Trinidad es un museo viviente, enclavado en el centro del archipiélago cubano, que permite viajar en el tiempo y apreciar una ciudad maravillosa donde se conjugan la luz, el sol y el indiscutible olor del mar, en medio de un paisaje entre montañas.
Fundada por los españoles, en enero de 1514, Trinidad y el Valle de los Ingenios fue declarada en 1988 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en justo reconocimiento al empeño de sus pobladores por preservar casi intacto un centro urbano que atesora algunas de las mayores riquezas arquitectónicas erigidas en la Isla durante los siglos XVIII y XIX, gracias al desarrollo alcanzado en la zona por la industria azucarera.
Basta caminar por sus empedradas calles para disfrutar sus espectaculares casonas y edificaciones coloniales cubiertas de tejas criollas de color rojo, en las que prevalecen espaciosas barandas y patios centrales, decorados con exquisito gusto; coloridos vitrales y caprichosas cenefas de cerámica, que adornan sus paredes, balaustres de entretejidos calados de hierro, elaborados por expertos herreros, y sus impresionantes puertas y ventanas de maderas preciosas, construidas por reconocidos ebanistas de la época, que mantienen su esplendor pese al curso de los años.
Numerosos jardines refrescan el ambiente trinitario. Abundan en su entorno museos y lugares de interés histórico-cultural, entre ellos el de Historia, instalado en el Palacio Cantero, que fue propiedad de un acaudalado terrateniente criollo y el palacio del Conde Brunet, de estilo romántico.
Al peregrinar por la villa resulta indispensable recorrer la Plaza Mayor, valorada por los especialistas como la segunda en importancia de Cuba, después de la Plaza de la Catedral, en La Habana.
La majestuosa Iglesia Parroquial Mayor de la Santísima Trinidad se proyecta en la colina donde está situada como testigo de secretos y leyendas tejidas por varias generaciones de trinitarios, hombres y mujeres laboriosos, con rica tradición en las artes manuales y la orfebrería, artesanías de cerámica, hermosos manteles de hilo tejidos y bordados a mano por expertas costureras.
Otro exponente arquitectónico relevante en la zona es la Torre de Manaca Iznaga, que posee una altitud de 45 metros de altura, edificada con el objetivo de velar las dotaciones de negros esclavos en los cañaverales, ubicada en el Valle de los Ingenios, floreciente en el siglo XIX gracias al desarrollo de la industria azucarera.
La Torre de Iznaga se encuentra enclavada en la que fuera una de las más importantes haciendas de la época, la Manaca Iznaga, donde se hallan restos del palacete, de los barracones de esclavos y de otras instalaciones. A poca distancia de Trinidad se encuentran las playas Ancón y María Aguilar, una oportunidad para bañarse en las cálidas aguas del Mar Caribe. También es posible darse un salto a Topes de Collantes, en la Sierra del Escambray, donde se puede apreciar un maravilloso ecosistema que favorece a una exuberante vegetación y a una variada fauna con ejemplares únicos de la Isla.
Nancy Núnez© 2010 Copyrights EXCELENCIAS GROUP. All rights reserved.