Me encantaría parafrasear a José Martí, y empezar escribiendo: “Para los niños es esta revista, y para las niñas, por supuesto”… pero para las niñas y niños de todas las edades. Y quiero, en esta primera edición de nuestra revista, contarles un secreto:
Los primeros quince años de mi vida (toda la década del 60, y hasta mediados de los 70), o sea, en mi Edad de Oro, tuve el privilegio de habitar una Colmenita… sólo que, una más pequeña, integrada por mis hermanos, mi Mamá, y mi Padre, que era el Director.
Cada acontecimiento importante de la vida era transformado por Papi, en un hecho teatral familiar… Si íbamos al cine a ver una película japonesa (de samuráis), cuando regresábamos, a la casa a cenar, nos esperaban cojines por el piso, palitos chinos y platillos con bolas de arroz, preparados por aquel Mago-Director, que se aparecía de pronto, con un kimono y un moño, para teatralizar y alegrar la comida, y así pasaba con las de “cowboys”, y con el cada día de esa primera familia de abejitas…
Luego, a aquella Colmenita, se incorporaron mis dos únicos primos maternos, y creamos un Grupo que imitaba (doblando) a populares grupos musicales de La Década, como Los Beatles, Los Mustang ó Los Fórmula V… Nos llamaban “Los Primos Pelucas”, y no hubo fi esta familiar donde no actuaran Los Fabulosos Cinco…
Estoy seguro de que esta Colmenita que les mostramos ahora a través de su revista, es la misma nacida en aquellos años prodigiosos de música, color, sonrisas y barbas… multiplicada hoy en cientos y cientos de familias cubanas que juegan al Teatro.
Ella es la esencia de nuestras vidas, porque es la prolongación infi nita de la más hermosa de las infancias, y de la más dorada de las edades. Nuestra Colmenita –se los puedo asegurar-- sigue aún habitada por todos sus integrantes, y es todavía dirigida, desde algún lugar del fi rmamento, por la risa escandalosa del más alegre y “teatrero” de los seres humanos: mi adorado Papá. Y a Papi (¡que amaba tanto a Martí!), también le gustaría que fi nalizara, con las palabras del Maestro:
“Lo que queremos es que los niños sean felices… y que si alguna vez nos encuentra un niño por el mundo, nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo, y diga donde todo el mundo lo oiga: “¡Este hombre de La Edad de Oro (y de La Colmenita) es mi amigo!
Carlos Cremata
© 2010 Copyrights EXCELENCIAS GROUP. Alle Rechte vorbehalten.