Tengo varias piezas donde recurro al universo de lo doméstico. Esos espacios son para mí constante inspiración, pues en ellos pasas la mayor parte de tu tiempo. Generalmente las personas modifican los sitios de creación, de trabajo, para hacerlos similares a sus casas, muchas veces a partir de la inclusión de algún elemento que albergue el sentido de “hogar”. En esta pieza que propuse para la Bienal quise apropiarme de un referente muy definido a ese mundo, y reutilizarlo añadiendo otra connotación.
Me gusta hacer uso de la palmera como elemento de resistencia. Es una planta que está presente en diversas zonas geográficas. Los huracanes en el Caribe pasan y no logran arrasar con ellas. El viento las voltea, ellas se tambalean y al ser tan flexibles no se quiebran, y logran estar de pie. Me interesa esa capacidad de adaptación y maleabilidad que tienen, y es sobre esta cualidad sobre la que trabajo para generar los más diversos sentidos.
Extenuante… aunque solo fueron dos días montando y dos días en el taller haciendo las pantallas. Pero en verdad la concepción para su montaje es simple. Quise traer algo que fuera sencillo para su transportación y su emplazamiento. Que todo dependiera de una inversión mía y de mi propia energía.
El principio de la obra es sencillo, en su ejecución y sus partes, pero sin dudas hay un encanto que traspasa la imagen. Puede ser un elemento decorativo, pero es algo que desde lo estético nos remite a una experiencia. Viene muy conectado con la idea de que el arte es experiencia, experiencia de belleza y experiencia del buen vivir.
A diferencia de tendencias creativas que apuestan por la crítica, llamadas “de línea dura”, o de postura “política” definida, este proyecto es algo más liviano y etéreo; es una pieza para el disfrute estético, pero te hace reflexionar desde su poesía. En el acto de “mover” elementos de unos contextos a otros, haciendo que algo totalmente ajeno al espacio llegue ahí, reside la dimensión un tanto mística del arte.
De noche las “lámparas” se transforman, y el paisaje se convierte en algo alucinante. Imagina que hubieran sido más palmeras, una detrás de la otra, el impacto sería asombroso…
La conexión está dada, a mi entender, por pensar propuestas artísticas desde las estrategias operativas del diseño. Este se ha encargado de desarrollar nuevos modos de vida: la cultura de contextos tecnológicos y de recursos humanos, la estructuración de medios naturales y artificiales son algunos de los escenarios donde nos topamos con el diseño. El arte refleja y discursa sobre los cambios que tienen lugar a nivel sociopolítico, antropológico y estético. Gran responsable de las modificaciones en ambas plataformas es la Internet, y la estética de la decodificación digital. Esta práctica la vemos en un desvío hacia la esfera objetual, y evidencia una estrategia artística de integración para ambos sectores. También se percibe en los postulados de diseño sostenible, rendimiento energético, justicia medioambiental y las políticas alrededor del reciclaje, la re-utilización, el salvamento y la recontextualización de recursos, espacios y energía.
Pero no vemos tan solo un vínculo tecnológico de diseño y arte, también es a nivel de comunicación, propiedad intelectual, producción artesanal e industrial, así como en lo referente a los ciclos de vida en los cuales apreciamos este cambio de códigos. El arte, cuando está ligado al objeto y a la objetividad de la comunicación visual, utiliza el diseño en su carácter más básico.
Decidí estudiar diseño en mi último año de universidad, cuando me formaba como escultor. Eso fue en 1995. Y finalmente realicé este proyecto en Milán (1997). Era un período importante de grandes decisiones en lo relacionado con el diseño sostenible y la globalización. Para mí es una disciplina instrumental, una forma de ver, analizar y programar el mundo construido, y el que sé vamos a construir. En 1998 hice una exhibición titulada La última lluvia en la que empleé prácticas proyectuales del diseño para hacer arte.
Comencé con Paisaje Reflejado. Era una videoinstalación de dos capítulos, una toma fija de un paisaje de palmeras con el horizonte del mar al fondo, y otra toma de una palmera y su reflejo que parecía un ser mitológico volando con el cielo de fondo. Estas imágenes se proyectaron sobre unas cortinas verticales que cubrían una ventana de cristal hacia el exterior, y un ventilador desde una esquina hacía mover las cortinas creando una serpenteante oleada, y dejando entrever levemente la luz. Era una reflexión sobre el medio en la construcción del paisaje y el individuo. En mis últimos dos videos trabajo sobreimponiendo historias reales, de la vida cotidiana, con relatos o acciones programadas sobre la trama real. Me gusta llamarles “documental de ficción”, y me interesa la estructura narrativa que puede lograrse.
Para la Bienal presenté tres propuestas que iban desde una línea más dura de discurso hasta esta, donde aparentemente prima lo estético. En realidad es un proyecto que vengo trabajando desde el 2007, un paisaje de muchas palmeras. Siendo diseñador y artista, me interesó invertir el orden de los elementos que distinguen el espacio propio con respecto al público. Entonces utilizo elementos de la casa para emplazarlos en el espacio urbano. Es decir, llevo la casa a la ciudad.
Y este fue el primer punto de comunicación de mi trabajo con los presupuestos de la Bienal. Los imaginarios sociales básicamente se potencian en un espacio como el de la casa: es esta una parte del interior de nuestra vida que se transfiere en cierto sentido al panorama público.
Pero no solamente eso, la obra en sí es una lámpara inserta en una palmera. Es un símbolo de resistencia, de la potencia de la idea, lo perdurable, como una luz prolongada. Esos son los principios que llamaron mi atención y que quise manifestar con esta propuesta.
En ese momento aun era estudiante. Vine a realizar un curso de arte plumario en Casa de las Américas. Lo hice más bien por curiosidad, quería saber qué era Cuba y qué pasaba con Cuba, y eso fue lo que me lanzó a hacerlo. Ya tenía intereses en el diseño, pero trabajaba más con ensamblajes escultóricos de artefactos reciclados, luz, detergentes líquidos y elementos orgánicos como vegetales, agua, fuego, hielo seco, etc. Creaba personajes, máquinas y construía ciudades fantasiosas.
Había entonces muchos apagones, escaseces. No tuve mucho contacto con la escena artística de ese momento. Recuerdo haber conversado brevemente con el cineasta Enrique Pineda y con el artista Ernesto Pujols. La gente aparentemente estaba tranquila, conversaba al tiempo isleño, en reposo del calor y comentando del día a día. Era posible evidenciar ya un crecimiento en la industria turística de la capital. Pero hace veinte años era más accesible en términos económicos, ahora mismo es un poco más costoso.
Obviamente La Habana ha crecido muchísimo desde aquel momento. Yo creo que a pesar de todo es muy hospitalaria. De las cosas que siempre me han dicho por ahí, lo más cierto es que hay que adaptarse, y eso me parece genial, es una enseñanza que se le debe trasmitir a todo el mundo. Y hay que hacer con lo que hay, y hacer lo mejor posible.
Andrés Álvarez (Conrad)
© 2010 Copyrights EXCELENCIAS GROUP. Tous droits réservés.