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Los que pasaron... No quieren seguir de largo…

La Alicia Negra No fueron pocos los que se asombraron cuando vieron en la clausura del Festival Mundial de Teatro de Niños en Alemania, en junio de 2002, una representación de Alicia en el País de las Maravillas, protagonizada por una niña negra.

Sahilys Cisneros Torres quiso ser bailarina, cantante y hasta taekwandoka. Estaba en un coro infantil cuando Cremata la “descubrió” porque le hacía falta una niña que cantara. Dejó La Colmenita para ir estudiar música en una escuela elemental. “Pero no aguanté ni dos meses. Las clases eran muy aburridas, y yo extrañaba mucho a mis amiguitas, a la gente de aquí”.

Desde entonces no se ha separado más de la compañía, e incluso cuando se “jubiló” a los catorce años, y entró a estudiar en la escuela de arte, al apenas graduarse volvió al grupo, donde ya no actúa, pero da clases de ballet y actuación. Sueña, dice, con cantar algún día con las Anacaona, un famoso grupo musical cubano integrado por mujeres, pero en el fondo creo que se imagina, aún allí, rodeada de otras abejitas.

“Siento ganas de volver a actuar”

Jorgito Miló le ha dado la vuelta al mundo en una película que lleva el nombre de esta Isla. ¡Viva Cuba!, de Juan Carlos Cremata Malberti. Él ya lo había visto poner sueños en escena, con el grupo prodigio de su hermano Tim: La Colmenita.

“Cuando tenía 4 ó 5 años empecé en el taller La Colmenita de Plaza, donde estuve alrededor de un año; luego pasé a la compañía central. Al principio me sentía un poco raro, pero poco a poco le fui cogiendo el ritmo. Lo que más trabajo me costaba eran los personajes tristes. Para mí llorar es muy dif ícil.

“Pero todo se solucionaba en el grupo, porque nos ayudábamos como las abejas, que no pueden existir si no es en familia. Es eso precisamente lo que más extraño ahora que estoy fuera. Aquí pasé diez años viniendo diariamente, compartiendo. Imagínate que a Tim lo veía con más frecuencia que a mi papá. “Ahora estudio contabilidad en un politécnico de El Vedado, pero cuando termine haré las pruebas del Instituto Superior de Arte.

Es que cada vez que pienso en La Colmenita, siento ganas de volver a actuar”.

Muma: la Pepe Grillo Cuando alguno de los pequeños tiene un problema, enseguida la van a ver. Es como un hada madrina, una especie de conciencia crítica, la “mano derecha” de Tim Cremata, y la hermanita grande de todos los pequeños. Hace rato perdió en La Colmenita su verdadero nombre.

Si alguien pregunta por Claudia Alvariño, pocos sabrán decirle quién es. Mejor diga que quiere ver a Muma, y rápido cualquiera la señala. “Entré cuando tenía siete años, porque mi mamá conocía a Tim, y desde entonces no he vuelto a salir. La Colmenita es mi familia, mi vida, mi gente”.

Muma ya se graduó en la Escuela Nacional de Arte, y ahora hace su servicio social. Nada mejor para ello que la propia Colmenita. Además ha participado en miniseries televisivas, e incluso planea estar en una telenovela.

Sin embargo, no logra apartarse de la vida del colmenar, y lo mismo es profesora de actuación de los más chiquitos, que hace de la ilustre narradora en La Cenicienta según los Beatles, que ayuda en el vestuario, o consuela algún pequeñín que la llama: “Muuumaaaaa, mumitaaaaa”…

“La Colmenita era mi hogar” “Empecé en La Colmenita con 3 años. Mi mamá me llevaba a los ensayos y un día le preguntamos a Tim si podía subir al escenario. Dijo que sí y ahí comencé a actuar, hasta los 15 años. Hice entonces las pruebas en la Escuela Nacional de Arte (ENA); aprobé, y ahora estoy en el primer curso. Pero seguro cuando me toque el Servicio Social, regreso”.

Y al decir esto, o al recordar cómo los niños la reconocen en la calle y mencionan la película ¡Viva Cuba!, a Malú Tarrau le viene una sonrisa. Pero más aún le brillan los ojos cuando en alguna clase de la ENA un profesor pone de ejemplo al grupo de las abejitas, a su grupo.

“Desde que tengo memoria ya me llevaba con todos mis compañeritos. Pasaba más tiempo en la sede de la compañía que en mi casa. Ese era, en verdad, mi hogar, y tengo de allí y de todas las obras muchísimos recuerdos. “Yo era muy introvertida y en La Colmenita llegué a ser todo lo contrario. En eso me ayudó Tim, que jamás fue para nosotros un director severo y distante, sino un papá bueno.

“Recuerdo una función que dimos en un lugar muy intrincado y había solo cuatro niños en el público. Eran los únicos niños de aquel pueblito de campo y los habíamos logrado reunir. Ellos seguro no habían ido nunca a un teatro y nosotros se los traíamos. ¿Acaso no era una fi esta?”.

Jesus Arencibia Photos: