar hasta Ometepe es una aventura fabulosa con el final feliz de perderse algunas horas a través de sus múltiples senderos y entrar en contacto con las aisladas comunidades de vecinos que todavía pertenecen a un momento histórico del pasado. Para hacerlo sin contratiempos lo mejor es trasladarse por carretera lo mismo desde Managua o Granada hasta Rivas y de esta tranquila ciudad interior, a un pueblito llamado San Jorge, donde hay una línea de cabotaje diaria que transporta a ese destino, con varias frecuencias por jornada. La costa de la isla por el occidente tiene unas playas de guijarros y arenas oscuras y del lado contrario, de un blanco plomizo. Hay de ese costado algunos hoteles dignos de cualquier exigencia y de hecho, constituye uno de los sitios de Nicaragua que más inversión turística ha atraído en los últimos años, concentrada en torno a la pequeña ciudad de Santo Domingo. Además del disfrute de la naturaleza a través de las clásicas modalidades de senderismo, cabalgatas, cicloturismo y otras, los deportes acuáticos son el ingrediente fundamental de las ofertas de amenidades que se encuentran en la zona más turística de la isla. Una variante que no deja de tener adeptos es el escalamiento del volcán Concepción, cuya escenografía más árida, con áreas de arenas volcánicas expuestas, permite esquiar aprovechando lo seco del terreno y la pendiente, propuesta con alguna dosis de riesgo y aventura que, sobre todo los más jóvenes, no rehúsan disfrutar y que se ha convertido en una de las modalidades de turismo con mayor aceptación en otros varios países de Centroamérica como El Salvador. La isla de Ometepe se conforma así como uno de los destinos más atractivos para quienes buscan sitios novedosos y exclusivos en esta parte del mundo, algo a lo que sin dudas le ha ayudado mucho hasta nuestros días su limitada accesibilidad.

Andrea Sanabria