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QUITO. Historia viva en la mitad del mundo

A más de cuatro siglos de su fundación, la capital de este país suramericano se muestra como un paisaje casi perfecto de arquitectura colonial.

Situada en la cordillera de los Andes a unos 2 800 metros sobre el nivel del mar, la ciudad de Quito bien logra cautivar el alma de quienes la visitan. Su casco antiguo fue declarado por la UNESCO en 1978 Patrimonio Cultural de la Humanidad y constituye un verdadero museo vivo de mucho interés para amantes, expertos o conocedores de la historia contada a través de las piedras, los edificios, las formas… Se trata de una ciudad extensa que fue concebida cual urbe española de fines del siglo XV desde una matriz cuadricular en torno a la plaza central, con la peculiaridad de tener pendientes y cuestas por su emplazamiento en las faldas del volcán Pichincha, que le ha aportado las condiciones fisiográficas del relieve andino sintonizadas con el impulso colonizador y un marcado estilo barroco. No en vano se reconoce a Quito por poseer el centro histórico más grande y atractivo del continente y ser una de las ciudades más antiguas de la región, con decenas de iglesias, capillas, monasterios, conventos coloniales, plazas, museos, edificaciones republicanas y asimismo, también, una interesante muestra de la arquitectura americana de inicios del siglo XX. Justamente uno de sus monumentos más valiosos es la iglesia de San Francisco, resultado armonioso de influencias mudéjares, manieristas y barrocas, con una impresionante riqueza ornamental al interior. En tanto, la Plaza de la Independencia, también conocida como Plaza Grande, muestra a La Catedral en primer plano; y al fondo, el Palacio de Gobierno, de estilo neoclásico y piedras incas en su base, custodiado por guardias con uniforme de gala. Un paseo por el centro de Quito debe incluir un recorrido por La Ronda –anteriormente denominada calle Morales y hoy calle 24 de Mayo–, y que es una especie de síntesis de todo el pasado de esta ciudad. Abren allí pequeños restaurantes y cafés, tiendas de regalos y detalles; y constituye un elocuente ejemplo de ese Quito que fue y es todavía, esplendoroso y bello; que se descubre al andar sobre sus adoquines centenarios a la vista de graciosas casitas blancas de techos rojos, balcones con balaustres, faroles y toda clase de decorados. Recorridos sin olvido Para quien visite la ciudad, Quito brinda una amplia variedad de espacios culturales –de especial interés y valiosas colecciones son el Museo Nacional del Banco Central, el Etnohistórico, el de Artesanías Mindalae y la Capilla del Hombre. El Cerro del Panecillo, un mirador a 3 000 metros de altitud, puede ser el sitio ideal para el viajero que desea verlo todo de una sola vez. Cuando el día es bueno y despejado de brumas, ante la vista se abrirá la urbe y sobre ella decenas de cúpulas, las torres de sus vistosas iglesias, monumentos y palacios que hoy acogen instituciones gubernamentales o de cultura. Si es usted de los que prefiere un lugar armonioso, lleno de opciones y entretenimientos, no pase la oportunidad de visitar el barrio La Mariscal, donde existen infinitas alternativas para comer, comprar, bailar y solazarse. Quito, por demás, es reconocida como una de las regiones más biodiversas del Ecuador. A sólo dos horas de la ciudad capital, el rango de hábitats y ecosistemas es impresionante, desde las nieves perpetuas en las cumbres andinas, hasta los valles húmedos tropicales, lagos y lagunas, por lo que resulta una excelente base de operaciones para cualquiera que busque combinar todas estas posibilidades y guardar en su memoria las visiones inimaginables de una historia de pasado, presente y futuro.

Monumento Mitad del Mundo En el año de 1736 llegó al país una Misión Geodésica que tuvo como objetivo medir un arco de meridiano para comprobar la forma de la tierra, la cual estuvo integrada por los científicos franceses Bouguer, Godín y La Condamine, a quienes se unieron los insignes marinos españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa y el reconocido estudioso ecuatoriano, Pedro Vicente Maldonado, quien colaboró estrechamente para asegurar el éxito de los trabajos. En 1836, el geógrafo ecuatoriano Luis Tufiño localizó las señales dejadas por aquel primer grupo de científicos y allí mandó a levantar un gran monumento de 10 metros de altura, que en 1979 fue trasladado a la población de Calacalí, 7 km al oeste de Quito. Tiene forma piramidal-cuadrangular, cuatro monolitos en los ángulos que señalan la orientación de los puntos cardinales y se encuentra localizado exactamente en la Línea Ecuatorial, a cero grados de latitud, cero minutos y cero segundos. Corona la columna de granito una esfera metálica que representa el planeta Tierra, con sus 5 continentes y sus mares en alto y bajo relieves. Este globo está envuelto de oriente a occidente por una cinta también metálica siguiendo la Línea Ecuatorial y que divide a la esfera exactamente en dos mitades.

Claudia Oliva