Automóviles clásicos y antiguos dominan la atención de aquellos amantes de los motores
Majestuoso, altivo, hiriendo pupilas con sus reflejos de fuego, se desplazaba por la avenida ante la incredulidad generalizada. Al detenerse, un enjambre lo rodeó. El techo de un blanco mate, en contraste con el rojo brillante del resto de su carroceria, solo quebrado por una sección a cada costado y los parachoques de un impecable baño niquelado, además de las bandas nevadas circunvalando sus cuatro neumaticos. El propietario, orgulloso a más no poder, lo presentó: es un Chevrolet del año 1957. Casi nada. Cuatro décadas atras salió impecable ese auto de los famosos talleres de la ciudad estadounidense de Detroit, y aun rueda como nuevo por las calles de La Habana. Y no solo se trata de apariencia externa. Toda su vestidura interior se mantiene original, sin un rasguno o mancha -al menos a simple vista- y el motor, al decir de un conocedor de entre los curiosos, es el mismo colocado por el fabricante. Amor, dedicación y conocimientos mecánicos son denominadores comunes en sus dueños. Ellos tuvieron, y tienen, que ingeniarselas para obtener aquí y allá alguna pieza o accesorio . Para beneplácito de nacionales y foráneos se presentaron a la vista pública, de manera masiva, estos trofeos. Fue un rally de unos 500 kilómetros en el tramo La Habana-Varadero-La Habana auspiciado por la pujante industria turistica local, concluido en coincidencia con un novedoso Gran Premio de karting que reunió a varios afamados ex ases del volante mayor, incluidos de la Formula 1. Cuatro decenas de autos de epoca, seleccionados previamente, despertaron entonces la admiración de un amplio auditorio. Ford, Dodge, Mercedes Benz, Buick, Opel, Pontiac, fueron algunas de las marcas de los vehículos, la mayoría de la decada de los ‘50, pero algunos de más atrás, como un Chevrolet 1925 o un Ford 1930. Hicieron -y harán en muestras futuras- las delicias de numerosos turistas extranjeros, quienes encontraron un aliciente mas para su viaje a este país y desear el regreso. Sin saber su destino milagroso, un abuelo de hoy trató en su momento como a niño mimado a ese Chevrolet 1957 que causó sensación en una avenida habanera, o a aquel Cadillac 1948 en que el visitante podrá admirar los rincones capitalinos de su preferencia, conducido por el propietario, un día ya cercano cuando compañías turísticas abran esa nueva opción. Quien entonces cuidó con esmero su patrimonio, y que trasladó su dedicación a hijos y nietos, legó un preciado tesoro que, cual museo rodante, da un sello más de atractivo al paisaje cubano.
Signo de distinción
Desde principios de 1997 una nota novedosa apareció en la palestra de la automoción cubana, con la inauguración de paradas de vehículos de alquiler antiguos y clásicos en los hoteles Inglaterra (La Habana) y Casa Granda (Santiago de Cuba). Los chóferes visten de acuerdo con el año de su coche y están preparados para brindar información sobre los lugares turísticos de esas ciudades, por donde se realizan los paseos en esos automóviles, verdaderos museos rodantes.
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