Ni el propio Cristóbal Colón supo describir la delirante emoción que sintió cuando en la madrugada del viernes 12 de octubre de 1492 avistó entre las brumas del amanecer, en la inmensidad del océano, una islita que sus habitantes llamaban Guanahaní y él rebautizó como San Salvador.
Tenía razón. Aquel pedazo de tierra, en el actual archipiélago de las Bahamas, le salvó la vida al cabo de 70 días de navegación hacia lo desconocido, pero –sobre todo- reafirmó su ambicioso proyecto de encontrar otra vía para alcanzar las riquezas de las Indias, narradas en los fantásticos relatos de Marco Polo.
En lugar de arribar a naciones de inmensos palacios, revestidos de oro, plata y piedras preciosas, aromatizados por el incienso, la mirra y el sándalo, se transformó en descubridor de ignotos parajes. Sin darse cuenta, su obsesiva persecución de aquel sueño, lo llevó a un asombroso Nuevo Mundo.
Recorrió otras islas de las Bahamas, navegó hacia el sur hasta llegar –el 27 de octubre- a otra tierra de naturaleza deslumbrante que los aborígenes llamaban Cuba y él nombró Juana. Finalmente, en la vecina isla denominada por los pobladores (taínos) Aytí y que bautizó como La Española, el 25 de diciembre de 1492 se hundió la nao capitana, la Santa María y con sus restos ordenó construir el Fuerte de La Navidad, el primer poblado español en América, donde dejó a 39 hombres al mando del cordobés Diego de Arana.
Así comenzaba la leyenda de ciudades –pequeñas o grandes- que a la vuelta de 500 años conservan las huellas de aquel impensado choque de civilizaciones, matizado por todas las pasiones imaginables. Hoy, las villas coloniales muestran el saldo de ese proceso de transculturación como su mayor atracción para visitantes de todo el planeta.
La actual Isla de San Salvador, conocida como Waitling Island hasta 1925, cuando fue rebautizada para consolidar la atractiva historia de la visita de Colón, se ha vuelto un importante centro turístico gracias a sus muchas playas. Tiene, además, gran cantidad de arrecifes que permiten observar con snorquels una gran variedad de especies de peces.
Durante su segundo viaje, en 1493, Colón encontró destruido el Fuerte de La Navidad al llegar a La Española. Decidió trasladar el incipiente poblado más al este y fundó la ciudad de La Isabela, el 6 de enero de 1494. Sus restos forman parte ahora de un Parque Arqueológico en el municipio de Luperón, provincia de Puerto Plata.
La Isabela fue abandonada por aprobación de Colón. Los colonos de esta ciudad marcharon a lo que se llamó “La Nueva Isabela”. Después de ser destruida por un huracán, fue reconstruida al otro lado del río Ozama. El 4 de agosto de 1496, Bartolomé Colón, hermano del Descubridor, estableció el asentamiento Santo Domingo de Guzmán en la costa sur, que se convirtió en la nueva capital.
Durante los últimos años del siglo XV y hasta finales de la segunda década del siglo XVI, las operaciones navales, de exploración y colonización se concentraron en las islas caribeñas de La Española, Cuba y Puerto Rico.
En los albores de la década de 1510, una vez reconocida la condición insular de Cuba, dotada de una posición privilegiada, buenos puertos y fértiles tierras, la corona española emprende la colonización mediante la fundación de siete núcleos poblacionales bien posicionados.
El proceso capitaneado por el adelantado Don Diego Velázquez, se desarrolla de oriente a occidente. El 15 de agosto de 1511 funda en el extremo oriental de Cuba, la ciudad de Baracoa, donde comenzaron en este país las celebraciones por el aniversario 500 de sus primeras siete villas coloniales.
Las conmemoraciones pusieron de relieve el valor patrimonial de esas ciudades, que en algunos casos preservaron intactas o muy bien cuidadas importantes porciones de sus núcleos originales: plazas, calles, edificios públicos, iglesias y viviendas erigidas a lo largo de los últimos cinco siglos, orgullo de sus pobladores y una verdadera atracción para el turismo.
Trabajos de protección o restauración del patrimonio nacional iniciados en la década de 1970 arrojan un saldo formidable en ciudades como La Habana, Trinidad, Camagüey, -tres de las villas coloniales que celebrarán su aniversario 500 en la presente década- cuyos centros históricos han sido inscritos por la UNESCO en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad por sus extraordinarios valores arquitectónicos y culturales.
Bayamo, ciudad Monumento Nacional, considerada cuna de la nacionalidad cubana, acaba de festejar su quinto centenario el pasado 5 de noviembre de 2013.
Otras tres ciudades cumplen su medio milenio en 2014. Trinidad, fundada el 12 de enero de 1514; Camagüey, el 2 de febrero de 1514 y Sancti Spíritus, el 4 de junio de 1514, marcan las siguientes etapas del periplo de Velázquez.
En los próximos años celebrarán sus 500 años Santiago de Cuba, la segunda mayor del país, fundada el 25 de julio 1515, y La Habana, que tiene fijada como fecha fundacional el 16 de noviembre de 1519.
Cada una de estas ciudades constituye hoy el eje de un polo turístico en una nación que apuesta fuertemente a la industria de los viajes y el ocio avalada por su diversidad cultural y sus tradiciones, a las que se añaden otros valores como un entorno natural sano, seguro, alegre, donde el calor humano se confunde con las cálidas temperaturas de las soleadas playas tropicales.
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