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LA RUTA MAYA LA HUELLA DE MESOAMÉRICA

Un excelente camino para el descanso activo y el conocimiento lo constituye el Mundo Maya, fruto de la relación de cinco naciones latinoamericanas, muchas de ellas con costas hacia la cuenca caribeña.

La naturaleza engrandece. El jaguar, con su imponente figura deambula por el verdor en busca de la presa y continúa como silueta de credo y devoción de los amantes de lo intrincado. Un espíritu de plumas y colores regentea en el paisaje de una huella americana por excelencia que ahora está a disposición del turista exigente, uno de los proyectos más ambiciosos y enriquecedores que lleva por nombre la Ruta Maya. Se trata de un sentido de la armoniosidad, donde se permite el recreo de la cultura, la historia, la ecología, el contacto con pueblos milenarios, donde se acumula una forma de vivir y de crear obras de arte. Estamos en presencia de un camino insospechado, donde por muchos viajes que se realicen dentro de él siempre se encontrará algo nuevo, de ahí la valoración de los expertos del turismo mundial acerca de la prodigiosa vitalidad de un sendero de sorpresas. El turismo y la historia tienen comunidad de intereses en cualquier parte del mundo, sobre todo cuando empresarios con imaginación potencian ese nexo sin abandonar los requisitos para un descanso de calidad. Ese es el caso de medio millón de kilómetros cuadrados que abarcan la ruta turística denominada Mundo Maya, Mayab o Mayapass. Esa extensión se encuentra entre los territorios de Guatemala, El Salvador, Honduras, México y Belice, la antigua Mesoamérica. Los más recientes datos oficiales sobre ese proyecto se refieren a que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo de México invertirá en los próximos tres años 50 millones de dólares en la creación de infraestructuras básicas para el Mayapass, sobre todo en el estado de Yucatán. Para el Estado mexicano, esta es la propuesta más importante de desarrollo turístico. Se espera, por demás, que ese fondo se incremente en seis veces ya que el mencionado es sólo el aporte azteca al proyecto y deben incorporarse financiamientos privados. Los libros señalan que ese es el territorio de los Mayas, indígenas con una inexplicable procedencia, ubicada por algunos especialistas en el sur de los actuales Estados Unidos. Ese grupo humano se localizó desde hace dos mil años alrededor de Tabasco y Chiapas, planicie caliza mexicana con centro en la ciudad de Mérida. Los mayas edificaron un imperio con auge entre el Siglo IV D.N.E. y el año 1697, cuando ya estaban en América los españoles. Altas pirámides truncadas en su cima y templos como Uaxactún, Uzmal y Chichén Itzá, son sus signos más característicos. La lista de descubrimientos aborígenes incluyen lenguaje común, sistema numérico vigesimal, conocimiento de la escritura, pinturas, ritos y bailes. Allí los indios mayas viven hoy como antaño y respetan sus costumbres. Todavía sus mujeres visten esas túnicas multicolores llamadas huipiles, cosechan maíz como sus antepasados y veneran a más de 100 dioses. En pleno Siglo XX el entorno de esa comunidad es rico en vegetación tupida, especies únicas de la flora y la fauna o sitios intrincados, a donde aún cuesta trabajo llegar. Ese mundo incluye llanuras, montañas, desfiladeros, selvas, volcanes activos, pantanos, formaciones coralinas, grutas, ríos caudalosos como el Usumacinta o el Grijalva, playas tan exóticas como las de Cancún, islas paradisíacas al estilo de Mujeres, Cozumel, Roatán o lugares inolvidables como el cayo Ambergris. Es el entorno de 18.300 especies de plantas, el reino de animales tan interesantes como el Tucán de pico blanco, oso hormiguero, venado de cola blanca, jaguar, guacamaya roja o tejón. Pero el hombre impregnó esa ruta de tantos misterios, que aún hoy los estudiosos se preguntan por qué los mayas trasladaron sus ciudades-estados de lugar antes de la colonización española. Sobre el particular existen varias hipótesis que abarcan un desastre natural o una rebelión popular contra sus gobernantes. En esa región de cinco países operan contrabandistas internacionales, quienes extraen piezas de jade (piedra preciosa) cerámicas, estelas aborígenes, vasijas, silbatos y colecciones completas de figurillas de gran valor. Es por ello que los gobiernos implantaron una lucha a muerte contra esos robos y a la par potenciaron la promoción del Mundo Maya como un emporio del turismo de clase. Por ese motivo, en mayo de 1993 los entonces presidentes de México, Carlos Salinas de Gortari, de El Salvador, Alfredo Cristiani, de Honduras, Rafael Leonardo Callejas, de Guatemala, Jorge Serrano Elías y el primer ministro de Belice, George Price, recorrieron Palenque, Tikal y Copan. Como coincidencia, dos meses antes el arqueólogo estadounidense de la Universidad de Pennsylvania Robert Sharer, y un grupo internacional, descubrieron en Copan, Honduras, una tumba maya quizá de 1.400 años de antigüedad. El hallazgo podría corresponderse con la fosa funeraria del primer jerarca maya en esa ciudad, Yax Ku’K mo, muerto en el año 436 D.N.E., ya que con anterioridad se encontraron los túmulos de los monarcas Waterlily-Jaguar y Moon-Jaguar, de entre los cuatro reyes más importantes establecidos por los investigadores. Este atractivo recalcó el interés por visitar ese mundo, que entre los siglos XVIII y XIX recibió a los primeros exploradores, quienes desvelaron las riquísimas pirámides y los caminos ocultos por la maleza. En la lista de los aventureros de aquella época están el irlandés Juan Galindo, quien en 1834 se paró sobre las ruinas de Copán, o el británico John Lloyd Stephens quien seis años más tarde compró las tierras de ese lugar sagrado por sólo 50 dólares, un sitio donde en el Siglo VIII D.N.E. subió al trono Yax Pac. Otro de los audaces resultó Frederick Catherwood, acompañante de Stephens, un dibujante que dejó plasmada en sus bocetos la riqueza de aquellos descubrimientos. Augustus Le Plongeoan sobre el montículo de Chichén Itzá, el conde Waldeck, o Edward H. Thompson aportaron textos, mientras aparecieron fotos de Alfred Maudslay y Desire Charnay en un itinerario como Copan, Tikal, Chichén Itzá, Uxmal y Palenque. Esos lugares hoy tienen un más fácil acceso mediante paquetes turísticos, pero antaño había que ser valiente para visitarlos, y sobre todo seguir los rastros de los mayas en libros y criptas para desvelarlos, como lo hicieron esa pléyade de norteamericanos, británicos y franceses. Con todos estos datos surge un sabor mucho más preciosista a la hora de pensar en el Mundo Maya cuyo tránsito lleva a localidades como la de Campeche, cerca de 10 islas, con fondos estupendos para el buceo, regiones montañosas y sobre todo donde Yucatán como península abarca los designios de toda una cultura. Como esfuerzo por parte de los dirigentes de esos países resulta elogiable, debido a que apoya firmemente la letra de las cumbres iberoamericanas en materia de relaciones entre los pueblos e interacción de las tradiciones y sobre todo el destaque de las culturas antiguas como es el caso de la de los Mayas. Hay muchas personas que señalan al turismo como una actividad capaz no sólo de ofrecer reposo en buenos hoteles, sino fuente para aportar conocimientos y sensibilidad hacia distintos rincones del planeta. Y ello resulta importante, pues el área de la Ruta Maya es hoy zona de pobreza en cuanto a niveles de vida en la mayoría de los lugares y riqueza en vestigios históricos y presencia natural. Allí donde los sueños de algunos indios continúan intactos como en aquellos hombres y mujeres que levantaron Palenque, Tikal o Uxmal, Itzamná, el dios de la sabiduría, parece aún ordenar. EL MUNDO MAYA ES TODO UN UNIVERSO CULTURAL Y NATURAL La región de la Ruta Maya abarca 500.000 kilómetros cuadrados, donde viven más de cuatro millones de indios mayas y posee unos dos mil puntos de interés a partir de tres mil años de historia. Es una zona muy pobre, por ello, dicen funcionarios del gobierno mexicano, es política ayudarla a través del turismo, fuente de empleo y de conservación de tradiciones y cultura. En el Mundo Maya se encuentran 70.000 cuartos de hotel, 11 aeropuertos internacionales y 43 destinos turísticos, lo que hace al producto muy significativo e interesante. Es un entorno de ríos, lagunas, montes, desarrollado en medio de la selva alta, capaz de satisfacer los requerimientos de los más exigentes. Entre los principales ejes de esa ruta están los vestigios de Chichén Itzá y Uxmal, Tulúm en Yucatán, en Quintana Roo, Palenque en Chiapas, Tikal en el centro del Petén guatemalteco y la ciudad de Copan en Honduras. Sólo México recibe un promedio de 80 millones de vacacionistas extranjeros de los cuales 20 millones se alojan en hoteles y unos 66 millones realizan viajes cortos, según fuentes oficiales. El Maya mexicano abarca cinco estados: Quintana Roo, Tabasco, Campeche, Chiapas y Yucatán, convirtiéndose el balneario de Cancún en la entrada a ese maravilloso espacio. Más de 30 deidades están reflejadas en el Códice de Dresden y un manuscrito del siglo XVIII considera a 166 dioses. Entre éstos se encuentran Itzamná (Casa de la Lagartija) encabeza la lista de los dioses mayas. La esposa de Itzamná es Ixchel, diosa de la Luna. También se encuentran Ah Kinchil, dios del Sol; Chaac, de la lluvia; Yam Kax, del maíz; Kukulcán, gobernante y Ek Chuah, dios del comercio. En el Mundo Maya existen unas ocho mil especies de plantas con flores, 600 aves y 1.200 mariposas. Todas estas bellezas se encuentran en un espacio mucho menor que la Texas norteamericana, una región que estuvo aislada por 100 millones de años y ahora es redescubierta para el turismo. El Jaguar, llamado Balám, es muy venerado por los antiguos mayas y ahora vive protegido por las leyes en selva bajas de la región. Otra especie interesante es el Aguila elegante, con su cresta negra y cara broncínea. Se puede hablar además del Jabirú un ave estilizada con una especie de collar escarlata, la Tucaneta verde, la Guacamaya roja, el inconfundible Quetzal, el pequeño Cacomixtle, de hábitos nocturnos, un experto cazador con un hocico simpático, trepador de la floresta o el Mono saraguato. En la Ruta Maya existen importantes reservas. En México se encuentran Montes Azules, en Chiapas, de 331.200 hectáreas (reserva de la biosfera), El Triunfo (Chiapas), La Encrucijada (Chiapas), Cañón del Sumidero, Lagos de Montebello, Palenque, Agua Azul y El Ocate. También son reservas mexicanas Centla (Tabasco), Calakmul (Campeche), Río Lagartos (Yucatán), Sian Ka’an (Quintana Roo), Contoy (Quintana Roo), Cozumel, Isla Mujeres, Cancún (Quintana Roo) y Punta Laguna (Quintana Roo). En Belice aparecen las reservas de Bermudian Landing Community Babboon Sanctuary, Cockscomb Basin Jaguar Reserve, Río Bravo, Hol Chan Marine Reserve, Parque de Guanacaste, Mountain Pine Ridge, Society Hall y Crooked Tree. En Guatemala se puede disfrutar de las reservas Maya de 1.400.000 hectáreas, Biotopo del Quetzal Mario Dary, Biotopo Chocón Machacas, y en Honduras se encuentran Rio Plátano, Pico Bonito, La Tigra, Celaque, Cuero y Salado, Cerro Azul, Azul Meambar, Santa Bárbara, Cusuco, Yoro, Punta Sal-Micos, Pico-Pijol, Lancetilla Botanical Garden, Islas de la Bahía y la Reserva Submarina. Completan este sistema de reservas las de El Salvador: Montecristo-El Trifinio, Cerro Verde y Lago de Coatepeque-Volcán Izalco. Las costas de la Ruta Maya también tienen una historia relacionada con la piratería en los siglos XVII y XVIII, con el asedio de puertos como el de Campeche, Bacalao, Omoa y Trujillo. La búsqueda de botines tenía sitio privilegiado en esa zona donde aún se encuentran vestigios de tal actividad. Entre los nombres más sobresalientes de piratas, bucaneros y filibusteros se encuentran Henry Morgan, Diego El Mulato, Lorenzillo, Pata de Palo Cornelio Jols y Agramón, quienes perseguían a los barcos españoles cargados de riquezas para la corona, oro y plata extraídos de las minas sudamericanas. PAISAJE MARINERO DE LA RUTA MAYA Las islas, cayos y penínsulas que aparecen en el Mundo Maya tienen encantos particulares. Son emporios del buceo por los fondos y las temperaturas de las aguas, además de una infraestructura turística perfecta para tales prácticas. Seis son los sitios marinos más importantes de ese entorno: Cancún, Isla Mujeres, Cozumel, Cayo Ambergris, Cayo Caulker e Isla Roatán. Cancún es un complejo mexicano de excepcionales características y 250.000 habitantes; un territorio de 22 kilómetros de arena en sus playas, unos 100 hoteles y 250 establecimientos gastronómicos, además de presentar una amplia gama de comercios, marinas y centros nocturnos. Hace sólo poco más de 20 años Cancún era un territorio apartado y desconocido. A finales de 1960 fue planeado el comienzo de la explotación turística del lugar y las construcciones aumentaron en espiral hasta la infraestructura de la actualidad. Por allí se brinda, buceo, pesca, surf, esquí, cruceros, tenis y golf, entre otras modalidades de recreo. Entonces se crea el corredor turístico Cancún-Tulúm, muy bien conectado. Isla Mujeres es también un territorio mexicano. Con ocho kilómetros de largo y poco más de 13.000 habitantes constituye un sitio bellísimo de grandes atractivos para el turismo internacional. Era un refugio de piratas. En la actualidad destacan la Playa Norte o Playa Los Cocos o el Parque Nacional El Garrafón, en el extremo sur de la isla, un sitio ideal para observar la vida submarina. Allí se encuentran vestigios de la Hacienda Mundaca, ocupada en 1800 por el pirata Fermín Mundaca, quien construyó su vivienda en el mismo centro de la isla. Ese hogar fue fundado por el marino en honor de una bella isleña que le despreció, lo que motivo su tristeza perenne hasta morir en Mérida, según cuenta la leyenda. Cozumel es otra isla mexicana de encantos, localizada a 19 kilómetros (12 millas) de la franja costera de Quintana Roo. Es, especialmente un centro de interés para los buceadores, donde inmersionó el famoso investigador francés Jacques Yves Cousteau. Como sitios a destacar se encuentran la Playa de San Francisco y la Laguna de Chankanaab, uno de los espacios más recomendados por los turoperadores. La mitad de los viajeros que llegan a Cozumel lo hacen para nadar hacia las profundidades, sobre todo para observar un paisaje submarino declarado Reserva Natural en 1972. Esas aguas caribeñas albergan 13 kilómetros de arrecifes, cuevas, túneles, y corales. Las áreas de arrecifes más visitadas son Palancar, Paraíso, La Pared de Santa Rosa, El Arrecife Colombia y el Tormentos. La visibilidad vertical alcanza los 160 pies, un sitio ideal para tomar fotografías. En Belice se encuentra un archipiélago de 200 cayos, con una famosa barrera de arrecifes, paisaje del cual destacan Ambergris y Cayo Caulker. Cerca del primero, se halla una barrera de arrecifes de 333 kilómetros de largo, con una línea de azul oscuro. Sitio de corales, palmeras tropicales en la costa y, sobre todo, hermosos alojamientos de lujo. Se pueden realizar excursiones por esa centena de cayos y, a la vez, tener la protección de una buena infraestructura hotelera preparada especialmente para quienes viajan con el interés de realizar inmersiones. Por esos lares, se encuentra la reserva marinera de Hol Chan. Por su parte, Cayo Caulker es un islote a 18,5 kilómetros del poblado de San Pedro, donde los pescadores han vivido de la pesca de la langosta durante muchos años, sobre todo a partir de los 60. En Honduras, también existen sitios especiales para las prácticas marineras. Las Islas de la Bahía han sido un paraíso que sirvió de protección a Cristobal Colón en julio de 1502 y aún protege a los navegantes. Entre estas, uno de los puntos más demandados para el buceo es la isla de Roatán, con numerosas casas para huéspedes y restaurantes especializados en recetas marineras que muchos viajeros reclaman. En el Siglo XVII, las Islas de la Bahía sirvieron además de refugio a los piratas ingleses que desde ahí atacaban a las flotas españolas. Roatán, por ese entonces, era una villa de bucaneros. Aún se menciona que un botín obtenido por el pirata Henry Morgan en 1671 en Panama, está enterrado en Roatán. También se cuenta que en 1797 fueron abandonados en ese lugar cinco mil garifunas, habitantes mezclados entre africanos e indígenas caribeños. En 1820 un grupo de colonizadores blancos fundó pueblos que se conservan hasta el presente y en 1859 terminó finalmente la disputa del Reino Unido para finalmente ceder las Islas de la Bahía a Honduras. Estos sitios, de una belleza espectacular, son la cara marinera de la Ruta Maya, los más importantes de una marca muy particular, apreciada por quienes aprecian las inmersiones submarinas, los paseos en yates y los descansos en sitios apartados.